DIARIO DE ANTHONY
5:58 p.m. Esta es una nueva libreta. La he comprado hace una media hora. Y le he puesto un forro transparente. Porque quiero que se conserve –su cubierta-, lo mejor que se pueda.
“Tener rinitis es mucho más doloroso de lo que había creído”, he pensado. Y es que; ah, ¡no sabes cuánto me duele aquí en medio, del entrecejo. Sí, ¡aquí! Pero ¿y qué malditos podría hacerle? Trato de conservar la calma, ¡aunque este puto malestar me esté desquiciando la cara!
He pensado un montón de cosas. Que si la muerte y la vida, que si la vida sin vida; la mía. ¿A dónde se fue Anthony? Es de tarde, pero ya está oscuro. Es noviembre; era de suponerse.
Ayer han enterrado a Laurita; tenía solamente 29 años (me lo dijo su hermano). Murió, justo el día de sus cumpleaños. Murió el domingo. Era mi vecina. Y esto me hace pensar; God damn, en lo frágil que es la vida.
Yo-yo; morí de manera espiritual. Y, ahora escribo este diario para que cuando muera de manera física, you know. Entonces quedarán palabras que yo escribí. “Aquí estuvo Anthony, sobre la hoja de esta libreta, escribiendo sus penas y su soledad. La rinitis le estropeó la whole existencia…” Ahora él finalmente ha dejado de sufrir. La muerte no vino por él, ¡él fue quien acudió a ella! Y no hablo de la muerta espiritual, que ésta sí ha sido la más peor para mí, sino de esa otra, que viene a ti cuando tú menos la esperas.
Pobre Laurita. Tenía tres hijos. Y si te escribo sobre ella, es porque era mi vecina. Cuando éramos niños, su hermano y yo solíamos ver tele juntos. Todo esto, al recordarlo, ¡son las cosas más grandiosas que a mí me sucedieron!
Éramos niños, nada más. Luego entonces crecimos y… y entonces la vida se tornó horrible. Yo lo sabía, ¡siempre lo supe!, que algo no estaba bien en mí. Yo… había nacido con rinitis.
Noviembre/20/2019
A. Smart