FRANCISCO RODRÍGUEZ
Ese ridículo de la reelección presidencial no fue una falsa noticia. El que así lo vea no se imagina los alcances del atrevimiento. Cuando el diputado local tabasqueño de Morena Charly Valentino lo propuso en la tribuna hizo el papel de mensajero del Caudillo, y de sus fanáticas huestes. Si en un principio fue inmolado, después el rumor tomó forma.
Varios personajes de la Cuarta Transformación han tomado la bandera, desde el constitucionalista René Bejarano, quien desde hace meses se devana los sesos con los conspicuos de su tribu, hasta Porfirio Muñoz Ledo quien va por sus propios fueros. Se trata de otro montaje fallido, posiblemente a la búsqueda de reformas administrativas en las que se siente ducho.
La primera experiencia de prueba fue con Bonilla Segundo en el autogolpe de Baja California que resultó una premonición fracasada ante la opinión pública. Eso de preparar consultas populares para alargar períodos, en lugar de utilizarlas como se prometió para encausar a ex presidentes…
… se convirtió en la real posibilidad de medirle el agua a los camotes, un buscapiés para preparar el alargamiento del período sexenal. Una jalada de pelos que amenaza con ser la auténtica tumba del sistemita del despotismo legalizado y eterno. Como si estuviera el horno para bollos.
El Plan de Agua Prieta frustró las ambiciones de Venustiano Carranza
Hubo un primer Bonillas, Ignacio, apodado popularmente Flor de té (por aquello de que nadie sabía de dónde había venido), a quien Venustiano Carranza quiso hacer Presidente de la República para después eternizarse él en el cargo. Todos sabemos dónde acabaron el paniaguado y su patrón. Y es que nadie quiere irse, aunque haya azotado con cualquier plaga y cargado con cualquier desastre la vida política.
En los mítines de campaña, el primer Bonillas era aclamado con sorna por la población: “¡Viva Bonillas, Viva Flor de Té!”, y los carrancistas en el poder hacían creer a Carranza que eran gracejos espontáneos que tenían como finalidad apoyar al esbirro. La realidad demostró que nunca fue así, aunque los obnubilados lo creyeran.
El Plan de Agua Prieta, producto de los sonorenses encabronados fue el hasta aquí del proyecto reeleccionista del Rey Viejo. Carranza acabó asesinado en Tlaxcalantongo y el primer Bonillas, exiliado en Estados Unidos. El presidente provisional, Adolfo de la Huerta se opuso a los tratados de Bucareli y fue acallado por los obregonistas del entreguismo.
Una nueva Constitución, con reelección, el real objetivo de la 4T
El destino de los dos Bonillas va a ser el mismo. Aunque la intentona sea ahora propiedad del que sacó treinta tristes millones de votos, la tercera parte del padrón electoral. Si primero falló el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, imagínese usted con qué morro puede sostenerse y triunfar esta escalada suicida.
El objetivo tabasqueño de la Cuarta Transformación no fue el cambio social, ni las zarandajas de inaugurar una vida de bienestar para los mexicanos, sino la posibilidad de hacer una nueva Constitución que contuviera la necesidad de la reelección presidencial. Poner en la Carta Magna un principio que choca de frente con la historia de México.
No hace falta para plasmar la ocurrencia y la ambición de la reelección
Cierto que falta una nueva Constitución para dejar de interpretar un mamotreto más remendado que los pantalones de Chespirito. Hace falta un documento que contenga urgentes políticas de Estado como la de seguridad, la educativa, el modelo económico invariable, la obligación de enjuiciar a los delincuentes que atentan contra el interés superior de la Nación… y varios etcéteras.
Pero de ahí a pensar que haga falta para plasmar la ocurrencia y la ambición de poder de la reelección hay un largo trecho. Ésta sólo puede ser producto de enfermos que no tienen otra cosa que ofrecer que no sea sufrimiento y destrucción de los perfiles básicos de la nacionalidad.
¿Cómo sería la vida en un país que permitiera la eternidad de los gazapos?
El garlito de la reelección está para ser coleccionado en los anaqueles de las casas de la risa. Si con largos y sufridos períodos sexenales la población debe aguantar la cauda de amoralidades públicas que salen del pecho de los investidos, y las ocurrencias antipopulares ¿cómo sería la vida en un país que permitiera la eternidad de los gazapos?
El modelito inútil del presidencialismo omnipotente mexicano no sirve para nada, simple y sencillamente porque el sistema autocrático del personalismo exacerbado, donde una sola cabecita loca decide por todos los demás que le rinden pleitesía y lealtad condicionada, ya no tiene nada qué ofrecer en el mundo de nuestro tiempo.
Sólo 18 países en el mundo, de los más atrasados política y democráticamente, de los más autoritarios del planeta, sostienen todavía el presidencialismo unipersonal, pero con mucho menos facultades metaconstitucionales que las que nosotros los mexicanos hemos tenido que soportar durante doscientos años.
Nuestro sistema presidencial parece fuerte aquí, pero es débil afuera
El actual presidencialismo mexicano sostiene una estructura fantasmagórica de un individuo que es, por el sólo hecho de haber sido elegido por una minoría del padrón, Jefe de Gobierno, Jefe de Estado, de las Fuerzas Armadas, de la delincuencia organizada, de la Justicia, de las cámaras legislativas, de la seguridad y del dinero de nuestros impuestos.
Y así como aparece de sólido y poderoso al interior, en el terreno internacional es sólo una tapadera de las decisiones del poder financiero, el único al que reconoce en el mundo, pues establece el valor de la moneda, el porcentaje del crecimiento, la capacidad productiva y los bestiales techos de endeudamiento. Si a eso se agrega que sea entreguista, muchísimo peor.
Bajo la coraza de implacable se esconde un individuo solitario, inseguro
Pero ese poder aparente produce personajes testarudos y soberbios, sustentados en pensamientos rígidos. Con actitudes egocéntricas que les impiden escuchar o admitir cuestionamientos a sus dicterios nylon. Discuten e imponen a la mínima ocasión, antes que el otro siquiera abra la boca.
Nunca dispuesto a cambiar de opinión. Debajo de esa coraza de persona implacable se esconde un individuo solitario e inseguro que no sabe manejar su miedo de otra manera que no sea levantar muros entre su realidad fantástica y las de los demás. Como los testarudos no escuchan, no aprenden y tienden a repetir al infinito el mismo patrón.
Hasta son capaces de creer que, al no haber dinero –por asustar a todos con amenazas cotidianas–, las grandes obras pueden hacerse donde él quiera, ¡con los recursos provenientes del remate y las subastas de joyitas de bisutería capturadas en la insistente lucha contra el narcotráfico! Bilimbiques que no alcanzan para nada.
Y lo que sobre, afirman, se destinará al fracasado rescate petrolero, a los engañosos programas sociales y a la reventada seguridad nacional. Siempre al filo de un severo ataque a la estructura cerebral, presa del estupor y amenazado con brotes esquizoides que pueden ocurrir en cualquier momento.
¡Quieren más poder! Son insaciables, francamente no tienen llenadera
Un estado de inconsciencia caracterizado por una disminución de la actividad de las funciones neuronales y físicas y de la capacidad de respuesta a los estímulos. ¡Y todavía quieren más poder! Son insaciables, francamente no tienen llenadera.
¡Ah, qué la Cuarta Transformación! Resultó la puerta trasera, inoportuna y fantasiosa hacia la reelección. ¡Pobre país!
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Lo ha dicho en todos los tonos y ante diversos auditorios. Sin embargo, muy pocos creen en sus palabras. Incluso, después de haber firmado un compromiso, apenas el 19 de marzo pasado, con el cual reafirma que no es partidario, que “no estoy de acuerdo con la reelección y que nunca, bajo ninguna circunstancia, intentaría perpetuarme en el cargo que actualmente ostento, porque yo no solo estaría en contra de la Constitución, sino también traicionaría mis principios y renegaría de mi honestidad que estimo, es lo más valioso en mi vida”… “Sepan pues con todo respeto señores conservadores, que abandonaré la presidencia en el día precisó que marca la máxima ley, la ley suprema y que en el 2024 me iré allá por Palenque”. Y no, muy pocos le creen. ¿Por qué será?
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