Norma Meraz
De que hay un cambio de régimen en México no queda la menor duda y tampoco de que hay un nuevo “estilo personal de gobernar”.
El lastre que dejó Enrique Peña Nieto exigió un cambio en el ejercicio del poder en el país.
Nadie quiere más corrupción, más injusticia, más impunidad, más pobreza, más violencia ni más frivolidad y despilfarro.
Cincuenta millones de mexicanos –en pobreza extrema– merecen tener una mejor calidad de vida y no ser discriminados en su propia tierra.
México es un país de migrantes. Las primeras tribus que poblaron nuestro territorio fueron pueblos originarios que transitaban hasta encontrar un lugar apto donde establecerse para sentar sus raíces, desarrollar su cultura y ejercer su dominio sobre otros pueblos.
Hoy, México sigue siendo un país de migrantes intraterritoriales que son los que dejan el campo para instalarse en zonas urbanas. Otros son migrantes que buscan fuera del país mejores oportunidades de vida y por último es un país que acoge migrantes que llegan a nuestro territorio buscando, como destino final, ingresar a los Estados Unidos en busca del sueño americano.
El régimen del Presidente Andrés Manuel López Obrador se inauguró con una política migratoria de puertas abiertas para todos quienes tocaban la puerta de nuestra frontera sur. Pero no pasó mucho tiempo para que el Presidente Donald Trump, de Estados Unidos, obligara a México a poner un hasta aquí –a esos miles de centroamericanos, caribeños y africanos que, expulsados por la miseria y la violencia en sus lugares de origen, querían llegar allende nuestra frontera norte– bajo la amenaza de imponer aranceles a ciertas exportaciones mexicanas.
Esa fue una amenaza contundente de Trump, quien obligó a López Obrador a establecer reglas para el control de los flujos migratorios que entraban a México por el Estado de Chiapas.
Y mientras el Presidente norteamericano lanza amenaza tras amenaza a México, empezando por la construcción del muro fronterizo que pagaría nuestro país, hasta la catalogación de los cárteles de la droga mexicanos como terroristas, han transcurrido los primeros 12 meses de gobierno morenista.
El Presidente López Obrador, cada ciertos meses,” informa” de los avances de su política basada en 100 compromisos que consolidarán la Cuarta Transformación.
De los 100 compromisos afirmó –al cumplir su primer año de gobierno— que, se han alcanzado 89. Seguramente entre los 89, incluyó ese de que “se acabó la corrupción”. Esta afirmación nos lleva a pensar que en el ambiente reina cierta ingenuidad pues la corrupción es un mal endémico casi imposible de arrasar, quizá atenuar y no en uno, ni dos, ni en seis años.
El Presidente destacó en su “cuarto informe” que ahora –refiriéndose a su gobierno– “nos guiamos por la honestidad, la democracia y el humanismo”.
Aclaro que, cuando digo que es su “cuarto informe” es porque el primero fue cuando conmemoró sus primeros 100 días al frente de la Administración. Ya entonces informó acerca de las primeras medidas y decisiones de gobierno. El segundo fue al conmemorar un año de su triunfo electoral. El tercero, cuando entregó su informe al Congreso el uno de septiembre de este año. Y este cuarto, al cumplirse doce meses de su arribo al poder.
¿Será que cada tres meses habrá verbena en el Zócalo y dos horas de discurso del Presidente?
No cabe duda de que nuestro Presidente posee una fortaleza física a toda prueba –aunque aún desconozcamos el reporte médico que nos prometió dar a conocer hace más de dos meses.
Desde las cinco de la mañana se levanta a trabajar de lunes a viernes. Los fines de semana sale de gira por el país y todavía se da tiempo para escribir libros. ¿Cuál será su horario para gobernar porque ese no aparece en su agenda pública?
Un año con cuatro informes y sus pendientes sobresalientes por cumplir: el combate a la violencia y el no arribo al 2% de crecimiento económico.
El primer día de diciembre de este 2019, se registraron 128 asesinatos en 24 horas. La jornada más sangrienta registrada hasta hoy. Y una economía en ceros –el ofrecimiento del 4% de crecimiento comprometido por el entonces candidato a la presidencia en el 2017 quedó atrás ¡como un espejismo!
La palabra es una esgrima muy poderosa y peligrosa también cuando no se domina su manejo.
Cuidado con el uso de las palabras. ¡El lenguaje es muy preciso!
¡Digamos la Verdad!