Joel Hernández Santiago
Exaltar a la mujer como una divinidad al mismo tiempo amada como necesaria y deseada no se le cae de la boca a muchos en México. De hecho, poetas, pintores, músicos, cineastas y en general las bellas artes han hecho del femenil un tema reiterado y visto en poliedro para mostrar las distintas formas como se entiende a la mujer…
También ha habido mujeres que explican el eterno femenino a su manera y desde su particular forma de entenderse: juez y parte ahí.
Así que la mujer es motivo no sólo de emoción y atracción como de cariño y respeto, pero también de análisis en su condición profesional y de inteligencia, que la tienen muchas de ellas a raudales… En ambos casos se entiende como parte y parte en igualdad de condiciones en la dupla hombre-mujer; cotidianeidad; trabajo; educación; solaz; profesionalidad; participación…
En lo puramente lúdico, un ejemplo: Agustín Lara se encargó de honrar la figura de la mujer en tono idílico como también emotivo, erótico y hasta meloso y carameloso: Mujer, mujer divina. Tienes el veneno que fascina en tu mirar. Mujer, que no se olvida. Tienes vibración de sonatina pasional. Tienes el perfume de un naranjo en flor. El altivo porte de una majestad…” ¡Qué tal!
Y por aquí o por allá, la mujer es objeto de deseo como también de ofrenda y, luego, también en muchos casos, de afrenta y de enfado en la compleja composición sicológica de una sociedad en donde en muchos casos subyace el factor machista que hace que aquel ideal de relación emotiva y cordial se transforme en desahogo y embate.
Una sociedad genera sus problemas y sus comportamientos distintos. Precisamente las religiones –todas- buscan contener la parte animal y excesiva del ser humano. Asimismo se crean leyes para establecer reglas de convivencia y comportamiento en armonía, y quien se brinque las trancas debe pagar las consecuencias: en ley.
Y todo esto viene al caso porque recientemente se ha puesto en la balanza del comportamiento humano un tema devastador: el agravio a las mujeres; la agresión masculina a quienes se ha exaltado, se ha cantado y se han dicho maravillas. Pero no siempre es así y no todos piensan igual porque hay quienes ven en la mujer el objeto de la agresión terrible que, como se sabe, adquiere distintas maneras hasta llegar al feminicidio.
Muchos atentan en contra de la mujer de distintas maneras; ya hostigándolas en sus quehaceres cotidianos; ya abusando de su aparente condición de debilidad; ya quitándose responsabilidades con ellas; ya menospreciándolas; ya esclavizándolas; ya hostigándolas en lo laboral, ya marginándolas; ya excluyéndolas… y en el extremo de la barbarie golpeándolas o cometiendo feminicidio…
Las cifras crecientes lo dicen: Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, registró que de agosto a octubre de 2019 hubo 18 mil 616 mujeres víctimas de 7 delitos:
El más frecuente es el de lesiones dolosas (89%); extorsión 804 casos; homicidio doloso, 706; feminicidio 250 (habrán de explicarnos la diferencia); trata de personas, 128; secuestro, 91; tráfico de menores 2.
Y todo esto –y más- hace que 2019 –en mucho – sea el año más violento en contra de las mujeres. Y esto hace que en doce años se hayan identificado a 406 mil agresores…
Queda claro que aquí se registran los casos denunciados. Pero sin duda hay muchos más en los que las mujeres, por razones distintas, no denuncian: casi siempre por miedo a las represalias o porque los juzgadores asuman que son ellas las culpables de su propia situación… Hace poco un juez dejó libre a un agresor masculino porque consideró que la mujer a la que éste intentó matar y golpeó tenía la culpa de ello, “debido a su comportamiento”…
Y no hay día de nuestro tiempo, en el que no se sepa de agresiones a mujeres, de feminicidio, de agravios y de insultos. Mujeres hay que también lo cometen en contra de su propio género, también lo es. Y mujeres que en nombre de su condición femenina y dado el momento de exaltación de defensa a la mujer, acusan a hombres de delitos no cometidos; muchas también se hacen víctimas sin serlo, tan sólo para castigar a su contraparte masculina…
No hace mucho se encontró que mujeres en el Metro de la Ciudad de México se hacían las ofendidas y que se les había ‘acosado’, para luego buscar que los hombres pagaran su ‘no denuncia’ ante las autoridades… Y así: el factor humano también existe.
Pero lo que es cierto es que las mujeres están en condición de abuso personal, laboral, profesional y de entorno social. Y lo que hasta hoy ha hecho la autoridad son paliativos en los que criminaliza la situación, pero no busca solucionarla en sus raíces culturales y en ley.
Replantear el tema para evitar abusos de ambas partes es una tarea pendiente. Castigar en ley cuando corresponda siempre y cuando se hayan hecho las investigaciones pertinentes; no disfrazar el feminicidio de otros delitos para disminuir la cifra pecaminosa en las estadísticas de gobierno también es un delito que debe castigarse…
… Y, sobre todo: se debe contener este comportamiento que atenta a la mujer y que deja de ser machismo para convertirse en delito: de hombres y mujeres, en contra de ellas.