Claudia Rodríguez
Lozanía violentada
Mientras la sociedad mexicana encabezada por el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme Solís y diversos medios de comunicación se encumbran como Ministerio Público en el caso del tiroteo que cobró víctimas fatales en colegio de Torreón; la escena recreada, contada y discutida por el cotilleo nacional, sirve más de distractor que de punta de lanza para encontrar soluciones sobre la exacerbada situación de violencia que prevalece entre niños, adolescentes y jóvenes mexicanos desde el mismo inicio del presente siglo.
En el año 2008, justo cuando en nuestro país la violencia tiene repercusiones importantes entre la población civil debido a la llamada “guerra contra las drogas”, la juventud mexicana se ve trastocada tan sólo en lo que a tasa de homicidios respecta, ya que antes de 2008 se promediaba en 8.4 por cada 100 mil habitantes; mientras que ya en el 2010 ascendió a 23.8 por cada 100 mil habitantes, de acuerdo a las estimaciones y mediciones tanto del ahora Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), como del Banco Mundial.
En 2015, los adolescentes de México se enfrentaron a un panorama aterrador, al revelarse cifras de 95.6 muertes por cada 100 mil personas sólo entre edades de 15 y 19 años.
Mocedad violenta
La otra cara de la moneda respecto a qué grupos etarios están violentando al país tampoco es sorprendente. Se señala que son los jóvenes quienes están cometiendo la mayoría de los delitos y, por ende, quienes empiezan a poblar con mayor presencia las prisiones de todo el territorio nacional.
No es casual tal situación, si se parte de que casi la mitad de la población en un país con casi 127 millones de habitantes, nace en la pobreza y en esta misma condición, muere.
Un pequeño que crece en la escasez, sin acceso a alimentación digna, educación y se enfrenta a limitaciones para introducirse al mundo de las tareas productivas, tiene mayor acceso a escenarios de violencia y delictivos, mismos que con la misma facilidad se prolongan hasta la vida adulta.
Responsabilidad conjunta
No es un niño, no es una familia en específico quienes medran a la comunidad nacional, es la propia escalada de violencia hasta propiciada por los diferentes ámbitos de las autoridades, lo que nos vulnera y lacera como sociedad.
Así que antes de señalar con el dedo flamígero, hay que entender la enfermedad que nos corroe a los mexicanos con múltiples síntomas de anomalías en el comportamiento humano.
Es el Estado el que debe hacer cumplir las normas a cada uno de los habitantes de este país, pero un Gobierno inmerso aún en la corrupción y la ineficacia poco puede exigir de quienes delinquen no por afición, sino por condición.
Acta Divina… Con una tasa de 30 homicidios por cada 100 mil habitantes, México se ubica en las primerísimas posiciones de los países más violentos de todo el mundo, según el Estudio Global de Homicidios 2019 del Centro de Información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Supera a sitios como Puerto Rico, Filipinas e incluso Afganistán.
Para advertir… Nuestra juventud entre la simpatía por la delincuencia y el destino violento.
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