Francisco Gómez Maza
• El muro soñado por Trump, en el Suchiate
• Las verdaderas incongruencias de AMLO
¿Que no se violan los derechos humanos de los migrantes que quieren entrar a México, de paso a integrar la servidumbre del impero? ¿Que se les ofrece empleo? ¿Que todo iría bien si tuvieran sus “papeles” en regla?
La verdad es que, contradiciendo las declaraciones mediáticas del presidente de que los derechos humanos están por delante (como eso de “primero los pobres”), los soldados de la Guardia Nacional de México y los policías de Migración no se miden.
Barren con todo. No se les escapa nada n8i nadie. Y lo hacen con violencia, sin miramientos, y diría que hasta con saña, como buenos soldados. De que no se les escape nadie depende que el Emperador no imponga aranceles, no castigue a México, a cuyo gobierno no le queda más que empinarse, ponerse de candelero.
Pobre México. Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos, como dicen que dijo el gran dictador, José de la Cruz Porfirio Díaz Mori.
Los guardias nacionales son el muro que Donald Trump insiste en terminar de levantar en la frontera con México, sólo que muro con uniforme de campaña y armas de alto poder. Para qué insiste el pelao en ese muro de concreto y fierro, si dispone de todo un ejército de mexicanos para espantar la pobreza, el desempleo, el hambre, el temor de los centroamericanos que insisten en alcanzar, a como dé lugar, el American Dream.
También estos morenitos, iguales que este escribidor, que no entienden que no son bienvenidos entre los blanquitos de Beverly Hills, de Virginia o de Albany, o de cualquier comunidad de esa tierra de gambusinos que tienen ley seca en el día y que se harta de alcohol en el Country Club del pueblo, una sociedad de fariseos.
Pero, sea lo que fuere, esta nota con información del portal Animal Político y replicada por el servicio de información sobre derechos humanos del Centro ProDH de los padres jesuita, no tiene desperdicio, por lo cual debo trasmitírselas como viene, sin más adornos, salvo una que otra corrección gramatical:
Son las 15:00 horas y unos centroamericanos conversan escondidos tras una gasolinería de Pemex en la carretera que une Ciudad Hidalgo con Tapachula, en Chiapas. Entre ellos se encuentra Wilmer Castellanos, de 25, albañil de Santa Bárbara, Honduras. “Quiero dar un futuro a mis hijos. Estamos aquí porque el gobierno es un corrupto”, dice el joven.
Cinco minutos después, Castellanos y el resto de sus acompañantes están corriendo despavoridos. Tras ellos, quemando ruedas, una camioneta del Instituto Nacional de Migración (INM), las conocidas como “perreras”. Tiene la misión de detener a aquellos que lograron sortear el cerco impuesto por la Guardia Nacional en la margen del río Suchiate.
El operativo desplegado por el Gobierno mexicano para impedir el tránsito de la caravana de hondureños pobres no terminó en el Suchiate, donde las hileras de agentes de la Guardia Nacional se convirtieron en extensiones del muro de Donald Trump. (Continuó por las calles de Ciudad Hidalgo y Tapachula)
La avanzadilla de la marcha migrante, los más aventados, logró sortear esa primera línea. Así que, luego fueron detenidos, uno por uno, por el operativo del INM. En un comunicado, la institución que dirige Francisco Garduño aseguró haber arrestado a 402 migrantes.