Lo decían nuestros mayores: “no hay nada peor en este mundo que un pobre harto de pan”. Era una forma de referirse a los que ahora llamamos nuevos ricos, esos insoportables semejantes nuestros, que llevan toda la riqueza de sus personas repartida entre la ropa de marca, los implantes en la calva o en el busto, y que, claro, disfrutan del coche a la puerta. Son, en su mayoría, ignorantes hasta el mareo, hablan demasiado e, inoportunamente, intentan clavar en la conversación algún indicio de su riqueza repentina.
Los hay en todos los estratos sociales, desde el más ínfimo del barrio obrero hasta el que llega a subastar obras de arte que no entiende, pero colgará junto al calendario que le regalaron en la carnicería.
Los mexicanos no somos nuevos ricos. Antes bien, somos crónicos y viejos pobres, pero efectivamente ya estamos hartos del PAN.
Doce años del Partido Acción Nacional en el poder federal. Y 24 en el caso de Baja California, donde en julio habrá elecciones para renovar el poder Ejecutivo local, han sido más que suficientes para hartarnos.
Lo reiteró, apenas el domingo último, el coordinador de la diputación federal priísta Manlio Fabio Beltrones ahí mismo en Mexicali, donde declaró que ante “el hartazgo de los bajacalifornianos a la forma en que ha gobernado el PAN”, se busca un verdadero cambio con la alternancia.
Sucedió ya en todo México. Hartos del PAN, los electores votaron por una opción distinta, relegando a los candidatos blanquiazules a un lejano tercer lugar.
Hartos del PAN –por su mala praxis política y administrativa, cual dijo Beltrones–, lo más probable es que nuestros paisanos cachanillas esta vez le den la espalda a los blanquiazules quienes, además, viven ahora mismo la peor de sus crisis internas en los últimos años, merced a la injerencia de Felipe Calderón y de algunos de sus compañeros de parranda que no se resignan a vivir la cruda realidad que nos heredaron.
Y pese a que por ahí se diga que los albicelestes podrían negociar su triunfo para dar permanencia al Pacto por México, la verdad es que, precisamente por el hartazgo de los bajacalifornianos, el candidato del PRI, Fernando Castro Trenti tiene alineados los astros a su favor.
BALANCE, NECESARIO
En términos políticos, el hartazgo es una sensación de frustración social, de cansancio de los personajes y sus reiteradas y equivocadas posturas, de no soportar el modelo existente, de desear en lo más profundo del alma, un cambio… a veces sin importar claramente el nivel de compromiso que implica la materialización de un proceso alternativo electoral.
Con el PAN, efectivamente, creció el hartazgo social por los gravísimos problemas de inseguridad pública, desempleo y pobreza, por la ineficacia en la economía, en la educación y la salud. Hartazgo por la machacona insistencia del gobierno federal en no querer cambiar nada, ni aceptar que su obligación moral, política y jurídica era trabajar para todos y no sólo para los miembros de su partido, quienes además se enriquecieron escandalosamente con sueldos, bonos, prebendas y los proverbiales negocios al amparo del poder.
El foxiato, primero, y el calderonato, después, se cegaron por cifras seleccionadas a modo. Desde las alturas del poder –del no poder, como decía Marcela Gómez– olvidaron que los muertos no son números, sino vidas truncadas. Los mexicanos que cayeron en la pobreza en la docena trágica panista tampoco son simples cifras; son seres humanos que quieren vivir de su trabajo honrado pero no encontraron el espacio en el mercado laboral porque el Estado abandonó su función de promotor del desarrollo económico y garante de los derechos sociales que otorga la Constitución a todos los mexicanos por el simple hecho de serlo.
Tampoco son cifras las familias de clase media que no podían pensar en el futuro porque, aún ahora, como herencia maldita, viven acuciadas por la amenaza del desempleo y el subempleo.
Nos hartaron los panistas.
Está en sánscrito que puedan recuperar la aceptación social.
Por lo pronto, en Baja California todo apunta que ese hartazgo se traducirá en una alternancia que favorecerá al PRI.
Índice Flamígero: El presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Raúl Plascencia, sostuvo ayer que en el pasado reciente la políticas de seguridad pública (sic) fomentaron un incremento sustancial en quejas por violaciones a garantías individuales, cateos injustificados, desapariciones forzadas, tortura y homicidios.
–ah que el compadrito!! apenas protestas por lo pasado, pasado. hasta Wallace organizaba cateos (y destrozos).