* Lo que se fue o dejaron ir es irrecuperable. Pero sin instituciones, imposible diseñar un nuevo proyecto
Gregorio Ortega Molina
Ahora con mayor frecuencia me asalta le impresión de que este gobierno con todo y su 4T fue conceptuado por Lewis Carroll, o quizá por su personaje esencial para comprender de qué va la vida. Humpty Dumpty tiene el siguiente diálogo con Alicia:
–Cuando yo uso una palabra – dijo Humpty-Dumpty con un tono burlón – significa precisamente lo que yo decido que signifique: ni más ni menos.
–El problema es – dijo Alicia – si usted puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
– El problema es – dijo Humpty-Dumpty – saber quién es el que manda. Eso es todo.
Desde que dijo que nunca sería florero, sabemos quién manda, lo que desconocemos es el alcance de su poder para transformar esa realidad, y hacer que sus palabras signifiquen lo que él quiere transmitirnos como verdad revelada, como la única posible alternativa para construir el futuro. Imposible que acepte que lo que sí es y sus otros datos no son compatibles.
De allí la importancia de la desestructuración de las instituciones, sirvan o no. Lo consignado en las estadísticas debe desaparecer, porque de otra manera su palabra nunca podrá significar lo que él quiere que signifique. A Ciro Murayama y su explicación sobre la sobrerrepresentación legislativa de Morena, debiera caerle un rayo que lo fumigue y transforme en ejemplo de que nada puede hacerse en contra de su poder.
A Lorenzo Córdova Vianello debiera deshacerle el INE entre las manos, porque de otra manera las cifras electorales para la renovación de la Cámara de Diputados, corren el riesgo de no cuadrar, y entonces sí que su proyecto justicialista a la mexicana, corre el riesgo de convertirse en un castillo de naipes.
El INEGI es para AMLO la peor amenaza, porque ese Instituto es el custodio de una verdad constatada en las estadísticas, en el ejercicio de verificar, una y otra vez, que lo que se produce existe y lo que se pierde se fue. Quizá a los empresarios también convenga que desaparezca funcionalmente bajo la tutela de la dependencia del Poder Ejecutivo. Los organismos autónomos son un riesgo para la redacción de su muy personal narrativa de la 4T. Es una incursión innecesaria en el mundo de las peores ficciones.
Para transformar lo que se perfila como futuro desde hace al menos siete lustros, más que palabras y ficciones, se requiere de acción constante y en consonancia con las necesidades reales de los electores, pues los gobiernos no están para satisfacer ficciones ni utopías, sino para dar a cada quien lo suyo, en equilibrio con su contribución e la reconfiguración del proyecto de nación.
Lo que se fue o dejaron ir es irrecuperable. Pero sin instituciones, imposible de diseñar un nuevo proyecto.
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@OrtegaGregorio