RELATO
Me pregunto y me pregunto, una y otra vez: ¿para qué hemos venido a este mundo tan culero? Mientras que unos son guapos y ricos, otros, por el contrario, solamente son feos y pobres. ¡Y eso es todo! ¡Qué chale!, ¿no?
Cuántos no darían la vida por querer ser lo primero: guapos y ricos. Yo, para serte sincero, me conformaría solamente con ser lo primero: guapo. Porque lo de ser pobre no existiría, ya que, tenlo por seguro, todas las mañanas me levantaría sabiendo que soy guapo, y que por lo tanto estoy en paz y contento conmigo mismo.
¡Pero hete aquí que ni soy guapo ni lo segundo! Y entonces es cuando nuevamente me deprimo. Y entonces, luego luego, siento ganas de solamente ya no querer hacer nada; ¡nada! Porque entonces me he visto en el espejo y entonces he encontrado a alguien feo al que de verdad siento detestar con toda el alma; bueno, eso si es que los feos como yo poseen alma alguna. Yo, la neta, no lo creo.
Pues en fin. Últimamente , de tan deprimido que me he sentido, en los intervalos que me he sentido capaz de pensar, precisamente he pensado en auto mutilarme alguna parte del cuerpo para que así ya pueda quedar LISIADO, y entonces poder cobrar la pensión que el gobierno idiota paga a tantos millones de INÚ TILES; ups, perdón, quise decir: PERSONAS ESPECIALES, O DISCAPACIDADAS.
Mi día a día transcurre entre pura apatía. Leo, porque tengo que hacerlo. Con desgano voy abriendo esta y aquella página, donde solamente voy encontrando la pura idiotez del día que transcurre… ¡Qué fastidio más grande! Y, después de unos minutos, mi apatía ya se ha multiplicado como lo hacen los matrimonios más pobres cuando de crear hijos miserables se trata. Uno, dos, tres, y a veces ¡hasta cuatro hijos llegan a tener!, los muy gandayas. Ah de sus cerebros. Mira que traer más desgraciados al mundo ya de por sí atiborrado de desgraciados.
Y es aquí, donde justamente vuelvo a preguntarme: ¿Neta los ricos son felices? ¡¿Y cómo podría yo saberlo, si soy pobre?! No te parece esto lo más absurdo. Volviendo al día que transcurre: me encontraba aquí sentado, sintiendo como todos los días un ASCO MORTAL por este mundo tan culero al que nadie más que yo parece detestar, cuando entonces se me ocurrió abrir el facefool -cara de idiota-, tan solo no sé para qué…
Y de repente, hete aquí que me encuentro la foto de un tipo más feo que yo mismo. ¡Qué gran consuelo!, enseguida pensé. Y el tipo en cuestión jugaba así mismo con la imagen de un hombre muy guapo del que decía que así era justamente como él se vería cuando fuese ya muy grande. ¡Grande!, pero pendejo.
Feo lo era. Pero al menos había que admirar su valentía por jugar con algo que en verdad era muy triste. Mira que compararte con alguien al que jamás te parecerías, ni aunque ese alguien le atropellasen la cara. Al otro tipo, al feo, al que de por sí ya parecía que le habían atropellado la cara, neta que si me dio pena mirarlo con mis ojos apáticos.
Y fue así como, mirando otras fotos, de otros hombres más feos que yo, fue que a mi pobre mente se le ocurrió pensar, con total desgano y la apatía mortal de todos los malditos días: “LOS FEOS… ¡LOS FEOS DEBERIAN MORIR!”
Anthony Smart
Febrero/11/2020