DESDE NUEVA YORK
Ruben Cazalet
Resulta difícil vaticinar quién ganará las próximas elecciones para la presidencia del país.
En el cuadrilátero en la esquina de la derecha, el actual presidente Trump, en la de enfrente el sorpresivo contrincante Bloomberg sin aspavientos.
Sin soslayar los foros boxísticos cuentan con cuatro esquinas, a las que asisten la decena de precandidatos por el partido demócrata, sin convencer al electorado, entre más pasan los debates las huestes se desinflan, varios abortaron la misión.
Quienes continúan en la ansiada nominación los números de los resultados son bajos, no mayores a 30 por ciento. Insuficientes para derrotar al ejecutivo actual. Dirán es prematuro, tal vez…
El actual ejecutivo, inquilino en la Casa Blanca, realiza, implementa todas clase jugarretas contradictorias a su alcance para mejorar su imagen, sin embargo, entre destituciones, reacomodos en el sistema judicial para aminoran el impacto lo han desgastado.
El proceso de destitución iniciado por el partido demócrata no lo ha llevado al juicio final. Pareciera es una persecución política, como lo es el impeachment, destitución desde la mirada constitucional.
Hábil con twitter personales en la madrugada para defenderse de los detractores, lo único hace es utilizar la tecnología, mensajes breves sin o con fundamento, aunque en la memoria pública parecieran verdad. Es el mandatario, o ¿no? Imposible sean infundados.
Los seguidores en la elecciones presidenciales pasadas de noviembre 2016, jurando a la presidencia en enero 20 del 2017, pareciera no lo abandonan todavía. Sin embargo, los escándalos cotidianos, los twitters aguerridos en contra a quien se atreva a juzgar sus acciones, las decisiones a cabo y rabo, van perdiendo credibilidad.
Los ciudadanos, van perdiendo atención a los dimes y diretes del ejecutivo, su atención aminora, las contradicciones, los abruptos cambios de rumbo los cuales no están a su alcance a entender, a menos sean acuciosos seguidores de los noticiarios y las editoriales.
Para la clase política, la prensa, los especialistas les mantiene mas alerta de costumbre para traducir, entender tales pasos.
El encuentro aunque no es definitivo Trump-Bloomberg, parece apetitoso como en el 2016, un empresario sin posibilidad de ganar, en contra de la candidata Hillary Rodham Clinton, política de sepa.
Bloomberg tres veces alcalde de Nueva York (2000-2013), exitoso, político audaz e implementador de políticas a favor de la comunidad, apreciado, admirado y firme.
Empresario, su fortuna de calcula en 53 mil millones de dólares, en comparación a la bien habida de Trump de 7 mil millones del mismo cuño.
Se conocen, nunca amigos, solo relaciones políticas y en ocasiones permisos inmobiliarios para el actual mandatario, revisados con lupa por el equipo del entonces alcalde Bloomberg. Por supuesto existen muchas fotos de los dos en la prensa, inclusive con familiares de Trump, sin esto sea o fuera amistad, o correa, significó ser amable con los periodistas y fotógrafos de la fuente en su calidad de alcalde.
Ya comenzaron a correr los dimes y diretes al respecto en las televisoras y pronto más tinta caerá sobre el asunto.
Lo importante, a Trump, ya le están temblando las rodillas. Aguardar con qué twitter, entrevista, declaración salga a defenderse
Bloomberg, sereno, tranquilo, a meditar cualquier punching back le arremete. Estrategia recursos, le sobran.
¿Se volverá a repetir un desenlace sorpresivo?