REFLEXIONES DE UNA MENTE LÚCIDA
¡Y entonces se inventó TODO! Y TODO lo contenía una cárcel con forma redonda, llamada Planeta Tierra. La vida dentro de esta cárcel había surgido; muchos dicen que fue del agua, otros, más idiotas, dicen que de un huevo, y otros, no por eso menos idiotas, que del polvo, un polvo que después de muchos siglos lo ensuciaría TODO.
“Hombre”: este fue el nombre que aquel bicho de dos piernas y dos brazos recibió, quién sabe de quién. Un hombre destinado a habitar dentro de esta cárcel, de la cual jamás podría escapar, ya que no tenía puerta alguna.
En los principios del tiempo, esta cárcel fue muy fea. Toda ella era puro pantano de aguas turbias… Pero luego, el hombre, a quien se le daba muy bien eso de fantasear consigo mismo, tuvo la grandiosa idea de inventarse la idea de UN CELADOR SUPREMO, al cual más tarde bautizaría con el mote de “Dios”. Según él, su celador supremo sería quien luego haría menos fea esta cárcel infinita, poniéndole un techo de color azul llamado “cielo”, y que de noche se volvería oscuro y pringado con unas machitas que nunca dejaban de brillar y que se llamaban “estrellas”…
Según el hombre y sus propias fantasías, este “celador supremo”, también conocido como “el ser supremo” era omnisciente. Es decir que podía estar en todas partes, ya que carecía de cuerpo sólido. Más fantasioso que cualquier otro personaje que en futuros lejanos sería creado; este invento y amigo imaginario del Hombre sería dotado de muchas “responsabilidades”. La mayor de ellas sería esta: “Dios te ha dado la cárcel-vida; por lo tanto solamente él te la puede quitar”.
Por los siglos de los siglos… Cualquier “ser” al que le tocase caer dentro de esta cárcel, llamada también MUNDO, si después de un tiempo se aburría de su estadía en ella, y si por lo tanto empezaba a sentir deseos de probar LA LIBERTAD, enseguida se vería en serios aprietos. La principal razón de su pronto sufrimiento tendría su raíz en una ley suprema de esta cárcel: “¡Prohibido quitarse la vida-condena! Ésta, solamente Dios te la pueda quitar”.
Durante los siglos que esta cárcel infinita llevaba existiendo, alguno que otro LOCO, es decir un alma suprema, había sentido deseos de escapar de ella. En sus sueños locos, siempre se veía así mismo corriendo por sobre las aguas de algún mar, en busca de aquella puerta que, según él, existía en algún punto de esta cárcel redonda. Al final, cuando al fin la encontraba, enseguida la abría, para luego enseguida caer, precipitándose en un vacío, que después de un rato lo devolvía dentro de la cárcel infinita, de la que minutos antes había huido.
Dándose cuenta así de que el ciclo maldito no podía ser roto con la sola huida, nuevamente volvía a sentir un temor infinito por verse atrapado, y sin salida, dentro de esta cárcel eterna que era la vida y el mundo mismo. “Escapar; ¡huir de este lugar tan lleno de pretensiones y vanidades idiotas!”, jamás podría.
Con el paso de los siglos, esta cárcel infinita se fue volviendo la cosa más absurda y aburrida. Dentro de ella surgieron cosas llamadas “razas” y distinciones de todo tipo. Algunos hombres fueron llamados “ricos”, y otros “pobres”. Unos fueron pintados de color negro, otros de blanco, y otros más de amarillo pálido. Otros más, los casi olvidados, de café oscuro.
Años después, para mantener un poco más ordenada la cárcel infinita, dentro de ella misma, se comenzaron a crear otras cárceles menores, que sus prisioneros llamaron luego “países”. Y, para hacer un poco más soportable sus vidas-condenas, siguieron inventándose un montón de cosas más. El mayor y más importante logro de sus mentes prisioneras, según ellos, se llamó “Internet”.
De entre todas estas cárceles-países surgiría uno que se llevaría el premio de la paranoia. Sus prisioneros, desde un principio, crearían una frontera extra, para que así ningún prisionero intruso, de alguna cárcel vecina, se metiera dentro de alguna de sus celdas. Esta cárcel se llamaría: “Prisioneros Unidos”.
Todo era aburrimiento mortal dentro de esta CÁRCEL INFINITA LLAMADA “TIERRA”. Lo peor de todo, como ya se ha dicho, es que no se podía hacer nada para ESCAPAR. Huir, sí, hacia LA LIBERTAD. Porque esta última no existía; no dentro de esta cárcel infinita llena de toda clase de idiotas…
CONTINUARÁ…
A. Smart
Febrero/11/2020