Norma Meraz
Asumir las consecuencias de errores cometidos no es de fácil digestión. Es más fácil culpar de los problemas y las acechanzas a otros , para dormir tranquilo.
Un año 2020, para juego de capicúa resulta divertido; lo que no regocija es una realidad plagada de sinsabores, como los innumerables casos de feminicidios que, además de ir en aumento, son cada vez más crueles y despiadados.
La inseguridad como pandemia encoge el tejido social, impone inmovilidad económica, genera desconfianza y hasta miedo.
La “estrategia” para combatir a la inseguridad y al crimen organizado y no organizado no tiene visos de funcionalidad. La Guardia Nacional, “militarizada”, lejos está de empezar a dar resultados que convenzan a los pobres trabajadores que a diario son asaltados cuando viajan camino a su labor, a los peatones que son despojados de sus escasos bienes, a los dueños de estanquillos que son amenazados y asaltados si no es que asesinatos por no poder pagar derecho de piso a los malandros, a los estudiantes de escuelas y universidades.
La Guardia Nacional está ocupada en las fronteras norte y sur de México para dar cumplimiento a las instrucciones del señor Donald Trump de no permitir el paso de migrantes a su país.
Sigue imperando en el nuevo gobierno la mediocridad burocrática el nepotismo y la impunidad.
Los criminales se han apoderado de no pocos territorios en el país, a los que nadie puede ingresar o simplemente circular por ellos.
Cada día mueren, son asesinadas, más y más mujeres por el hecho de ser mujeres y algunas féminas de este régimen aún se atreven a negarlo; incluso el Presidente López Obrador no acredita mayor importancia al gravísimo problema. Ahora está hablando de la creación de una Fiscalía especial para atender este asunto.
Simplemente “las muertas no son mías”, “todo es producto del neoliberalismo por no atender a las familias”.
Mientras tanto, el señor Presidente Andrés Manuel López Obrador desde el púlpito nacional, llama a la cordura cuando en sus “mañaneras”, minusvalora los feminicidios y la crisis de salud por la falta de medicamentos contra el cáncer en niños acusando a los padres de los enfermos de ser manipulados por intereses contrarios a su gobierno. Acto seguido, la Secretaría de Salud anuncia que en los próximos días se regularizará el abasto de medicinas.
¿Pues no que sí había suficientes?
Las mujeres acosadas, golpeadas y violadas no tienen donde resguardarse de sus agresores porque el gobierno federal cerró las casas de apoyo para estas desgraciadas víctimas de su marido o del policía que abusa de ellas mientras las atiende el Ministerio Público y levantan la denuncia contra quienes las han sobajado.
Las madres – -en su mayoría único sustento de su familia– que no tienen familiares que las apoyen con sus hijos mientras van a trabajar, lamentan el cierre de guarderías, ordenado también por el nuevo régimen.
La fantasía del populismo hoy evidencia una deficiencia democrática lamentable.
¿El léxico evangelizador del Presidente López Obrador nos conducirá por el camino hacia una Constitución Moral?
Numerosas iniciativas y reformas constitucionales no mejorarán per se las condiciones del país.
¿Por qué no aplicar primero las leyes que ya tenemos?
El Congreso Federal como la Asamblea de la Ciudad de México, cuentan con grandes rezagos pero a ellos no les corre prisa.
Con la homilía diaria desde Palacio Nacional –mañanera– lo que se ha obtenido es polarizar a los mexicanos, pero la crisis de los feminicidios ha logrado que las mujeres, aun las que votaron por Andrés Manuel López Obrador para Presidente, levanten la voz para reclamarle al Presidente que, su gobierno no defienda los derechos humanos de las mujeres y su gobierno no tenga una instancia que anticipe y resuelva la atención a las mexicanas.
¿De quién son las muertas?
¡Digamos la Verdad!