Nicolás Maduro, el “conse” del difunto comandante Chávez, pareciera que ganó las elecciones presidenciales de Venezuela con el 50.6% de las preferencias. El margen muy apretado en relación al de su contrincante, Henrique Capriles, que obtuvo el 49.1% y, desconoce el resultado, además de denunciar de corrupción a los medios venezolanos por favorecer la cobertura del oficialista Nicolás Maduro.
Para, el aprendiz de apóstol, el emotivo y desangelado Nico Maduro, debió ser una sorpresa que a pesar del aparato gubernamental chavista y los medios a su favor llegue, por un tris, al palacio de Miraflores.
Flaco favor le hace la denuncia de Capriles a Maduro, sobre los resultados y el impacto en la ciudadanía en general, y la audiencia internacional atenta a conocer la legitimidad del sucesor de Hugo Chávez, Frías.
Los resultados de los comicios del domingo pasado en Venezuela, confirman la polarización que desde las elecciones anteriores en donde ganara Chávez (55%) se venía cimentando. Si bien, entonces, el margen de los resultados no fue tan cerrado fue concluyente por el diferencial de puntos porcentuales, en relación al candidato opositor (44%), el gobernador de Miranda el estado más importante de Venezuela, el perseverante Henrique Capriles.
El desconocimiento del triunfo de Maduro, con el 50.6% de los votos, por parte de Capriles, quien obtuvo el 49.1% del 78% del padrón electoral, dividirá, aún mas al país. Y, sin duda, la dificultad para gobernar será la orden del día.
La herencia financiera del gobierno de Chávez, es funesta, atroz. Ahora exhibida sin ambages, sin discursos distraccionales, sin chantajes sentimentaloides o el carisma del bolivariano, entrevera en toda su dimensión el dramatismo de la realidad.
Cuadruplicada la deuda externa, la interna por las nubes, devaluaciones incontrolables, el desaseo financiero es tal, que para que el rumbo, de la economía venezolana, se asiente, tendría que establecerse un plan al estilo Plan Marshall, similar al de la posguerra de la segunda guerra mundial.
El rigor económico extremo, afectaría a la sociedad, mas aun, en su economía, obvio, a los no chavistas, puesto que los beneficiados de los programas sociales ilimitados sin ninguna obligación son ellos mismos-los bolivarianos-, excepto, dar las gracias al gobierno y, favorecerlo en las urnas y en las marchas cuando se requiere.
Sin descontar las entregas petroleras a Cuba, Ecuador y Bolivia…
El horizonte venezolano no se vislumbra nítido sino lo contrario.