Norma Meraz
Tradicionalmente se ha tomado como modelo de alcancía a un cochinito donde se guardan los centavos y que se romperá cuando surja la necesidad de echar mano de lo que guarda esa figura hecha de barro.
Pues en “esta nueva historia de México” el gobierno romperá la alcancía que originalmente guardaba poco más de 300 mil millones de pesos, pero que ahora sólo tiene la mitad de ese monto en el Fondo de Compensación, ya que en el año 2019 se sacaron de esa alcancía 150 mil millones de pesos que se destinaron a Pemex cuando la empresa “productiva” del Estado había perdido 18 mil millones de pesos.
Ahora con la doble crisis, la de salud y la económica que enfrenta el país se hará uso los recursos de los Fideicomisos Públicos
Y lo que queda del Fondo de Compensación para paliar la tormenta.
La crisis económica que comienza a causar estragos proviene de una emergencia exógena a la economía: por un conflicto de salud.
El coronavirus bautizado como Covid-19 ha encerrado al mundo en casa y ha generado problemas con varias aristas.
En lo que toca a México, como es usual, hasta ahora es que la mayoría empezó a hacer compras de pánico. Le compra a China toneladas de implemento a médicos porque el contagio del virus crece día a día y, aunque ya estábamos avisados y viendo cómo invadía a otros países, hasta ahora decide el Presidente Andrés Manuel López Obrador sacar la billetera para adquirir lo necesario para atender a los contagiados y a los enfermos, más no para multiplicar las pruebas que aporten la información certera de cuantos asintomáticos caminan por ahí portando el virus.
Ya se presentan brotes en el personal de las clínicas del Seguro Social. Y, mientras, en el caso de los pacientes que fueron envenenados por aplicarles medicamentos caducos en el hospital de Pemex en Villahermosa, Tabasco, no se sabe nada: hay un silencio sepulcral, nadie toca el tema y menos conocemos a los culpables de esas muertes.
Esta crisis epidemiológica ha desnudado por completo a nuestro sistema de salud pública.
El régimen del Presidente López Obrador se ha caracterizado por regatear la inversión en salud e investigación científica y ahora espera que, con los presupuestos raquíticos que les otorgaron este año, los centros de investigación respondan como si contaran con los instrumentos necesarios para realizar su trabajo.
El año pasado fueron despedidos miles de empleados públicos en aras de la austeridad y el combate a la corrupción. Hoy muchos despedidos no encuentran trabajo y algunos manejan un Uber, cuando muchos de ellos deberían estar en sus puestos atendiendo la emergencia.
Con esta pandemia del Covid-19 se han cerrado miles de centros de trabajo. En el sector turismo es casi incalculable el número de desempleados; en la planta productiva, específicamente en las armadoras de autos y tracto camiones; el cierre de 11 plantas cementeras y el cierre de cientos de plazas comerciales a lo largo del país dejando como saldo hasta hoy de 347 mil trabajadores despedidos en tan solo 15 días. Esta cifra de desempleo es igual al número de empleos creados durante todo el año pasado, 2019.
En el informe reciente del Presidente López Obrador –por cierto con un formato como el que utilizaban sus antecesores priistas y panistas–fue un resumen de sus “mañaneras”, y apenas aportó unas cuantas novedades como la reducción a los sueldos de los funcionarios públicos de subdirector hasta el Presidente, además de la cancelación “voluntaria “del aguinaldo para todos ellos.
También dijo que se apoyaría a las microempresas –de las qué hay cinco millones–, pero solo se apoyará a un millón, con unos cuantos miles de pesos a partir de la primera semana de mayo.
Insistió en que las empresas no despidan a sus empleados, cuando de hecho se han roto cadenas de producción.
¿Qué no sería de lógica elemental dar facilidades a las empresas para que difieran el pago de los impuestos y así puedan seguir trabajando con lo que el gobierno captaría recursos para sus programas sociales y movería la economía?
En México, la inversión la hace en gran medida la iniciativa privada. Invierte 8 de cada 10 pesos.
López Obrador se comprometió a crear 2 millones de empleos fijos en 9 meses. ¿Cómo le hará si arrastramos un decrecimiento económico de 0.1% y para este 2020, se estima una caída de entre 5 y 8%.?
Una falta de estrategia hará que la crisis sea más profunda y con una lenta recuperación.
En materia económica y en medio de esta emergencia sanitaria preservar el empleo debe ser una prioridad.
México merece un programa económico sensato.
El gobierno estatista que concentra las decisiones en una sola persona, que cree que, solo con voluntad se resuelven los problemas está equivocado. Se requiere conocimiento específico y medidas adecuadas para la construcción de una estrategia funcional.
En estos momentos de crisis notamos una visión tardía del problema sanitario y todavía perdiendo tiempo el Presidente en reaccionar ante la inminente crisis económica.
El inamovible programa de inversión pública en infraestructura no le va a alcanzar. El Presidente López Obrador le apostó al petróleo y no le salió. Ahora que rompa el cochinito, verá que no es suficiente, amén de que se vaciará la alcancía, quedando sin ahorro para enfrentar cualquier otra emergencia.
La cadena de valor más la precarización del empleo, llevará al mundo a atravesar por una crisis sin precedente y México no está exento de caer en una vorágine de pauperización, igual que el resto de los países emergentes.
¡Digamos la Verdad!