La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Certificado de defunción: murió por una falla sistémica en las políticas públicas
Hace unos meses, el presidente López Obrador presumía que sus colaboradores deberían tener un 90% de honestidad y un 10% de experiencia.
Justo, la pandemia de COVID19, desmiente los ‘actos de fe’ del tabasqueño y muestra en toda su crudeza, el costo que implica elegir a personas que desconocen en absoluto, el área a la que son asignadas.
Es el caso de Zoé Robledo (por cierto, egresado del ITAM, la escuela de donde han salido muchos de los promotores del neoliberalismo mexicano), que ante la renuncia de Germán Martínez al IMSS (quien ya avizoraba que ‘la austeridad cuenta chiles’ metería en un berenjenal, mayor al ya existente, a la institución), fue habilitado como relevista, sin la menor práctica en el ramo de la salud pública.
La gestión de Robledo ha sido desastrosa y lo peor, es que se empeña en negarlo para refugiarse en el lugar común de la 4T: todo el embrollo es un complot de los conservadores.
El punto es que mientras Zoé, con la anuencia de su patrón, evade de la realidad, las protestas de los trabajadores del IMSS se replican por todo el país, lo cual es un (mal) augurio de lo que vendrá. La sana distancia debe aplicar, también, con los inexpertos.