EL SONIDO Y LA FURIA
MARTÍN CASILLAS DE ALBA
Judi Dench como Anne y Kenneth Branagh como Will en All is True.
Ciudad de México, sábado 25 de abril, 2020. – El jueves 23 de abril se cumplieron cuatrocientos cincuenta y seis años del nacimiento de William Shakespeare y cuatrocientos cuatro de su muerte. Dos eventos que sucedieron el mismo día del mismo mes, cincuenta y dos años después, para que de esa manera cerrara el círculo perfecto de su vida en un mismo lugar: Stratford-upon-Avon.
Durante el mes de abril lo celebraron en la TV con algunas versiones recientes de las obras de Shakespeare puestas en El Globo, como fue Tito Andrónico, donde escuchamos a Aarón, enterrado vivo con la cabeza al aire, echando pestes, diciendo, “desde este momento maldigo el día –a pesar de que me quedan pocos para que alcance mi maldición– en que no haya hecho algún mal, como asesinar a un hombre o tramar su muerte, violar a una doncella o imaginar el medio de acusar algún inocente, o sembrar el odio mortal entre amigos, retorcer el cuello a los animales de las personas humildes e incendiar sus granjas con todo y el heno para verlos queriendo extinguir el fuego con sus lágrimas.”
No sabemos si reír o llorar al terminar de oír lo que dice Aarón, así como al final de esta obra en donde la venganza es la columna vertebral, una después de otra, como si fuera el cuento de nunca acabar, hasta que todos se mueren.
Los sábados hemos visto la serie Shakespeare Uncovered en Film&Arts en donde combinan la historia de alguna obra con el análisis de la misma y algunas actuaciones icónicas acotadas por sus anfitriones, viejos actores que habían hecho el papel principal.
Por su parte, Kenneth Branagh dirige y hace el papel de William Shakespeare en la película All is True, (Todo es cierto) con Judi Dench como Anne Hathaway, quien fuera la esposa, ocho años mayor que Will, con quien se casó estando embarazada a finales de 1582 cuando él tenía sólo 18 años.
En esta versión, Shakespeare llega a su casa en 1613, después que se incendió El Globo durante una de las puestas en escena de Enrique VIII. Todo es cierto, tres años antes de morir.
En su retiro trata de digerir la muerte de su hijo Hamnet y otras situaciones familiares que le dan sabor a ese caldo. Ian McKellen es el viejo conde de Southampton que visita a su amigo para reclamarle que haya dejado el teatro, mientras recuerdan algunos sonetos en donde el poeta se refería al joven conde:
Señor de mis amores, a quien mi vasallaje
ha tejido con vigor el mérito a mi fidelidad…
Varios de los personajes de Shakespeare son vigentes y se siguen leyendo los Sonetos como lo había hecho Sting, el famoso cantante, como lo sabemos, cuando una noche salió a caminar y fue interceptado con cierta violencia por un borracho. Lo único que se le ocurrió fue declamar ese soneto en donde la voz del poeta declara que los ojos de su amada no son como el Sol y que el coral es más rojo que el rojo de sus labios y, que si es blanca la nieve, ¿por qué sus pechos son morenos?, y así sigue con otros defectos de su amada hasta que, al final, aclara que, bueno, ¡caray!, no sean así, que es mi novia:
Y, sin embargo, por el cielo, que mi amada es fantástica
y junto a ella, todas las comparaciones son falsas.
Al terminar, el borracho le quitó las manos de encima. Estaba seguro que ese que había dicho eso, estaba más loco que él. No sabía que todos somos actores que nos subimos al escenario una hora, aunque después nadie se acuerde de nosotros y seamos un cuento, contado por un idiota, lleno de sonido y furia que nada significa.
Tampoco sabía que “el recuerdo de tu amor trae tal riqueza, que me niego a cambiar mi estado por el de los reyes”, tal como le dijo el poeta al famoso conde antes de despedirse.