Emilio Ferrer
Encerrado en mi autoaislamiento en Sídney, hace ya semanas que vivo rodeado de las cifras del COVID-19. Cual cabalista buscando a un dios en los números, cada mañana desaparezco en el mar de datos que llega a mi computadora desde la Universidad de John Hopkins.
Mi objetivo ha sido encontrar una manera de comparar la evolución de la epidemia en diferentes partes del mundo. Así pues, en los últimos días he pasado muchas horas explorando las cifras del COVID-19 en México, no sin un cierto nerviosismo por lo que pudieran revelar.
Y es que me haría muy feliz que México se saliera de está crisis con el mínimo número de vidas perdidas. México es un lugar que nunca he visitado y al mismo tiempo un país por el que siempre he sentido un gran cariño. Mi afecto nació de las historias de mi abuela sobre la generosidad de México hacia los refugiados de la guerra civil española. Más tarde descubrí a Carlos Fuentes, a Octavio Paz y a la eterna Chavela Vargas que, aunque no nació en México, bien mexicana era.
Y mucho más tarde, también me enoje mucho con el maldito muro de Trump…
Calculando la tasa de incidencia
Para comparar la severidad de la epidemia entre países, el mejor indicador es la tasa de incidencia, normalmente expresada en función del número de casos por 100.000 habitantes.
Sin embargo, antes de poder calcular este indicador, hay que lidiar con dos temas.
En primer lugar, el número de casos en los datos oficiales es inevitablemente menor al número real de infecciones. Evidentemente, en los países que han realizado más pruebas, la cifra oficial de casos es más cercana a la cifra real. Y he ahí el problema: si todos los países subestimaran los casos de manera similar, eso no afectaría la comparación de la incidencia entre países. La dificultad es que cada país subestima el número de casos a un nivel diferente.
Pero, afortunadamente, la tasa de letalidad reportada por cada país nos da una pista de ese nivel de subestimación.
Por ejemplo, dado que no existe evidencia alguna de que el virus ha evolucionado para ser más letal en un país que en otro, la diferencia entre la tasa de letalidad en España (10,2 fallecimientos por cada cien casos) y la de Australia (1,1 fallecimientos por cada cien casos) no se puede explicar con los factores que podrían afectar a este indicador: la edad de la población, la calidad y la capacidad del sistema de sanidad, y el nivel de salud de la población en general.
La explicación de esta gran discrepancia solo puede ser que la cifra oficial de casos de COVID-19 en España subestima la cifra real mucho más que en Australia.
Para subsanar este problema, la cifra oficial de casos de COVID-19 se puede corregir con la tasa de letalidad reportada en cada país.
La letalidad del COVID-19 es un tema actual de debate en la comunidad científica. Estimaciones iniciales de una tasa de letalidad, de entre 1,0 a 2,0 fallecimientos por cada 100 casos, han sido ahora cuestionadas. Los estudios más recientes indican que la letalidad del COVID-19 podría estar más cercana a la de la gripe común (alrededor de 0,2 fallecimientos por 100 casos).
Para obtener un estimado más veraz que el número oficial de casos en cada país, he supuesto una tasa de letalidad máxima de 1,0 fallecimientos por 100 casos, con el objetivo de minimizar el inevitable error en cualquier estimación carente de estudios científicos definitivos.
En cualquier caso, mi objetivo no es tanto estimar el número real de casos como obtener una cifra válida para comparar la evolución de la epidemia entre diferentes países.
Aplicada a México, con datos hasta el 25 de abril, esta metodología implica una cifra de casos de 9,4 veces mayor que la de la cifra oficial. Esto significa que el número actual de casos de COVID-19 en México sería alrededor de 130.000, mientras que la cifra oficial es 13.842.
El segundo tema es cómo comparar la tasa de incidencia entre países donde la epidemia ha empezado en fechas diferentes. Para solucionar este problema, he desplazado los datos de cada país para que la comparación empiece en el día en que cada país alcanzó una incidencia de 1 caso por 100.000 habitantes.
Resultados
He comparado la tasa de incidencia de COVID-19 en México a la de nueve países que ofrecen una ámplia gama de severidad:
• España – donde la epidemia ha tenido consecuencias devastadoras.
• Estados Unidos – donde la epidemia también ha sido muy severa.
• Alemania – donde la epidemia ha sido grave, pero mucho más leve que en la mayoría de los otros países de Europa.
• Ecuador – el país de America Latina donde la epidemia está siendo más severa.
• Grecia – el país más pobre de la Union Europea, donde, sorprendentemente, la epidemia ha sido menos severa.
• Corea del Sur, Nueva Zelanda y Australia – países donde, hasta ahora, la epidemia ha sido controlada tan bien como se podría esperar.
El siguiente grafico muestra la tasa de incidencia de COVID-19 por 100.000 habitantes de cada uno de los 9 países, durante los 24 días después de alcanzar una tasa de incidencia de 1 caso por 100.000 habitantes.
Tasa de incidencia de COVID-19 por 100.000 habitantes
Índice de crecimiento de la velocidad de la epidemia
Los países con la tasa de incidencia más cercana a la de México son:
• Alemania – la incidencia en México es 1,1 veces más alta.
• Grecia – la incidencia en México es 1,5 veces más alta que en Grecia.
• Ecuador – con una incidencia 1,7 veces más alta que en México.
Los países con la tasa de incidencia más distante a la de México son:
• España – con una incidencia 15,9 veces más alta que en México.
• Corea del Sur – la incidencia en México es 6.4 veces más alta que en Corea del Sur.
• Australia – la incidencia en México es 4.5 veces más alta.
• Nueva Zelanda – la incidencia en México es 3.8 veces más alta.
• Estados Unidos – con una incidencia 3.8 veces más alta que en México.
Las conclusiones de este análisis traen consigo una buena y una mala noticia para México.
Por una parte, la trayectoria actual de la epidemia en México está muy lejos de la de los países con las incidencias más altas (Espana y Estados Unidos). Y es particularmente extraordinario que Estados Unidos, con todos sus recursos, con los mejores hospitales del mundo y con una excelente organización para la prevención de enfermedades (el CDC), no haya podído tramitar la epidemia mejor.
Al mismo tiempo, la incidencia de México también está muy lejos de la de los países con las incidencias más bajas (Nueva Zelanda, Australia y Corea del Sur).
El curso más probable de la epidemia en México es que siga los pasos de Alemania, en el mejor de los casos, o de Ecuador, en el peor de los casos.
Pero, en cualquier caso, vienen días duros…
Emilio Ferrer, Managing Director
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