Francisco Gómez Maza
• Banco de México se suma al apoyo a las pymes
• Veremos si los banqueros como roncan duermen
Como dijimos ayer lunes en este espacio, a México le irá, en el futuro inmediato, como al diablo de feria – no estoy seguro que, por la pandemia de Covid-19, que obviamente ha influido determinantemente en acelerar la bancarrota, pues esta crisis, con sabor de recesión, ya se venía preparando y alimentando desde antes del coronavirus-, y el Banco de México no se hizo esperar ahora.
Un algo tardío, el banco anunció un multimillonario portafolio de 750 mil millones de pesos para que el sistema bancario otorgue créditos a las pequeñas y medianas empresas y a las personas, enmendando así la política del pasado inmediato que, en situaciones de crisis, sólo salía a salvar a los grandes barones del dinero, con el pretexto insulso de “salvar las fuentes de empleo”. Y ahí tenemos sobre el lomo la multimillonaria travesura del Fobaproa, que heredó para 170 años (es decir, por lo menos dos generaciones) el sinvergüenza de Ernesto Zedillo.
El gobernador del Banxico, Alejandro Díaz de León, ha aclarado que la Junta de Gobierno del instituto bancario central cuidará que fluya el crédito a favor de Pymes y personas. Más le vale.
Pese a la aclaración de Díaz de León, el presidente López Obrador, en su conferencia de prensa matutina de este lunes, desde palacio nacional, como diciendo más vale que sobre y no que falte, y no digan que no lo advertí, pidió al Banxico tener cuidado y garantizar, con los créditos que destinará a las pequeñas y medianas empresas, que no se vaya a rescatar a quienes, antes de la pandemia del coronavirus, tenían problemas financieros. “Mucho cuidado. Debemos respetar al Banco de México y sus decisiones, pero sus reservas no son del Banxico. Son de su nación.”
Afortunadamente, ya todo el mundo ha tomado conciencia de que, desde ya, junto con las desgracias de la pandemia, los miles de enfermos y los cientos de muertos, ha empezado a deslizarse rápidamente la curva de Gini muy debajo de cero, lo que pondrá en entredicho toda la estructura económica del país y hasta podrían desencadenarse hambrunas en todo el territorio nacional, no sólo las anuales pasadas de hambre en territorios chiapanecos o chihuahuenses y en todas las zonas más paupérrimas del país.
Calculan en Washington, D. C., concretamente los impolutos y apátridas expertos del FMI, que la economía mexicana habrá “crecido”, al finalizar 2020, en (-)6.6%, una verdadera tragedia para un país en donde subsisten 80 millones de personas en la pobreza.
Ha dicho Díaz de León que el apoyo, ese de 750 mil millones, se necesita porque la contracción de la economía será muy significativa, en el lenguaje conservador y elegante de los banqueros centrales. Yo diría, cual reportero de pueblo, en lenguaje popular y prosaico de las barriadas de la Ciudad de México, que las cosas se pondrán muy cabronas para los trabajadores, de las clases medias para abajo.
Y serán muy duras, sobre todo porque la economía estadounidense, si no se declara en bancarrota es por orgullo, pero ya hay economistas, incluso de la casa blanca, cuyas estimaciones aseguran que estaría cayendo, hacia final del año, por lo menos un 12%, con una millonaria pérdida de empleos, por lo que no estoy seguro de que el producto mexicano no se derrumbe aún más. Un 6.6% me parece sumamente conservador.
Pero veremos si los banqueros como roncan duermen porque, como lo revela Díaz de León, están capitalizados y con una posición sólida para apoyar a quienes lo necesitan (¿Será?), a diferencia de crisis anteriores. Pero seamos optimistas y ya no pensemos mal. El hecho concreto es que, entre los apoyos que ha anunciado el gobierno federal y los que ha anunciado el banco central, para las pequeñas y medianas empresas y las empresitas, como el tendajón de la esquina, dicen que vamos a salir adelante, lo cual para este escribidor (sigo pensando mal; soy muy sospechosista) es increíble.