La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Cuando de títeres se trata, el golpe repercute en el titiritero
El fallo del pleno de la Suprema Corte de Justicia, en contra de la llamada ley Bonilla, es un asunto fundamental contra las intentonas de un grupo político que buscaba extender, con una seudo legislación a modo, el periodo de gobierno para el que fue electo.
Además, la decisión cobra resonancia, porque fue tomada en forma unánime, es decir, los 11 ministros le dieron para atrás a la chicana, a la que no tan sólo tacharon de inconstitucional, sino que el ministro presidente, Arturo Zaldívar, la denominó como un ‘fraude constitucional’.
Muchos podrían suponer que la revisión del caso fue mero trámite, porque el entuerto sudaba ilegalidad, pero no fue así, las presiones sobre los ministros de los sectores a favor de Jaime Bonilla fueron intensas, por lo que, insistimos, el hecho de que la hayan rechazado fue unas demostración real de autonomía, a pesar de todo y de todos.
En el futuro inmediato, se avizoran más casos controversiales, por lo tanto, la SCJN puede, y debe, erigirse como un contrapeso legal al Poder Ejecutivo, porque en lo que corresponde al Legislativo, la mayoría se encuentra sometida a los designios de YSQ.
Lo paradójico de todo esto, radica en festejar que los mandones de la Corte hicieran bien su trabajo, cuando debería ser parte de la normalidad democrática, en fin…