La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Después de la lobotomía, todos fueron, jodidamente, felices
Dice el presidente López Obrador, que ‘trabaja’ en un ‘nuevo’ índice que mida la felicidad del pueblo, mismo que será alternativo a la evaluación del Producto Interno Bruto (PIB).
Y cuando dice que ‘trabaja’, es porque él mismo lo concebirá, no vayan a pensar que alguien lo redacta, así como sus libros y ensayos, el tabasqueño se desvela tecleando sin cesar. No sería de extrañar, que también nos informaran que cocina los tamales de chipilín.
En este sentido, preocupados por su salud, le sugerimos al señor presidente que haga una búsqueda en Google, para que no se quiebre la cabeza. Después de unas décimas de segundo, descubrirá que la ONU hace tal medición, por lo tanto, qué caso tiene duplicar.
A no ser que, siendo mal pensados, alguno de sus escribanos, perdón, asesores, ya le informó del mentado Índice Global de Felicidad, el tema es qué, para medir la felicidad, el ingreso Per Cápita (que se deriva del PIB), es parte fundamental, junto con otros ítems.
Por lo tanto, nuestro Adam Smith, versión tropical, se sacará de la manga una medición que mande al diablo el valor de todos los bienes y servicios producidos, o sea, el PIB.
Sumando otra dosis de malos pensamientos, suponemos que don Andrés comenzó el control de daños para cuando se informe que la caída del PIB en 2020, será la peor en décadas. Cuando esto ocurra nos dirá: yo tengo otros datos, somos felices, felices, felices.