Joel Hernández Santiago
Una buena noticia, en medio de este mar de pesares en el que estamos sumergidos por estos días en México, fue la de que el partido Morena, en la Cámara de Diputados federal, tuvo que recular en su decisión de desaparecer el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine).
Esta propuesta del diputado Mario Delgado, y apoyado de forma enfática por Dolores Padierna, aunque impulsados desde la Presidencia de la República, causó una verdadera conmoción y rechazo en el sector cultural del país, como también ocurre en distintos áreas de la creación, la educación, investigación científica, humanística y rural porque se pretende eliminar otros 43 fideicomisos
Algunos de ellos evidentemente indispensables y cuyas aportaciones son inversión y no recurso perdido, como por ejemplo:
El Fondo para Desastres Naturales; de la Financiera Rural; el Fondo para la protección de Defensores de Derechos Humanos y Periodistas; Fondo para la Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico del IPN; Fideicomiso para la Investigación de la Salud; Fondo para la Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua… y así hasta 44 que son, y cuyo monto total es por 91 mil 077 millones de pesos, aunque el beneficio social es mayúsculo.
También es un hecho muy bueno en democracia que cuando se está a punto de cometer una aberración legislativa, por mandato supremo –ya en la Cámara de Diputados o de Senadores-, como es este caso, sólo la voz potente y con argumentos fundamentados de la sociedad, se consigue que se suspendan esas decisiones sin sentido, sin razón, injustas y dañinas para millones.
En el caso de la permanencia de Fidecine, tuvieron que encabezar el rechazo a su desaparición directores de cine como Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu quienes si bien no requieren de este apoyo en este momento de su carrera, saben que en México muchos cineastas, creadores, guionistas, actores y actrices, fotógrafos y tantos más que viven de esta industria si lo requieren para hacer cine y para llevar solaz, diversión, cultura, arte… a todos los mexicanos y para extranjeros fuera del país.
Desaparecer a los fideicomisos en México fue una decisión del presidente López Obrador el 2 de abril pasado, a través de un decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, para extinguirlos porque, según se argumentó, representan más de 700 mil millones de pesos, los que “habrán de utilizarse para fortalecer el sistema de salud nacional.”
La instrucción fue para dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, como para los Tribunales Agrarios. También se contempló la desaparición de “fideicomisos análogos de carácter federal en los que estas dependencias funjan como unidades responsables o mandantes.”
El presidente solicitó a los ejecutores de gasto que a más tardar el 15 de abril de este ejercicio fiscal, entregaran a la Tesorería de la Federación todos los recursos públicos federales que tienen bajo su administración y que, a partir del 2 de abril, no deberían ejercer o comprometer recursos de dichos fideicomisos públicos.
En cuanto a la desaparición de los 44 de la lista que anunció hace unos días la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados, han tenido que detenerse; aceptan los legisladores de este partido que ‘se precipitaron’ pero que de todos modos van a estudiar cada uno y con base en un “Parlamento abierto”, se tomarán las decisiones finales, según Mario Delgado. Esto es: primero hacer consultas entre los involucrados y luego tomar la decisión.
Pero cuidado. De esta manera Morena y sus legisladores se lavan las manos respecto de la decisión que pareciera ya está tomada, y se vuelve a esa figura aberrante de la deliberación popular inducida porque, al final de cuentas, como ha ocurrido en muchos otros casos, se convoca a Foros de Consulta, pero al final no se consideran las propuestas que se vuelcan en ellos y sí se toma la decisión en base a criterios predeterminados por el Ejecutivo y/o de la mayoría legislativa.
Hay que estar alerta en la forma en que se tomará esa “decisión final”, toda vez que si como dicen, en algunos de estos Fideicomisos ocurren fenómenos de mala administración, estos se corrijan mediante procedimientos administrativos o legales, si fuera necesario. Pero aun así, no se corta el árbol simple y sencillamente porque una rama está descompuesta.
Importa ahora que se aprenda la lección: La de que la participación organizada, bajo estrictos argumentos con razón, sólidos, sin complicaciones de tipo partidario o de compromiso político; que se imponga lo justo y se exija que los legisladores actúen como representantes populares y no como representantes del poder político en el gobierno.
Exigir a los legisladores que cumplan con su responsabilidad con los ciudadanos está en democracia. Es ley. La soberanía radica en cada uno de nosotros. NI más, ni menos.
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