Por Arturo Sandoval
“A veces, olvidar es la única forma de volver a la normalidad”. M. L. Stedman
“No es que me incomode, pero salir a la calle puede resultar un poco desagradable. No puedes moverte con normalidad”. Tom Hanks
No se puede hacer un mercado sobre ruedas virtual, ni poner botes de tamales en cada esquina para venderlos por Internet. Podríamos imaginar un puesto callejero de garnachas o de tacos de cabeza por Amazon, pero… ¿Cómo?
Ya hoy, Tepito amanece imponiendo la normalidad anterior sin respeto a la nueva normalidad, aún en semáforo rojo. Pero el semáforo rojo, amarillo, naranja no se han respetado nunca en varios lugares de la Ciudad de México ni de los Estados. Basta darse una vuelta a los pueblos del Ajusco, donde la gente convive como si no existiera la emergencia del virus.
A medida de bajar un poco más esta montaña del sur de la Ciudad, se empieza a ver gente con tapabocas, mascarillas, usan gel y no siempre respetan la distancia de dos metros entre personas.
Muchos empleados son felices con el trabajo en casa; otros no, trabajan más horas, como los maestros de primaria, secundaria y preparatoria. Tienen encima todo el día, todos los días; no sólo a sus patrones, también a los padres de familia en constantes reclamos y con diferentes direcciones. Son verdaderas víctimas de la cuarentena. No dudamos se replique esto en otros empleos con jefes tiranos. Si bien los maestros ahorrarán un poco en transporte o el sándwich del recreo, también se encarece su vida al gastar más dentro de su hogar: luz, agua, su propio equipo particular como: espacio de trabajo, computadora, Internet, teléfono y mobiliario.
La nueva normalidad tomará en cuenta en casos de clases en línea, algunas presenciales y la combinación de ambas, siempre y cuando el alumnado cuente con computadora e Internet como mínimo. La cuarentena muestra lo difícil de no invadir espacios del hogar destinados a otras funciones. Estos modelos serán adoptados por muchas empresas al ver la funcionalidad de puestos sin necesidad de la presencia en oficinas físicas.
Lleva a cambiar condiciones laborales nuevas, para requerir la intervención de la Secretaría del Trabajo, en defensa de empleados que hagan trabajo en casa y exija a las empresas cubrir parte de los gastos de luz, agua y ocupación y adecuación de un espacio dentro de la casa, se pague o no renta, equivalente en metros cuadrados de lo ocupado para las labores profesionales. Deberán dotar sin costo para el empleado: mobiliario y equipo con sus insumos, Internet, entre cosas adicionales a cada necesidad profesional.
Cuando el trabajo en casa tenga un aumento considerable de forma institucional, las empresas emigrarán a oficinas mucho más pequeñas o en casos ni siquiera necesitarán oficinas físicas. Podrán no gastar en renta, luz, agua, mantenimiento, vigilancia, etcétera.
Figuremonos Santa Fe, Insurgentes o Reforma con un 70 u 80% de edificios de oficinas vacíos. Negocios alrededor sufrirán perdidas para llevarlos al cierre parcial o total. Hasta el bolero de la esquina se las verá negras.
Pero no todo se perderá; las oficinas se convertirán en condominios habitacionales con un muy especial cuarto o estudio, equipado para el Home Office. Con orientación especial para recibir luz natural y vista lo más agradable posible. Con barreras para el ruido, las mascotas y los niños. Será el plus de los nuevos departamentos y casas en la “Nueva Anormalidad”. Quizás algunos cuenten con una pared verde y se use para proyectar imágenes, presentaciones o simulacros.
Ya “encarrilado el ratón”, podríamos visualizar parte de Perisur convertido en departamentos de lujo. La capacitación obligatoria de las empresas para enseñar el uso de aplicaciones para video conferencias y otras funciones en la actualización cibernética a todos sus empleados. No hay mucho tiempo para esperar estos cambios, quizás dentro de las prestaciones obligatorias de las empresas, esté proporcionar equipo para hacer ejercicio y sus empleados tengan mejor salud. Si lo ven como inversión, seguro todos se beneficiarán, además sería deducible. Repito, el respeto a los horarios de trabajo debe ser inevitable.
Los autos se usarán muy poco, el transporte público disminuirá, la bicicleta se convertirá en transporte ideal en distancias medianas y cortas. Los huertos familiares en departamentos y casas podrán aumentar. Las familias serán más autosuficientes en este curso intensivo de mantenimiento del hogar. Las asesorías para mantener salud mental estarán al alza seguramente.
Diputados y senadores ya no se dormirán en las sesiones del Congreso en su curul, hoy legislarán desde su cómoda camita con su obligado “coyotito”, y si les da la gana: una cuba en el buró.
Bueno, la verdad esto es sólo un ejercicio de la imaginación de lo aún desconocido.
NOTA: el destino no nos alcanzó, ya nos rebasó hace tres meses. Llego antes de lo esperado , quizas en una forma disruptiva de gobierno electrónico, con base en la tecnología blockchain.