Jorge Miguel Ramírez Pérez
Estudiosos de los movimientos de izquierda como Wallerstein y Arrighi, han estado profetizando el desastre mundial y la caída del capitalismo desde finales del siglo pasado, enfocan sus transiciones geopolíticas con la intervención de movimientos antisistémicos; pero no ha sucedido así. Unos, como George Soros operan el financiamiento de esos grupos a nivel mundial; y otros más, lobos con piel de oveja como Obama, o Lobas, -en la tradición anglosajona de She Wolf- como la tía Hilaria, son incansables conspiradores de tiempo completo, buscan sacar raja de las inestabilidades.
Los intelectuales que analizan los estallidos internacionales afirman que en este 2020, está en proceso la tercera Revolución Mundial; se basan en dos revoluciones mundiales anteriores: la de 1848 y la de 1968. La primera fue la inspiración, según Wallerstein para que Marx, el padre de las diabólicas destrucciones enraizadas en el odio, le denominara a ese fantasma perturbador con el nombre de “comunismo” y así redactó su Manifiesto Comunista. La segunda fue producto de la ira estudiantil, Berkeley, Paris, Praga y México; son los ejemplos notorios.
Afirman que no hubo una mano específica, un país o un partido que promoviera esas algaradas violentas; sin embargo, la lectura cuidadosa nos muestra que, en todos esos brotes de inconformidad destructiva, estuvieron los planificadores anarquistas y las izquierdas mundiales.
En estos días la carne de cañón es ANTIFA, un consorcio anarquista y comunista, del lumpen proletariat, término despectivo, forjado por el mismo Carlos Marx, para designar a los que hoy sencillamente son loosers, quienes por cierto decía el barbudo embaucador, le hacen el juego al poder de lo lindo, porque anticipan el salvajismo como regla; lo que les quita la estratagema a los comunistas fríos, de dirigir la rabia a su conveniencia.
Los desmanes en Estados Unidos por el pretexto de la muerte eso sí, arbitraria, de un hampón, George Floyd o en Jalisco, y en la capital, por la violencia innecesaria de la policía municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos, contra la vida del albañil, Giovanni López; solo fueron los eventos macabros, que acariciaban los sanguinarios para vandalizar, con más muertes y heridos, en medio del caos de la pandemia. Esperaban la primera oportunidad para “agudizar los conflictos”, engordarlos, como afirmaban los bolcheviques leninistas en la Revolución rusa. Allí como en otros lugares, fueron baños de sangre inacabables, primero contra los políticos, luego contra los ricos, después contra la clase media y por último entre ellos y contra la masa.
Solo en 1848 hubo banderas concretas, ni en 1968, ni ahora, las hay; aún cuando lo que sucede es una transición geopolítica mundial donde los principales protagonistas son: China, Estados Unidos, Rusia, Europa y el Medio Oriente; y el reacomodo lo escribíamos hace algunas semanas, auguraba más violencias, no solo el Covid 19. En eso estamos.
En 1848, las desesperantes condiciones de la producción industrial desconocida por la humanidad entonces, reflejaba un desorden sin precedentes. Del campo acudían hombres y mujeres a tejabanes improvisados en pueblotes, no ciudades, estas se desarrollaron después; donde no había oferta de vivienda, de educación, ni de servicios hospitalarios y religiosos. Iban a trabajar sin baños, sin pisos, en lodazales, con los hijos ahí; y sin horarios porque las labores eran de acuerdo a la naciente demanda de bienes manufacturados, espontáneos. Toda Europa y sus colindancias, sufrieron los acontecimientos que dejaron muertos y destrozos incalculables. En 1867 el Mariscal de Hierro del primer Reich, Otto Von Bismarck implantó en Alemania los derechos sociales y se llegó a un acuerdo de poder: estatizar la vida comunitaria de las personas y manejar la alternativa del voto para acceder al poder para cambiar la ideología en curso.
En 1968 no fue la masa trabajadora sino los estudiantes los que estallaron derrumbando protocolos, vandalizando todo a su paso; pero lo que sucedió, solo afianzó el poder de los estados con modificaciones internacionales, por ejemplo, muchas instituciones tuvieron una reconversión: el BIRF, que sirvió para reconstruir los daños de la guerra mundial que terminó en 1945, se reinauguró como Banco Mundial, un ministerio mundial rector del bienestar. Sucedió algo parecido con el FMI y otros organismos.
El 68 trajo también, la popularización de las universidades y con ello, su baja calidad educativa; el reconocimiento del izquierdismo en Occidente en los esquemas formales, y una mayor penetración de los estados en la economía. En diez años ese modelo era obsoleto y se tuvo que liberalizar la economía. Y el capitalismo, en sus modalidades de estado o con menos estado, siempre salió triunfador.
Hoy es ANTIFA la matriz, un engendro que se hace llamar antifascista, dirige el terror, con tácticas criminales. Es un espectro que viene de Europa. En Inglaterra, Alemania y Rusia conocen sus efectos, pero en las Américas no se conocían.
Un experto en temas del comunismo, Trevor Loudon le dijo a un medio: The Epoch Times que Antifa es solo una parte del panorama, y señaló que “todos los partidos comunistas o socialistas importantes en Estados Unidos han estado involucrados en estos disturbios y saqueos desde el principio”. Entre ellos: “el Partido Comunista de los Estados Unidos, la Liberation Road, la Organización Socialista Camino de la Libertad, los Socialistas Democráticos de América, el Partido Comunista Revolucionario, el Partido Mundial de los Trabajadores y el Partido Socialismo y Liberación”, y también según las noticias: ya fueron detenidos personeros del terrorismo internacional cubanos y venezolanos.
Testigos hablan de un despliegue de destrucción organizado, con piedras y ladrillos sueltos colocados en lugares clave. Muchos de los manifestantes pacíficos e ingenuos, aunque rechazaron la violencia, sirvieron para escudar las agresiones. Atrás están también, los radicales demócratas, que quieren impedir que Trump repita. Pero lo que hacen, es forzar una polarización de la que el inquilino de la Casa Blanca, no duda será el vencedor a la hora de las decisiones.
Y en ese contexto la pregunta es: ¿Qué hace Citlalli en Guadalajara con un ANTIFA-Morena, y con delincuentes? ¿Desde cuándo será la portadora de esa franquicia en la que se ve la alianza con el Foro de Sao Paulo? Me parece que no contribuye al decadente prestigio de Morena, sino a polarizar al país y todo indica, con fines egoístas, para que Ramírez Cuéllar no la siga auditando de los fondos de ese Partido.
El hecho es que allá y acá, ya empezó el derramamiento de sangre y están ligados los panoramas, pero al revés. Analícelo.