Francisco Gómez Maza
• Mucho ruido en la red y los medios
• Los opositores tienen que organizarse
Después de oír mucho ruido en la red y en los medios masivos de “comunicación” (prensa escrita, radio y tv), quien observa se queda con la sensación de que en México no existe, por el momento, la oposición política. Y se ve que, pese al ruido y a sus errores, muy cuestionados inclusive por correligionarios destacados como Porfirio Muñoz Ledo, AMLO tiene un camino muy amplio y despejado para lograr los objetivos de gobierno que se propuso desde siempre, porfiado como es.
Nadie le quitará de la cabeza, por ejemplo, que los megaproyectos son “indispensables” para el desarrollo de la economía nacional; nadie lo podrá convencer de que el Tren Maya es antiambientalista y generador de más pobreza entre los pueblos indios; nadie podrá convencerlo de que lo que cuenta, desde ya, sobre todo con la experiencia dramática de la Pandemia, son las energías limpias o el impulso a la creación de pequeñas empresas que creen millones de puestos de trabajo, en vez de regalar el dinero que se acaba en el camino entre la sucursal bancaria y el regreso a casa.
Pero lo que algunos llaman oposición es únicamente una bravata, un pataleo de quienes fueron borrados del mapa político en las elecciones de 2018, que entronizaron a Andrés Manuel López Obrador por una mayoría de 30.000,000 de votos.
Lo que queda de descontento “institucional” – Movimiento Ciudadano, Partido de la Revolución Democrática, PAN y su cismático México Libre y PRI– tiene ante sí una pendiente muy cuesta arriba que remontar para quitar a López Obrador de la Presidencia, en la votación de revocación de mandato, que es otra de las estratagemas del tabasqueño para entrampar a quienes lo detestan.
El problema de quienes no quieren a López Obrador es que pareciera que desconocen que un gobierno no se quita con gritos y sombrerazos, sino con organización político electoral, de lo que, seamos sinceros, no cuentan los pequeños partidos y corrientes que arman el griterío. A Morena sólo lo pueden anular con votos o con armas, pero a estas alturas de la historia, los golpes de estado resultan obsoletos después de la experiencia obtenida por las fuerzas armadas de la mayoría de los países latinoamericanos.
(En realidad, AMLO no está engañando a nadie. Sólo está poniendo en práctica el programa de gobierno que prometió a sus millones de seguidores, desde que decidió buscar ser presidente de México, esté uno o no de acuerdo con él; diga uno que es un presidente de puras ocurrencias).
Así, los partidos llamados de oposición, junto con empresarios, políticos, intelectuales y periodistas molestos con el “modito” de “López”, a quien le encanta provocar a quienes lo detestan, están muy lejos de lograr la cohesión necesaria para superar a los seguidores del tabasqueño.
Se ve imposible que, con marchas de automóviles lujosos y bocinazos contra el “comunismo” y el “chavismo”, los descontentos logren que se vaya AMLO a su rancho en la ciudad chiapaneca de Palenque.
(Cómo me recuerda esta situación a aquel veterano movimiento católico-empresarial de la década de los 60, cuyo grito de batalla fue “Cristianismo, sí; Comunismo, no”, lema que se veía en pegotes azules, en paredes y cristales de autos y ventanales). Y no se impuso ninguno de los dos. Porque no me diga usted que los mexicanos son muy cristianos. Se confunde “mochería” con “cristianismo”. Pobre de Cristo.
El partido de López Obrador, Morena, mantiene, hoy por hoy, las preferencias electorales para las elecciones del año 2021, cuando los 32 estados del país tendrán comicios locales y se elegirá un total de 21,368 cargos, 15 gubernaturas; se renovará el Congreso Local en 30 entidades federadas (un total de mil 63 diputaciones), alcadías de 30 estados (mil 924 puestos) y 431 juntas municipales. Y se renovarán 500 curules en la Cámara de Diputados.
No se ve por dónde el panismo pueda unificar a las “oposiciones”, pese a la campaña negra en contra de López Obrador, que está vivo y coleando.
No basta que PAN, MC, PRD formen una alianza electoral (Pareciera que el PRI no va con estos). Tienen que prepararse en serio (Ya debían de haber comenzado a hacerlo) para integrar una fuerza que supere totalmente a Morena, lo cual, por el momento, como dicen en mi terruño, está en la cola de un venado.
Con ruido en la red y bravatas en los medios tradicionales no se tira a un gobierno. Y menos a un gobierno que sigue teniendo mayoría. Es absolutamente indispensable una oferta política superior a la del contrario para defenestrar a éste. Y, pese a la propaganda, nadie la tiene por el momento. Ninguno es la alternativa que presume ser.
Los gobernadores panistas no tienen el consenso de la mayoría – ni siquiera en sus propios corrales – para desviar el rumbo de Morena y de López Obrador. Y si existiese el BOA (Bloque Opositor Amplio), develado por el propio López Obrador en una de sus mañaneras, lo que ocasionó burlas y “memes” en las networks y en los medios tradicionales, no parece ser una opción electoral. Está conformado por demasiados “jefes” y nulas “fuerzas vivas”. Y los “jefes” sólo van por lo suyo.
Con todo, hay un dicho muy de mexicanos: “Todo es posible en la paz” …