Laberintos del Poder
Emilio Trinidad Zaldívar
No cabe duda que la política y los cargos públicos se construyen a base de complicidades. Un ejemplo de ello es lo que se viene gestando en el Senado, con el apoyo del presidente de la Junta de Coordinación Política, Ricardo Monreal Ávila, para que sea Alejandro Armenta Mier quien presida la Mesa Directiva, en sustitución de la tabasqueña Mónica Fernández.
Según se rumora, el ex gobernador de Zacatecas no quiere ver a su propuesta para suceder a Luis Miguel Barbosa expuesto a una posible derrota ante Eduardo Rivera o el propio Antonio Gali Fayad, en la elección que viene a la alcaldía de la capital poblana.
Al hábil político y claro aspirante en su momento a la Presidencia de la República, no le importa el pasado ruin, ominoso, turbio, mezquino, de excesos, de abusos de poder, que tuvo el ex priista cuando orgullosamente se pavoneaba como colaborador cercano al innombrable Mario Marín, del que fue su discípulo, y hoy Monreal prefiere cuidarlo para cuajarlo como el abanderado de Morena al gobierno del estado de Puebla.
Cuando Alejandro Armenta Mier presidió el Comité Directivo Estatal del PRI, por ahí no solo pasaron millones de pesos del erario público para medios y columnistas locales, sino vetos indebidos y votos inventados.
Era, entre algunos otros, la mano que censuraba aspiraciones desde el supuesto democrático tricolor, y al embarrar de dinero a directivos de diarios estatales, les ordenaba la nota de ocho columnas para decir quién sí y quien no, podía aspirar a un cargo de elección popular: Que le pregunten a Blanca Alcalá Ruiz.
Ese personaje autoritario, de conducta caciquil, hoy busca afanosamente quedar al frente de esa enorme responsabilidad, con la promesa de Ricardo Monreal de que de ahí saldrá a la candidatura al gobierno del estado sin necesidad de sudar la camiseta y mucho menos de correr riesgos de fracasos electorales, porque de darse y perder el ayuntamiento de Puebla en manos del PAN, no podría aspirar a ocupar el cargo que ostentó su querido jefe, el famoso “gober precioso”.
Armenta quería todas las canicas para él. Chiflar y comer pinole al mismo tiempo, pero es mejor desde la comodidad del Senado, con un padrino de ese tamaño, esperar mejores tiempos, porque los actuales, con Barbosa peleando con todos, en jaloneo permanente, la elección del 2021 está en riesgo para los del partido guinda, ya sean de corazón o arribistas.
El antes incondicional a Mario Marín, que como líder del PRI en el estado atizaba con todo cada que podía las aspiraciones de Andrés Manuel López Obrador, al que le decía loco, quería -y quiere- cerrarle el camino a otro serio aspirante al ayuntamiento de la capital poblana, Fernando Manzanilla Prieto, que fuera secretario general de gobierno de tres Ejecutivos estatales, coordinador de campaña de dos, y hoy flamante diputado federal.
Es de tal calaña política Armenta Mier, que de llegar a ser Fernando Manzanilla -en el hoy remoto pero no por ello imposible- candidato de una coalición encabezada por Morena a la alcaldía de la ciudad de Puebla, haría todo lo posible para que su “compañero” de partido saliera derrotado en ese proceso, porque quien llegue a encabezar el gobierno capitalino de la entidad, tendrá boleto para disputar la gubernatura, y ese escenario no le conviene al senador marinista.
Pronto se sabrá en qué termina este asunto, pero lo que es un hecho, es que Ricardo Monreal quiere colocar en puestos claves a sus hoy supuestos incondicionales, sin importarle su pasado, para lo que vendrá en el 2024.
La complicidad por encima del prestigio, del respeto, de la credibilidad de quienes utilizan la política para enriquecerse, no para servir a los marginados, al pueblo en general, es la prioridad.
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