La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Era tan plástico que sus calenturas políticas lo derretían
El doctor Hugo López-Gatell, se presentó ante el presidente López Obrador como el remedio efectivo ante la pandemia de COVID19 y acabó siendo una peste para la 4T.
No sobra decir que durante la plaga de influenza AH1N1, el galeno trabajaba como titular de Epidemiología, no obstante, fue cesado por la inconsistencia de su información, pero como era el sexenio de Felipe Calderón, quizá eso le sirvió ante el tabasqueño.
Desde el inicio, el funcionario diseñó una estrategia informativa basada en la propaganda, no en la transparencia, para ello desacreditó la realización de pruebas y restó importancia a los contagios, propuso el método predictivo Centinela, tomando como base, deliberadamente, un cálculo erróneo, hecho que fue evidenciado por expertos en estadística.
Enfermo de vanagloria, López-Gatell desestimó las advertencias y azuzado por el ‘no estás solo’ de su patrón, se aventó un triple mortal sin red al seguir manipulando los datos.
Durante sus conferencias ha politizado el fenómeno y ataca, a la ligera, a los gobernadores opositores al gobierno federal, busca presentarlos como irresponsables.
El colmo fue el retorno a las actividades sin planeación, se instaló un semáforo de riesgos al que nadie hace caso y ante las observaciones de la OMS, Hugo, cobarde, repartió culpas. Hoy, el médico se convirtió en un lastre y apesta tanto, como un muerto insepulto.