Jorge Miguel Ramírez Pérez
Faltan aproximadamente 100 días para la elección en los Estados Unidos y los demócratas a pesar de que las encuestas les favorecen por ahora, están aterrados de que Donald Trump les vuelva a recetar la misma fórmula que los tiene fuera del poder presidencial.
La lógica política indica que el montaje de las protestas contra “el racismo y la violencia policiaca” están instigadas por liderazgos demócratas que se han montado sobre los resentimientos de los afroamericanos, y sobre los intereses de los activistas también demócratas que ya no tienen los subsidios para manifestaciones que les suspendió Trump.
Los demócratas urgen de algo más que catapultar el asunto de George Floyd, que ya no da para más; solo se mantiene viva esa protesta en lugares tradicionalmente demócratas como Seattle. El tiempo corre y la ventaja puede desvanecerse; eso incluye que las vacunas para aplicarse al Covid19, llevan buen rumbo que le quitará presión a Trump. Por lo pronto en Europa se publican en medios de bajo perfil, datos que afirman la conducta pervertida respecto de prácticas sexuales con menores y otras de Hillary Clinton, la indudable cerebro de los demócratas.
Pero algo más temen los estrategas del Partido Demócrata que en boca del candidato casi oficial de los demócratas, Joe Biden declaró hace pocos días, que va a impulsar la educación religiosa del islam en las escuelas publicas de los Estados Unidos. “I wish we were taught more in ours scools about the islamic faith”
¡Algo insólito!
Lo que se compromete Biden cimbraría toda la estructura constitucional de los Estados Unidos, porque pone en duda la primera enmienda, que prohíbe explícitamente que el gobierno adopte medidas que impongan normas oficiales, como la de imponer enseñanzas religiosas para favorecer una religión; sino que además de lo estrictamente jurídico está lo político, porque esa religión en sus variantes ortodoxas ha atentado mediante formas terroristas a los estadounidenses.
La razón de Biden, es lograr el voto de millones, sí millones de musulmanes que son actualmente ciudadanos de los Estados Unidos y quieren como prioridad se erradique todo tipo de cultura cristiana y sea impuesta la religión musulmana, que no hace diferenciación entre el gobierno y la religión, para los islamistas los califas son jefes políticos y a la vez religiosos.
Políticos musulmanes como los representantes demócratas: Ilhan Omar, de Minnesota, André Carson, de Indiana; y el fiscal estatal de Minnesota, Keith Ellison que apoyaban en el pasado al Senador socialista, Bernie Sanders; ahora lo harán por Biden…
La organización Emgage Action es la que canaliza la Cumbre de Votantes Musulmanes, que impulsa a Biden, las posiciones extremistas de Emgage, son desgastantes, tanto que ni Obama con todo y sus inclinaciones culturales islamistas, ni tampoco la Clinton han dejado de verse con los directivos de la organización en público en el pasado.
Por alguna razón Biden correrá el riesgo de tomar compromisos con los islamistas estadounidenses, y seguramente Trump no se va a quedar cruzado de brazos. Solo falta que Lozoya admita que la reforma energética de México, se elaboró como se ha publicado antes, en el escritorio de Hillary en el departamento de Estado…
Lo que viene, viene fuerte…