Aunque en Estados Unidos, a través de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés), se autorizó la comercialización del sistema IQOS, un “producto de tabaco de riesgo modificado”, las autoridades en México han prohibido la importación de estos dispositivos, pese a que son una alternativa que expone a los fumadores a menos sustancias dañinas que el cigarrillo común.
De acuerdo con la FDA, los productos de tabaco calentado (PTC), al no quemar su contenido, reduce significativamente la exposición de los fumadores a los químicos tóxicos del humo del cigarro convencional, un importante avance científico que, además, no sería intrusivo para terceros (fumadores pasivos).
El objetivo de varios países es un mundo libre de humo. Pero en México aún hay 15 millones de fumadores, por lo que la comunidad científica, organizaciones, consumidores y la industria tabacalera ofrecen alternativas para reducir el consumo de cigarrillos clásicos. En total, 14 millones de personas en el mundo usan el sistema de calentamiento de tabaco y, de ellas, 10 millones dejaron por completo el cigarro convencional.
Esta alternativa, que expone 95% menos a sustancias nocivas que los cigarrillos normales, debería ser regulada por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y estar disponible para los consumidores mexicanos, lo que también beneficiaría indirectamente al sistema de salud pública.
Un caso de éxito es el registrado en Japón, por ejemplo. Desde que se comercializan los PCT, las ventas de cigarros cayeron 20%, lo que no se logró con la alza de impuestos ni las severas restricciones.
Por ahora, más allá de la afirmación de la FDA de que los aerosoles de estos productos contienen “niveles considerablemente menores de cancerígenos potenciales y químicos tóxicos que pueden dañar los sistemas respiratorios y reproductivo”, los involucrados en el tema piden al gobierno de México tomar en cuenta la información científica disponible y entablar un diálogo para su pronta regulación.