MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Por los rumbos de las mañaneras tienen silla de pista individuos que se asumen periodistas, cuya misión es hacer preguntas de aparente autoría personal pero los delata el extenso capítulo del libreto que les toca leer para lucimiento del inquilino de Palacio.
El objetivo es el mismo: desviar la atención del electorado hacia temas de escándalo y de suyo justicieros, es decir, la mascarada que oculta al tema sustancial como es el caso de la pandemia que se encamina a escenarios de terror.
¿No aterra haber superado los 50 mil muertos por Covid-19 echándole tierra a la declaraciones de la dupla López del 11 de febrero último en el que despreciaron las proyecciones que, desde la Organización Mundial de la Salud, se hicieron para atender con prioridad de seguridad nacional la pandemia que avanzaba rumbo al Continente Americano, por ende a México?
Mire usted, al amanecer del pasado domingo 2 de este mes de agosto vía su cuenta de Twitter el gobernador de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, dio la primicia: en la madrugada de ese día había sido detenido José Antonio Yépez Ortiz (a) “El Marro”, un delincuente que creó al Cártel Santa Rosa de Lima, que desde hace varios años hizo de buena parte del territorio guanajuatense su centro de control y operaciones delictivas, especialmente en hucahicoleo.
“El Marro” pretendió integrar un cártel pero en realidad su campo delictivo no fue más allá de Guanajuato y, desde ahí, se enfrentó al Cártel Jalisco Nueva Generación que, éste sí, tiene alta influencia en varios estados del país como en su momento lo tuvieron los Cárteles de Juárez y el de Sinaloa, sin soslayar al de los Arellano Félix que salió de sus fronteras en Baja California, de Tijuana donde tenía su sede y en la que aún hay cenizas de aquellos incendios de la última década del siglo pasado.
Al margen de esas historias que van más allá de las siglas partidistas que han gobernado a México y a las entidades controladas por el poder fáctico que es el crimen organizado y el del narcotráfico, el caso de Guanajuato en años recientes tuvo un crecimiento exponencial en materia de inseguridad y violencia, en la que ciudadanos inocentes fueron víctimas de la lucha por el control territorial.
Y “El Marro” fue, hasta el primer domingo de este mes de agosto, el factor que importaba detener para desactivar y frenar la espiral de violencia sangrienta que al gobierno de Diego Sinhue importaba como parte toral frente al riesgo de ser obligado a gobernar para un grupo delictivo.
¿Puede calificarse como narcoestado al de Guanajuato? Sin duda alguna miente quien considere que Diego Sinhue y su equipo de trabajo fue sometido por el Cártel de Santa Rosa de Lima y, por tanto, disciplinado a las órdenes de “El Marro”.
No obstante, como es el accionar del licenciado Andrés Manuel López Obrador, aprovechó que en días pasados, durante una gira por territorio guanajuatense el gobernado Rodríguez Vallejo ofreció trabajar coordinadamente con el gobierno de la 4T para enfrentar a la delincuencia organizada que es de incumbencia federal, porque el grupo de “El Marro” se dedicaba esencialmente al robo de combustible de Pemex, un delito federal. Y se colgó la medalla por la captura de este personaje.
¿Por qué el agandalle del señorpresidente? Bueno, es evidente que el enemigo a vencer es el Partido Acción Nacional en la elección federal intermedia, en la que estará la renovación de la Cámara de Diputados y de 15 gubernaturas, amén de legislaturas locales y un buen número de ayuntamientos. El PRI gobierna en 8 estados que tendrán relevo, pero su trabajo de bajo perfil no le augura un buen resultado electoral.
Movimiento Ciudadano y el PRD buscarán alianzas con el PRI y el PAN, frente a Morena que tiene severos problemas domésticos y, por ello, dígase lo que se diga, el licenciado López Obrador teme que su corporativo pierda la mayoría en la Cámara de Diputados y, además, el electorado le cobre facturas y afrentas pendientes de estos casi dos años de errático y decepcionante cuanto frustrante gobierno que pretende hacer historia.
Y, mire usted, Diego Sinhué Rodríguez Vallejo es un cuadro destacado del PAN que ha gobernado en Guanajuato desde aquellos días tormentosos de finales de la década de los 80 del siglo pasado, cuando Ramón Aguirre Velázquez fue obligado por José María Córdoba y Manuel Camacho Solís a renunciar al triunfo electoral y no rendir protesta como gobernador de esa entidad, porque Vicente Fox Quesada amagaba con incendiar al estado en demanda de reconocimiento de un triunfo que no obtuvo en las urnas.
Así que, casualmente, después de esa gira que le comentaba, el licenciado López Obrador decidió apoyar a Diego Sinhué cuyo equipo de seguridad estatal pisaba los talones de “El Marro”, tanto que estuvo en un momento a punto de capturarlo en una cueva próxima al sitio donde finalmente fue detenido en la madrugada del domingo 2 de agosto en curso.
En un acto de honestidad personal y política, Diego Sinhue informó que “esta madrugada en un operativo conjunto entre Fuerzas Estatales y Federales fue detenido el principal líder de un grupo criminal que operaba en la región Laja-Bajío (…) La información se encuentra en proceso y se ampliará conforme sea factible”.
Y acotó que “esta detención es un gran paso para recuperar la paz” en Guanajuato. Y manifestó su agradecimiento por esta operación a los secretarios de Seguridad, Alfonso Durazo; de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval; de Marina, José Rafael Ortega y al comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio, así como a la Secretaría de Seguridad y la Fiscalía General de Guanajuato.
¡Ah!, pero el señorpresidente presumió como un logro de su gobierno ese golpe al crimen organizado en Guanajuato. Descalificar a un gobierno de filiación panista en territorio panista y que fuera, por décadas, priista. Es la campaña del licenciado López Obrador, es la tarea para evitar la catástrofe de Morena a consecuencia de los prohombres de Morena que, como refirió Víctor Manuel Toledo Manzur, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, libran una lucha por el poder al interior del propio gabinete lopezobradorista.
Y luego la pregunta que, al inicio de semana, hizo uno de esos personajes cuya encomienda es dar pie a que el inquilino de Los Pinos acomode la agenda política que habrá de consumir de lunes a viernes con elemental perfil electoral. No, el sedicente periodista no habló de narcoestado, pero dio pie a la homilía presidencial que bordó en la irresponsable acusación que implicaría a Felipe Calderón y de pasadita a Vicente Fox y como no queriendo a Enrique Peña Nieto en actividades del narcotráfico y directamente en el crimen organizado por vínculos con Genaro García Luna.
“¡Imagínense en qué situación estaba el país!”, exclamó Andrés Manuel. Y prosiguió:
“Llegó a hablarse de un narcoestado y yo sinceramente en ese entonces pensaba que no era correcto clasificar de esa manera al Estado mexicano; pero luego, con todo esto que está saliendo a relucir, pues sí se puede hablar de un narcoestado, porque estaba tomado el gobierno, quienes tenían a su cargo combatir a la delincuencia estaban al servicio de la delincuencia, mandaba la delincuencia, tenía una gran influencia la delincuencia, era la que decidía a quién perseguir y a quién proteger.
“Entonces, sí, esto tiene que atenderse para que no se repita nunca jamás. Tiene que haber una línea divisoria, una frontera entre autoridad y delincuencia, no mezclarse, que no haya contubernio, porque entonces estamos desprotegidos todos, nos quedamos en estado de indefensión, estamos en manos de la delincuencia. Entonces, es un asunto que debe de seguirse tratando sin miramientos, sin protección a nadie, sin impunidad”.
¡Vaya!, el gobierno tomado, el gobierno.
Mire usted, en este espacio no se trata de una defensa oficiosa en favor de ex presidente alguno. No, pero en justo apego a un Estado de Derecho es insultante que quien juro respetar y hacer respetar a la Constitución General de la República y las leyes que de ella emanan, acuse que México fue un narcoestado porque el jefe de la policía estuvo vinculado al narco y al crimen organizado, es algo más allá de una barbaridad.
Y todo por mantener el poder.
¿Recuerda usted al general de división José de Jesús Gutiérrez Rebollo? Cuando se desempeñaba como zar-antidrogas de México fue detenido, el 6 de febrero de 1997, por sus presuntos vínculos con Amado Carrillo Fuentes. Sólo duró en el cargo 72 días y pasó todos, todos los filtros de confianza. La Secretaría de la Defensa Nacional lo avaló. Entonces, conforme con el simplismo de López Obrador, bajo el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León, México fue un narcoestado. Conste.
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