En ésta malograda Cuarta Transformación de la Nación, nos percatamos de que cada vez, día con día resulta más patente que nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aporta al campo de la justicia un suelo y un vuelo de indudable espíritu democrático. Nuestra Suprema Ley no se limita a la proclamación de derechos y libertades sino que establece mecanismos e instituciones de garantía para hacer realidad la existencia de esos derechos. La Carta Magna que nos protege es un ordenamiento de impecable trascendencia que confiere y asegura la efectividad de las libertades y los derechos que proclama.
Éste México de todos, pero de todos los mexicanos ha transitado en su viaje por todos los caminos, por todas las brechas, por todas las veredas, pero la única de ellas que le permite encontrar el sendero luminoso que durante años nos hizo transitar por la vía correcta que nos llevó a la paz y seguridad, a democracia y a justicia, es precisamente cumplir con el postulado de nuestra ley.
Somos muchos, miles los que aseguramos que únicamente, si es que se quiere sacar a flote a ésta Cuarta Transformación se tiene que huir por igual del individualismo neoliberal y del colectivismo autoritario. El primero antepone la degradación de un sistema infractor de la ley penal y la negación del concepto comunidad. El segundo representa la degradación del concepto comunidad y la negación del gobernado. Nuestra Suprema Norma conduce a un cierto e indispensable equilibrio. Resulta indispensable que el México del 2020, el México de las tantas muertes por el virus que nos paralizó por tantos y tantos meses, se decida ya, con prisa y sin miedos ni zozobras a investigar, interrogar, judicializar, procesar, condenar, encarcelar a todos aquellos que se inclinaron a la corrupción y se enriquecieron a costa del dinero de nuestro México, que nos saquearon con sus fórmulas, hechizos y embrujos neoliberales. A corregir el rumbo si es que ésta Cuarta Transformación quiere cumplir, lo que no ha cumplido, lo previamente prometido, si es que quiere rectificar el rumbo de las mismas a través de preceptos y principios de innegable abolengo constitucional.
Andrés Manuel López Obrador, al igual que usted o al igual que el esto opina está obligado, así como todos los nacionales y autoridades, a conducir sobre caminos que lleven a la unión, a la justicia e igualdad. No sólo porque debe y debemos interpretar al derecho ante todos y ante todo. Los derechos son inviolables porque son inherentes a la dignidad de la Justicia, a la integridad de México.
Por último y por falta del natural espacio, sólo me falta expresar que nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es una Constitución digna y decente, la cual fue vilmente aprovechada y mancillada creando el descontrol y corrupción que es una realidad en éste año previo a las elecciones intermedias, deplorable corrupción de un poder ejercido sin escrúpulos, al margen del derecho, del interés público.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio de Abogados de México, A.C.