El sonido y la furia
Martín Casillas de Alba
Pat Heywood, la Nodriza en Romeo y Julieta de Zeffirelli, (1968).
A la memoria del maestro José Luis Ibáñez (1933-2020).
Ciudad de México, sábado 15 de agosto, 2020. – “Cuando la amargura de la vida cambia y se convierte en una cierta dulzura y lo salvaje que nos rodea también cambia y se transforma en un bosque de hadas, entonces, es posible que todo puede mejorar”, como pensaba el minero galés Johan Harris.
La experiencia de este minero la asocio con lo que ha pasado como resultado del esfuerzo y del talento de Tatiana Ortiz Monasterio que inauguró esta semana la Video Academia Penitenciaria en el Centro de Reinserción Social Femenil del Estado de México, como esa que ya existe en Monterrey en donde los jueves, durante los próximos tres meses, estarán tomando el curso Doce mujeres en doce obras de Shakespeare que ofrezco por Zoom cada martes a las 19:00 horas.
Grabamos cada clase para que después lo vean las mujeres privadas de su libertad que habitan en esos Centros y de esta manera tengan la oportunidad de conocer, seguramente por primera vez en su vida, a estas mujeres en estas obras de teatro y, a lo mejor, de esta manera, se conozcan mejor ellas mismas o, como le pasó al minero, conviertan lo salvaje que las rodea en un bosque de hadas sobre todo si un día reconocen que estamos hechos “de la misma materia que los sueños”, como decía Próspero en La tempestad, una cita que viene a cuento porque Rodrigo Johnson va a dirigir una versión de esa obra, actuada por algunas de mujeres de los Centros de Reinserción en una puesta en escena virtual, con lo que Shakespeare estará presente un poco más de tiempo en ese ámbito.
En la época isabelina, entre otras dos mil, iban al teatro El Globo ochocientas personas que veían la obra parados. Ése público estaba formado por artesanos, albañiles, nodrizas, lavanderas, soldados, sirvientas, limpia chimeneas, prostitutas, en fin, un público al que Shakespeare atendía en cada una de sus obras a través de ciertos personajes como la Nodriza de Julieta o Mistress Quickly (La Rapidita) o Doll Tearsheet (la Muñeca Rompe-sábanas) que rodeaban a Sir John Falstaff o Jacke Cade, el rebelde que llegó a tomar la ciudad de Londres como rehén para provocar el caos.
Shakespeare escribía para todos. Algunos de esos personajes eran la imagen inversa de la nobleza en donde tenían la misma estructura, pero del bajo mundo, donde ordenaban y desordenaban con mayor rigor que los poderosos.
Shakespeare for the People. Working-Class Readers, 1800-1900 (Cambridge, 2008) de Andrew Murphy, recoge historias de los trabajadores que tuvieron acceso a las obras del dramaturgo en donde les cambió la vida una vez que pudieron ver la vida desde otra perspectiva, antes de encontrar su propio camino.
He estado pensando en esto ahora que tanto las mujeres de los centros como los que se han inscrito para tomar el curso desde California, Los Cabios, Guadalajara, Valle de Bravo y la CDMX, cosa que nunca pudo haber pasado de manera presencial y si logran conectarse y pueden verse en uno de esos espejos, tal como son algunas de estas mujeres que vivían con la voluntad restringida y se imaginan qué pasaría si se pueden librar de los yugos y reconocen que “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo yo”, como sucede en algunos casos de los que he sido testigo, después de conocer y digerir las obras de Shakespeare, tal como han salvado sus circunstancias para salvarse a ellos mismos ahora que tienen esta oportunidad y que, ojalá, la puedan aprovechar, pues, como decía Bruto en Julio César: “en el océano de las cosas humanas hay una marea que conviene aprovechar para alcanzar la fortuna; si no se aprovecha, todo el viaje de la vida sigue en medio de escollos y naufragios.”
Éste curso puede ser la marea que tanto se antoja que la aprovechen para que un día puedan alcanzar la fortuna.