Por Gilberto Celis
Disculpe, pero sin equivocar la palabra o extraviar la razón, ¿las urnas sirven o no sirven?
— Ya sabe, en el mejor de los casos, según lo que coma, es el eructo
— Pues en el peor, como a uno del común que se le dio por cenar fuerte, la digestión pesada me alteró el sueño en tremendas tres pesadillas.
— Coño, explíquese.
Pues, de entrada, todos me daban por mi lado, como en El Emperador de Andersen, y en el tejemaneje me decían no hiciera caso de los otros porque solo eran ardidos fifís que nunca verían mi plumaje que sin mancharse había cruzado tantos pantanos. Uno entendía como real verdad la no verdad de esos millones de súbditos que habían llevado al Palacio donde mañaneramente se daba la prédica de buena nueva. Pero la transmisión colectiva no reflejaba más que la realidad de los tejedores que en su tejemaneje cada día desnudan al Emperador y encuerado resulta es igual a los que sataniza.
O séase, una parodia de El Hombre que fue Jueves de Chesterton; solo que aquí el bueno no se infiltró en los partidos de los malos para espiarlos y después decir que como él también eran buenos pero se habían infiltrado para espiar a los malosos, porque ya postulado, posicionado y puesto por ellos en Palacio, se puso contra la corriente para recibir el caudal de la Cofradía.
Es asunto de interpretación
En el segundo año, disculpe, en la segunda pesadilla, uno se vio como Gregorio Samsa; imagínese el protagonista de Kafka en Metamorfosis. Uno si aceptó eso de hacer juntos la Historia, pero ya no me agradó la 4trera transformación, porque cómo está eso que de la noche a las 5 de la mañana que me despierta el cenzontle parado en mi árbol lluvia de oro, en vez de preocuparme el por qué ha cambiado mi condición de ser humano, me angustia el no poder bajar de la cama como la cucaracha en que me han convertido.
— ¿Y?
— Joder, que uno del común aun cuando poco convencional no va a ponerse al tú con el también bohemio Franz Kafka cuando bien señala no hay que andar tan lejos para ver la paja en el ojo ajeno, porque el insecto está en uno.
— Caray, no se trata de eso.
— Pero sí se trata que trasformación es evolución y esto es desarrollo; y si gusta adaptación a las circunstancias, pero no regresión.
— Mire, en este ajo, porque hay un ajo, no olvide la moneda tiene dos caras.
— Cambiar todo para que todo siga igual, es gatopardismo.
Ahí está el punto de la tercera pesadilla que sigue a las antes dos. Quiero decirle que como el homo sapiens es una variación del género animal no me sentí ajeno en La Granja del británico George Orwell. Donde los cerdos, dirigidos por quien urde la rebelión desde el día en que no le dieron de comer, manipulan y engañan a los otros animales para, conversos, tomar el poder. Ya afianzados los puercos hacen y deshacen a su cochino albedrío: imponiendo, dizque con reformas desde arriba, su 4trero dominio con el uso de la fuerza y la violencia para la persecución de los oponentes en la prédica de abrazos no balazos.
— Como si fuera…pero no lo interrumpo, cuente.
— Le digo, apenas empieza el tercer año y habrá de verse en los conversos si “todos los animales son iguales, pero unos más iguales que otros”
— Por eso le digo.
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