HORIZONTE DE LOS EVENTOS.
Los alemanes que coincidieron en Berlín, protestan contra la vacuna que combate al coronavirus. Están convencidos que se trata de una práctica universal bien establecida y clasificada en la teoría de la conspiración. Se les definió también como “ultraderechistas y ciudadanos afectados” ¿de veras?
Protestaron “antivacunas” por odio a las farmacéuticas, contra las medidas de Merkel y contra Bill Gates, señalado como instigador de esta conspiración pandémica. La información en las redes, es abundante en argumentaciones -tan supuestamente científicas como cualesquiera otras- que aseveran que en la dichosa vacuna, vendrá un chip con el que controlarán a la humanidad entera. Pudiendo también tener afectaciones y condicionantes fisiológicos y aun genómicas.
Por eso se reúnen aguerridamente varios alemanes, desde hace varias semanas, en Berlín y otras ciudades europeas en un movimiento creciente. Ciudadanos bien educados, con los mejores niveles de bienestar ¿Y protestan? No puede uno sino preguntarse ¿qué saben? ¿O creemos que la manipulación es una condición humana, más que de nacionalidades?
Los hechos primero. Visualizo un movimiento social progresista, no de ultra derecha, en los protestantes berlineses. Aunque con el parteaguas que es la Caída del Muro de esa capital, el escenario político densificó el centro que contuvo los extremos: así, la izquierda progresista europea de los 90’s, que cree en el sector productivo privado y social, en la medida en que avanza ese propósito, fortalece al Estado de “izquierda progresista”, se identifica y coincide en los fines con el neoconservadurismo, que postula fortalecer la conservación del Estado, derramando riqueza a las bases sociales.
Hay una gran confusión en las definiciones geométricas de las posiciones políticas. Y eso es, porque los parámetros, indicadores y referencias públicas, han cambiado no de color ni de lugar, sino que ese esquema de posicionamiento de actitud respecto de lo público, que etiqueta a actores y ciudadanos como tajada de un enorme pastel, terminó.
Hoy, las posiciones ciudadanas respecto de lo público, tienen una naturaleza diversa. Fluyen como aguas de más de un río que se mezclan sin perder su individualidad, aunque se agrupan unas con la otra(s), en distintos modos y cantidades. Y entonces públicamente se les etiqueta de ultraderechistas.
Lo curioso es que coinciden con Trump, por cuanto las teorías de conspiración, la perversión de la OMS y contra Gates. No así con el racismo.
Así, con la pandemia, la resonancia internacional de la política que representa Trump, robustece su presencia en distintas expresiones europeas: su coincidencia fortalece su popularidad y “legitimidad” internacional.
De cara a su elección de noviembre, cabe destacar la enorme influencia del presidente mexicano, que logró transformar la base de la primera campaña del presidente estadounidense, de, “mexicanos: hombres malos, violadores e ilegales delincuenciales”, a esta campaña reeleccionista, en la que los mexicanos ¡somos sus amigos!
Particularmente, el presidente nuestro ratifica esta nueva posición estratégica electoral. El que la imagen de los dos presidentes sea una de las promocionales principales en la campaña del norte, lo dice todo por sí mismo.
Ya he comentado que AMLO tendrá en la bitácora postelectoral, una cuota porcentual de votos gringos, lo que lo definirá como el primer mexicano haciendo campaña en los EEUU, con reflejo “objetivo” de su influencia en esas votaciones.
Si fuera el 3%, o el 5, la importancia es superlativa, pues su influencia es una “injerencia” en el sistema bipartidista gringo, pues AMLO supone un factor no contemplado en el sistema estadounidense.
Así, cuando sea expresidente de México, AMLO podrá entretenerse haciendo campaña en los EEUU, hacia la Casa Blanca.
El 5% supone más de 15 diputados gringos, que en situaciones tan frecuentes en aquella Cámara Baja, a menudo la mayoría la soporta uno o dos votos: ¡de esa importancia estamos hablando! Y claro que el señor presidente mexicano calcula todo esto ¿o no?
En tanto, México se cansa del show que representa Lozoya: esa burla. Lo cierto es que además de junior inescrupuloso, servidor público inconsciente de su alta responsabilidad, advenedizo y trepador político sin experiencia, que deja en muy mal sitio a las afamadas escuelas donde formó sus postgrados, en las que la ética no es parte de la formación, evidentemente.
Es una desgracia que para obtener riqueza, a partir de contribuciones ilegales, de paso sacrificara a la mayor empresa mexicana, PEMEX. Es decir, ineficiente, negligente, corrupto y traficante, que alcanza muchos otros tipos delincuenciales.
Pero el joven Lozoya tiene otras cualidades inefables y aún más deleznables: 1. Fue sucio y cochino con su riqueza mal habida, al grado de involucrar a su mujer y a su propia madre (lo que ni el Chapo); 2. Fue capaz de preferir que encarcelaran a su madre, antes que a él mismo; y aun más, 3. Regresa a México a señalar a sus exsocios, exjefes y examigos, incluido el exgobernador y expresidente que lo sacó de su estatus de académico y de arrastrar el lápiz en el Banco de México, quien lo hizo escalar más escaños que los que soñó su padre.
Así es que a los calificativos anteriores debemos agregar los de traidor y chivato.
Es extraordinario que el sistema judicial acuerde con un hombre de tan baja calidad moral, tantas excepciones a la regla normativa que rige a los comunes ¿y para qué? ¿Realmente habrá algún indiciado?
Lo cierto es que se espera que alcance la verborrea de Lozoyita, para las elecciones mexicanas del próximo año y por supuesto, respaldar la intención del voto en favor de la 4T.
Lo más grave es que a la larga, eso genera desprestigio a todo a su alrededor.
Me es imposible ignorar lo sucia e inmoral que es la política, incluso comparada con los grupos delincuenciales, en los que se paga con la vida, el andar de chivato… Pero Lozoya, tan campante.