La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Refrán futurista: de buenas intenciones quedó empedrado el camino de la 4T
Después de asistir a una reunión de la CONAGO (o más bien, de lo que queda), el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, posteó en su cuenta de Twitter, que se analizan “alternativas tanto para el cierre financiero del año de todas las entidades federativas que enfrentaremos un déficit agravado por la pandemia (…)”.
Entre las posibilidades, el mandatario señala la de contratar deuda pública.
El tema es muy sencillo, si el presupuesto de 2020 fue programado antes de la peste, implica que, aún sin tales sobresaltos, es insuficiente para cubrir los requerimientos, porque Cui habla de un “déficit (preexistente) agravado por la pandemia”.
En este sentido, para el año que está corriendo, lo autorizado para ser ejercido en la entidad, es de poco más de 129 mil millones de pesos, sin embargo, no alcanza para llegar a diciembre, por ello la búsqueda de opciones, que en realidad es una: endeudarse.
Pero al recurrente déficit presupuestal, habrá que añadir la caída de los ingresos por la crisis sanitaria, por lo que el secretario de Finanzas, José Luis Lima Franco, adelantó que vendrá un recorte de al menos el 4%, entre mil 500 y 2 mil millones de pesos, para el 2021.
Así las cosas, todo indica que, el próximo año, nos enfermaremos de los síntomas post COVID19: pérdida de peso, sudor frío, llanto, crujir de dientes y harta ansiedad.