Historias para armar la Historia
Por Ramsés Ancira
No soy experto en ciencia política, pero sí me interesa mucho la historia. Así que tal vez la teoría ya está enunciada de esta u otra manera; pero tengo la hipótesis de que cuando se jala una liga hacia un lado, forzosamente se tira también hacia el otro extremo. O en términos de la física de la tercera ley de Newton: a toda acción corresponde una reacción con una fuerza de igual magnitud, pero en sentido contrario. Así ocurre con los desplegados que niegan y defienden que la presidencia de López Obrador sea respetuosa o no de la libertad de expresión.
A mediados del siglo XIX con el país endeudado por la guerra de Independencia, el clero poseía más de la mitad de los bienes raíces en la capital de la Nueva España hoy Ciudad de México. Además, para existir, prácticamente había que pagar todo a la Iglesia Católica: Al nacer para ser bautizado, al crecer para casarse y al morir para tener el derecho a ser enterrado. Esto al margen de diezmos, confirmaciones, bendiciones de bienes y animales, etcétera.
La corrupción en el virreinato, que ni siquiera contribuía con los impuestos que formalmente se le debían pagar a España, enriqueció desproporcionadamente a la Iglesia. Digamos en los términos del ejemplo con que iniciamos este artículo que el clero jaló demasiado a la derecha.
Con la deuda extranjera de México, no había alternativa para evitar una guerra que la de usar los bienes de la Iglesia. Entonces, para no hablar de liberales y conservadores, digamos que la liga fue jalada hacia la izquierda al promulgar la Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos el 12 de junio de 1859; al mes siguiente, el 23 de julio, la Ley de Creación del Registro Civil y la Ley sobre la Libertad de Cultos de 1860.
Cuatro años antes había entrado en vigor la “Ley de Desamortización de las Fincas Rústicas y Urbanas de las Corporaciones Civiles y Religiosas de México”. Con todos estos “agravios”, los terratenientes, obviamente no se quedarían con las manos cruzadas.
Terminada la Guerra de Reforma, donde los conservadores fueron patrocinados por la iglesia, Juárez convocó a elecciones que ganó apretadamente. Esto le dio la oportunidad de tensar aún más la liga hacia la izquierda al decretar, el 2 de febrero de 1861 que los hospitales quedaban secularizados, con lo cual le quitó a la institución católica otro de sus grandes monopolios. Al mismo tiempo estatizó los hospitales de beneficencia, mediante los cuales el clero recibía importantes donativos.
En julio de 1861 al gobierno juarista, que todavía no podía regularizar las finanzas tuvo que pedir una prórroga, una suspensión temporal de pagos. Esto resultó una magnifica opción para los conservadores, quienes azuzaron a los gobiernos de España, Francia e Inglaterra a una invasión de las costas, para que pudieran cobrarse con los impuestos aduaneros y debilitar una de las principales formas de financiamiento del Estado.
España e Inglaterra finalmente se retiraron, pero Francia, poseída de la ambición colonialista y deseosa de tener una gran colonia en ultramar continuó con los planes de invasión. El ejército más poderoso del mundo inicialmente fue derrotado por los esfuerzos combinados de Porfirio Díaz e Ignacio Zaragoza.
Napoleón III, berrinchudo, aumentó de 3 mil a 30 mil soldados la expedición contra México, lo que le dio un triunfo temporal. Con los juaristas debilitados, la Iglesia mandó a Europa una comisión para buscar que México fuera gobernado por un príncipe extranjero. Así llegó Maximiliano.
Pero el tiro, como dice el refrán, les salió por la culata, Maximiliano de diversas maneras ratificó la separación de la Iglesia del Estado. Para empezar, decretó que la educación primaria sería laica, gratuita e ineludible (lo que ahora se dice obligatoria) En 1867, Francia que supuestamente venía a cobrar una cantidad que no llegaba a los 2 millones 900 mil pesos, acabó gastando 300 millones de francos, sin contar los soldados muertos. Además, murieron soldados belgas que supuestamente solo venían como escoltas de la emperatriz Carlota, pero que también fueron sacrificados, ante la formación de guerrillas juaristas.
El ejército francés se retiró y dejó a Maximiliano a su suerte.
Pasemos ahora al siglo XX. La Constitución de 1917 restringía la participación de la iglesia en la política, les impedía celebraciones religiosas fuera de los templos y la posesión de bienes raíces, además no se podían vestir hábitos religiosos fuera de los sitios de culto. La liga se jaló a la izquierda. En algunos estados se pidió que los ministros fueran casados, lo que a la luz de la legión de pederastas que pocos años después formó Marcial Maciel, no lucía descabellado.
La reacción fue la creación de la Revolución del Ejército Cristero. A pesar del modelo de educación socialista de Lázaro Cárdenas, tuvo el talento para destensar la liga y desde la década de los 30 hasta el presente se ha hecho más o menos la paz entre los poderes religiosos y cívicos.
Por cierto, periódicos como Excelsior hicieron apología del movimiento cristero, pero no por eso Elías Calles lo llamó “Pasquin”, como lo hace López Obrador con Reforma.
Con Andrés Manuel López Obrador, que se ha apoyado de partidos formados por ministros evangélicos; y con Morena que ha apuntalado leyes en favor de la interrupción legal del embarazo; las uniones de personas del mismo sexo y otras iniciativas consideradas liberales pero que en realidad son un piso mínimo de respeto a los derechos humanos, vuelve a tensarse hacia una parte la liga y entonces surge el Frente Nacional Ciudadano Anti AMLO, FRENAA, cuyo discurso es que hay que evitar el comunismo, que los simpatizantes del presidente son pro soviéticos que no se van a dejar mandar por sus sirvientes; y en cambio muchos de ellos, está demostrado, pagan a sus empleados domésticos para que los sustituyan en los plantones. Además, su dirigente Gilberto Lozano asegura que tienen patrocinio para sostener el plantón durante tres años.
Así, solito, invoca la participación de la Unidad de Inteligencia Financiera. Y es que no se trata de intolerancia a la crítica, sino de una consecuencia natural pues haya sido como haya sido se trata de derrocar a un gobierno legítimamente constituido. Esto además de que FRENAA se ve demasiado parecido a los movimientos supremacistas blancos y hay elementos que apuntan a que se fundamenta en la violación del artículo 1 de la Constitución que prohíbe toda forma de discriminación.
Investigarlos no se trataría de una venganza del rencoroso López Obrador, sino algo que haría el FBI en Estados Unidos, Scotland Yard en Inglaterra o cualquier otro organismo de seguridad nacional.
“Polarizar es paralizar”, dice sabiamente uno de los candidatos a la presidencia de Morena: Porfirio Muñoz Ledo. La historia le da la razón. No hay transformación sin resistencia. No hay verdades absolutas. Al presidente le urge un partido que represente a la sociedad, poderes que sirvan de contrapeso, y a México le urgen espacios para el diálogo entre los opuestos, más allá de los desplegados que firmen unos u otros intelectuales.
Ya como colofón, lo millonario no le quita lo analfabeta. Ojalá que Gilberto Lozano lea aunque sea la Wikipedia, para que se entere que el Muro de Berlín fue derrumbado en 1989, y que desde 1990, padece de los peores males del capitalismo, incluyendo las mafias especializadas en trata de mujeres y oligarquías criminales.