“México es sólo muertos, balas, sicarios, levantones, fosas y uno que otro descabezado. Al menos, esa es la imagen que se desprende de la cobertura noticiosa en medios nacionales y extranjeros. Como ha documentado Roberto Newell, los temas vinculados al delito y la frontera representaban menos de la mitad de las notas relacionadas con México en el New York Times en 2005. Para 2009, la proporción llegaba a 90%. Una evolución similar ha registrado la cobertura de otros medios internacionales y en la prensa nacional, la seguridad pública es la obsesión temática permanente.”
El párrafo anterior es también el inicial de “La espiral infinita: cómo México se volvió un país violento y cómo puede dejar de serlo”, un trabajo de Alejandro Hope publicado en 2011 por el Instituto Mexicano de la Competitividad. Tal afirmación vale lo mismo para hoy, cuando los titulares de los medios nacionales y extranjeros vuelven a dar cuenta del asesinato de visitantes extranjeros: el nieto de Malcom X, en la peligrosa plaza de Garibaldi de la ciudad de México; dos españoles en Culiacán, Sinaloa.
El asunto es delicado, pero las autoridades cierran los ojos o minimizan los hechos. Lo hacía el repudiado Felipe Calderón, también en 2011, cuando al participar en la Cumbre Mundial sobre Viajes y Turismo en Las Vegas, Nevada, aseguraba que la violencia en México no afecta el turismo.
En tal ocasión, ante empresarios y directivos de este ramo a nivel global, afirmó que los turistas asesinados en nuestro país son tan pocos que se pueden contar con los dedos. Incluso, subrayó que, pese a las recomendaciones del gobierno estadounidense para que los jóvenes no acudieran a México durante las vacaciones, el año pasado llegaron miles de springbreakers y, en tono de broma, dijo que los únicos disparos que recibieron fueron disparos (shots) de tequila.
Sin discurso trágicómico, cual el del calderonato, hoy también se minimizan o, peor, siguen los ojos cerrados ante hechos como los que ahora mismo sacuden no sólo a la opinión pública mexicana, también por supuesto a la estadounidense y a la española.
¿QUÉ NOS PASA?
Pletórico de información –por ejemplo, algo más de lo que debemos “agradecer” a Calderón: que en los últimos años, en México se triplicó la posibilidad de ser asesinado y se duplicó el riesgo de ser secuestrado– el trabajo de Alejandro Hope brinda valiosas claves en su conclusión:
“México tiene un problema. Un problema serio que no es el narcotráfico ni la delincuencia organizada ni la debilidad institucional. Es el hecho incontrovertible de que cada vez más gente se siente cada vez más insegura en cada vez más zonas del país. Y tienen razón para sentirse de ese modo: se pueden relativizar las cifras todo lo que se quiera, pero no se puede negar la gravedad de la situación.”
Y el problema, apunta Hope, es el resultado de una “concatenación desafortunada de eventos y procesos diversos, seguida por una oleada expansiva que tiene como motor a la impunidad y que se alimenta a sí misma en un ciclo que parece interminable.
“Para nuestra fortuna, la espiral parece infinita, pero no lo es. La naturaleza del fenómeno delinea la ruta de solución: si la violencia ha crecido al amparo de la impunidad, reducir la impunidad puede revertir el proceso. Ese objetivo se puede lograr por dos vías: primero, transformando nuestras instituciones de seguridad y justicia, haciéndolas más responsables y responsivas, aumentando su capacidad para proteger a los inocentes y castigar a los culpables.
“Segundo, actuando estratégicamente con los recursos que tenemos, estableciendo prioridades y fijando reglas.”
Y más adelante: “ El premio no es menor: disminuir la violencia cambiaría de tajo la percepción que tienen de México los extranjeros y los mexicanos. Nada contribuiría tanto a modificar el tono de la conversación nacional.”
La oportunidad está ahí todavía. Las autoridades sólo tienen que dejar de minimizar los hechos, de ocultarlos y de mantener cerrados los ojos, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: Publicó ayer El Diario de Cádiz: “Dos ciudadanos españoles fueron encontrados muertos con varios disparos en el interior de un coche que fue arrojado a un canal en el municipio de Culiacán (noroeste de México), informaron este sábado fuentes oficiales. Las víctimas fueron identificadas como José Montoya Lozada, de 50 años, y Fernando Carmona Romero, de 57, ambos comerciantes y con residencia en España, informó la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) de Sinaloa. El vehículo en el que viajaban fue encontrado por personas que transitaban por el lugar, quienes fueron los encargados de dar parte a las autoridades. Las víctimas se encontraban en el asiento de atrás del automóvil, ambos estaban esposados y presentaban varios impactos de bala. Los fallecidos estaban desaparecidos desde el 4 de mayo y estaban en Sinaloa efectuando un recorrido gastronómico en los pueblos de Culiacán, en un viaje presuntamente relacionado con su labor de comerciantes…”