La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Lo que para los neoliberales era estadística, para los de hoy es ajuste metodológico
La estrategia del ‘Quédate en casa’ si teníamos sospechas de tener el coronavirus y no estar en los segmentos comprometidos, ayudó a no saturar el sistema hospitalario, pero también cobró vidas que, se hubieran salvado, de acudir a los primeros síntomas al nosocomio.
Ha quedado demostrado, que aquellos que recibieron una atención temprana (sin importar que no estuvieran en un grupo de riesgo), sobrevivieron al mal en mayor porcentaje, que los que llegaron en condiciones graves, después de sufrir un severo deterioro en sus hogares.
El caso del presidente Trump, aunque pareciera fuera de contexto, ejemplifica lo que implica actuar con responsabilidad: aún en su habitación de la Casa Blanca, el mandatario habría tenido cuidados de primera, pero hospitalizarlo, fue una decisión preventiva que permitió un mayor, y mejor, control del paciente.
En lo relativo a la salud, jamás sobrarán las precauciones. Nadie, en su sano juicio, que tenga a un ser querido enfermo, dejará de llevarlo al consultorio (mínimo al del doctor Simi), sólo una circunstancia lo impediría: no tener dinero y/o atención gratuita.
Al momento, se ha puesto énfasis en saber si los muertos tenían alguna comorbilidad, su edad, etc., pero si analizáramos su condición socioeconómica, podríamos saber si el ‘Quédate en casa’ se convirtió, para ellos, en un paso previo al matadero. Está cabrón.