Norma Meraz
Cien fuegos tiene prendidos el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Como en un campo minado, donde pises explotará una bomba. Es decir, si hablamos de la pandemia encontraremos las grandes deficiencias en el sistema de salud; carencia de medicamentos no sólo oncológicos, sino también para enfermos de SIDA, diabéticos, hipertensos, amén de la falta de atención hospitalaria para pacientes con enfermedades crónico-degenerativas; encontramos también que hay carencia de equipo adecuado y suficiente para el personal médico que atiende a los afectados por el COVID-19.
Ahí están los datos oficiales de cuantos doctores, enfermeros y personal médico han fallecido por contagio al no contar con equipo adecuado. México figura entre los países que más personal médico ha perdido por ese motivo.
Con una política sanitaria a contracorriente, esto es, en contra de lo que otros países han experimentado y que organizaciones internacionales de salud han recomendado, hemos llegado a más de 86 mil defunciones.
Pero no, México se rige por la terquedad, la tozudez y la necedad política.
Si nos referimos al tema de la seguridad, encontramos otra bomba. Los feminicidios, asaltos al transporte público y a casas habitación, extorsiones, masacres y desapariciones aumentan día con día .
La Guardia Nacional, el Banco para el Bienestar, el Consejo para devolverle al pueblo lo robado son niños que nacieron muertos, inventos que sustenta la 4T.
La lucha contra la corrupción, el crimen y la impunidad han sido poco más que un fracaso.
El que fuera responsable de la Seguridad Ciudadana, el Ing. Alfonso Durazo Montaño, aventó el puesto y los compromisos que hizo respecto al combate y la inseguridad y al crimen para irse a buscar la gubernatura de Sonora, su tierra natal.
El compromiso de cumplirle a la sociedad se esfumó y priorizó sus aspiraciones personales. A diferencia de otros funcionarios de alto nivel, como los secretarios de Hacienda y de Comunicaciones, el director del Instituto Nacional de Migración, el director del Seguro Social y el responsable de la institución para devolverle al pueblo lo robado, que renunciaron pero argumentaron que se iban porque no estaban de acuerdo con los lineamientos, corruptelas internas y el “modo” como el gobierno lleva la conducción de las instituciones de las que fueron responsables.
La corrupción es otra bomba.
¿Cómo mide el gobierno la disminución o el incremento de la corrupción? ¿Quién lleva el seguimiento de la eficacia de los programas sociales como la renta que reciben los adultos mayores o los jóvenes construyendo el futuro o los que siembran arbolitos en el sureste del país?
La corrupción, ni con la varita mágica del Presidente López Obrador, se ha acabado y tocaré un caso que conozco de primera mano: un chamaco que trabaja de albañil vino a realizar pequeños trabajos a mi casa. Al poco tiempo de haber empezado, me pidió un adelanto del 80% del total que me cobraría. Una semana más tarde, me pidió el resto sin haber concluido el trabajo y dos veces más me pidió a manera de préstamo otras cantidades. Le pregunté, por qué necesitaba tanto dinero y me explicó que porque iba a entrar al ejército como soldado y tenía que dar dinero, primero, al que recibía su documentación, desde el acta de nacimiento, CURP, cartilla, hasta certificado de bachillerato.
Después, tenía que dar otra cantidad a quien se encargaba de subir a plataforma digital todos sus datos, luego más dinero al militar que lo canalizaba a los exámenes médicos que tenía que hacerse en un laboratorio privado que decidiera.
Una vez presentada la revisión médica, otra cantidad a quien le entregara la lista de todo el equipo que requiere comprar para luego presentarse en la fecha que le indiquen.
En total, el muchacho tuvo que entregar en varias etapas a diferentes militares alrededor de 8 mil pesos.
Pregunto: ¿qué no debieran ser gratuitos los trámites para el ingreso de quien quiere servir a la Patria desde esa institución que supuestamente está vacunada contra la corrupción?
Yo vengo de una familia de militares. Mis abuelos fueron militares, igual que mi padre y mi tío abuelo, el general Joaquín Amaro Domínguez, ejemplo de disciplina y entrega al servicio de la Nación.
De todos ellos aprendí a respetar y honrar a aquellos que entregan su vida sirviendo y defendiendo la soberanía de nuestro país.
Qué triste descubrir que tan solo para ingresar a las filas del Ejército hay que pagar.
Esto se llama corrupción, ¿o no?
¡Cómo me apena que el caso del general Salvador Cienfuegos sea un asunto del que el Presidente de la República no haga caso!
La detención del ex secretario de la Defensa Nacional es un asunto de alto impacto político para México. Lo detuvieron las autoridades norteamericanas, en base a supuestos, no con pruebas ¡y nadie del régimen abre la boca o da la cara!
¡Qué vergüenza!
Sólo un abogado, buen conocedor de las leyes y la política, ha hablado claro del caso Cienfuegos; el Lic. Ignacio Morales Lechuga, ex Procurador del DF y de la República, nada menos, además de haber sido embajador, explicó en una conferencia con la Ley en la mano que dicha detención fue ilegal.
Y si la detención del general Cienfuegos en Estados Unidos no es una bomba, sí es otro fuego que tiene encendido el gobierno de nuestro desdichado país .
¡Digamos la Verdad!