Moisés Sánchez Limón
Para nadie fue sorpresa que las huestes oaxaqueñas de la CNTE se hayan enfrentado con la fuerza pública federal y estatal; tampoco debiera sorprender que haya, finalmente, “mártires” de la Contrarreforma educativa. Mucho menos habrá sorprendido que el gobierno federal cayera como novato en una celada urdida desde el momento en que los líderes del magisterio disidente perdieron el control de la caja de valores que significaba el IEEPO.
Más temprano que tarde los gobiernos estatal y federal caerían en la celada que piano piano diseñaron burdamente los mandos reales de estos profesores que, en su inmensa mayoría, no estructuran una defensa sustanciada, documentada de las causas por las que están en desacuerdo con la Reforma Educativa, un enmienda constitucional que requiere de un procesamiento legislativo nada sencillo como lo plantea el licenciado Andrés Manuel López Obrador.
¿Quién es responsable de que la fuerza pública haya enfrentado a profesores, oportunistas, agitadores y, en fin, toda esa mezcla de intereses que el domingo último eclosionaron en movilizaciones beligerantes en varias localidades del estado de Oaxaca?
¿Quién o quiénes agitan y financian estas movilizaciones que se han radicalizado en busca de mártires, es decir, de muertos que instalen la imagen del gobierno de Enrique Peña Nieto en el concierto de las naciones como un dictador represivo?
Vaya casualidad ésta de que, una vez que el PRI apoyado en poderes fácticos oaxaqueños, soportado en negociaciones bajo cuerda, haya recuperado el gobierno estatal, se radicalizó el activismo del magisterio disidente que, incluso, en Chiapas, busca defenestrar del cargo al gobernador Manuel Velasco Coello y, de paso, dar la despedida a Gabino Cué Monteagudo bajo calificativos de traidor, corrupto y represor.
Lo peor es que, anunciada esta celada, el presidente Enrique Peña Nieto haya reaccionado con sorpresa y, mediante su cuenta de twitter, anunciara que la Procuraduría General de la República (PGR) apoyará a la Fiscalía de Oaxaca en la investigación del enfrentamiento entre miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y corporaciones policiacas, que dejó un saldo de al menos seis personas muertas.
¿De plano el Presidente está desinformado de lo que ocurre en este caso de la CNTE, de suyo delicado y especial?
De ser así, nuevamente volvió a fallar el sistema de seguridad, erraron los mecanismos del CISEN que fueron pillados con los dedos entre la puerta, porque es de párvulos advertir que, cuando delincuentes se suman a movilizaciones cuyos líderes califican de infiltrados, dispuestos a partirse la madre e incluso arriesgar la vida, en una cruzada que tiene como destino la Presidencia de la República en el año 2018, con una operación de desgaste que evidencie inexperiencia y ánimo represivo de un gobierno al que le han fallado los operadores políticos y, montado en la soberbia del grupo compacto, ha caído en una celada que se anunció como un show en tiempo y forma.
Mediante su cuenta de twitter –¿por qué no mediante un documento formal sumado al uso de las redes?–, Peña Nieto informó que la PGR apoyará a la Fiscalía General del estado de Oaxaca en la investigación para deslindar responsabilidades y castigar a responsables. “He girado instrucciones para que, en el marco de la ley, se tomen las acciones necesarias para solucionar el conflicto”, puntualizó el Presidente.
Nuevamente la reacción oficial fue atrás del salto que la oposición dio desde la misma noche del domingo pasado, unas horas después de conocido el resultado de ese enfrentamiento cuya violencia cobró vidas humanas.
“Lamento la pérdida de vidas humanas. Mi solidaridad con sus familiares, así como con las personas que resultaron heridas. Di indicaciones a las instituciones de salud del @Gobmx para que apoyen al Gobierno de Oaxaca en la atención de los lesionados”, sostuvo Peña Nieto en una serie de mensajes en twitter. ¿Y el vocero presidencial?
La oposición está engallada. PRD y PAN demandan la comparecencia de los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer. Bueno, Morena se fue al extremo de demandar las renuncias del gobernador Gabino Cué y de Nuño, como si esa fuera solución a un conflicto que se salió de madre porque el gobierno federal careció del olfato elemental para otear una celada.
Del lado de los provocadores qué se puede decir. Solo que han demostrado ser pacientes en la urdimbre de esta emboscada que puso al gobierno de Enrique Peña Nieto en el obligado golpe de timón para deshacerse de los fardos que presumen maestrías y doctorados pero carecen del elemental sentido común. O como dice el doctor René Drucker: lo doctor no quita lo pendejo. Conste.
MIÉRCOLES. El caso de Manlio Fabio Beltrones Rivera debe leerse detenidamente. La renuncia a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional no obedeció, en forma alguna a los acontecimientos, graves indudablemente, del estado de Oaxaca. Convocar a reunión a la Comisión Política Permanente fue hecha con la antelación requerida para estos asuntos. Manlio pulsó esta decisión que no fue tomada unilateralmente; el presidente Enrique Peña Nieto debió dar el visto bueno y, junto con el sonorense, otear el futuro inmediato.
¿Viene un enroque en el gabinete presidencial? Todo indica que más de un enroque, porque los sucesos violentos de Nochixtlán y otras localidades oaxaqueñas, en las que hubo mano negra, participación de integrantes de grupos ultra que nada tienen que ver con el magisterio disidente pero que han aprovechado el viaje para retar al gobierno y llevarlo a esos espacios de represión.
Manlio no se va; un político con su vasta experiencia y capacidad de negociación, como fue evidente a su paso como coordinador de la bancada del PRI en la LXII Legislatura federal de la Cámara de Diputados, no puede desperdiciarse y menos en estos días en los que el gobierno de Enrique Peña Nieto está metido en un tobogán donde el gabinete no atina más que a enredarse en lamentos y previsiones.
¿Manlio secretario de Gobernación? Una embajada sería tanto como enviarlo al exilio y ése no fue el acuerdo que asumieron Peña Nieto, Gamboa Patrón, Beatriz Paredes y el propio Manlio en esos días cuando se decidió que el entonces saliente gobernador del Estado de México sería el candidato presidencial.
Digo.
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