Por Gilberto Celis
Uno del común sabía, con saber del común, que la conciencia no encontraba sosiego porque el hacer primero a los pobres, luego magnificar la pobreza y en la miseria engrandecer el debe moral a la 4trera caridad, era el juego del hambre para el servicio cumplido de la obediencia electoral democrática; muy semejante a aquella historia de la gallina de Stalin.
En ese convencimiento, se cierra el mes ocho del Covid-19; ya no abriendo un hoyo deudor para tapar otro, sino abriendo cuatro o cinco para medio cubrir los intereses de uno solo.
— La confianza que daba seguridad que el gobierno cumpliría dar a quien lo suyo, resulta ya poco fiable.
— ¡Huy! No solo lo básico se ha agotado, sino también la capacidad de compra por la imposibilidad de la moneda de adquirir lo mínimo ante el máximo de los precios.
Y. mire, nada más de pensar en enero; cuando el aumento de los impuestos al internet, móvil y la plataforma, que ya son artículos de primera necesidad por la estrategia de la SEP para atender el deber del estado de brindar la educación pública y gratuita, subirán los costos del consumo de luz y de renta del internet, y llevarán a cero la economía familiar al sumarse los pagos del crédito para disponer de un celular, lap top, computadora, con los programas convenientes para recibir las clases en línea,
— ¿Y eso por qué razón?
Bueno, aún con la lámpara de Diógenes ya es imposible encontrar la alternativa social igualitaria de dar a cada quien lo suyo y es que dónde encontrarla cuando los representantes sociales, o sea los legisladores y la misma autoridad, todos son conversos que saben bien en la elección del 2021 el trueque es el juego: su supervivencia, con la servidumbre al sacerdocio del Padrecito Andrés Manuel.
— Pero uno no tiene la culpa se hayan convertido.
IMSS-SSA
He ahí el por qué al despojarnos de todo, solo queda la verdad contable que reduce todo a dos simples palabras: ingreso y egreso, entrada y salida; y la enseñanza de Stalin.
— ¡Coño, que ya lo creo!
Uno del común cree que si queremos no solo comer, debe uno salirse ya del circo; los payasos, por repetitivos, ya fastidian, aburren. Le digo, más que reír por el chascarrillo ese de no haber punteado la Yeidckol Polevnsky Gurwitz porque los del común no están familiarizados con su nombre, le diría Citlali Ibañez Camacho que no llore.
Por lo demás, que no es lo menos, a uno del común, tan común que es uno, verdaderamente le conmueve que Zoé IMSS Robledo insista que solo si la ocupación hospitalaria supera el 80 por ciento, será una clara alarma de rebrote Covid-19; cuando aquí en la zona norte del Istmo de Tehuantepec, para siete municipios, solo hay de palabra un reconvertido hospital de campo.
— Cierto, y el Centro de Salud puso un letrero informando que el gobierno estatal y federal lo tienen en desabasto y como no hay nada para atender el Coronavirus, piden a la población quedarse en casa.
— Por eso le digo.
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