La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Si el uso del cubrebocas es cuestión de posiciones…a practicar yoga
La negativa del presidente López Obrador a usar cubrebocas, ya se convirtió en un asunto patológico para el tabasqueño, ya que, para tratar de justificar su negligencia, 92 mil muertos después, insiste en que ‘a ciencia cierta no se sabe si ayuda o no’.
Lo han dicho hasta el cansancio los expertos: la mascarilla tiene gran utilidad para evitar el contagio de COVID19 y de llegar a darse, la carga viral es menor, nunca se ha sostenido que es infalible.
Las razones, de su pánico al utensilio, sólo don Andrés las conoce, pero recuerda mucho la resistencia masculina, a utilizar el condón cuando se dio la propagación del VIH.
En los tiempos actuales, es común observar a jóvenes, de ambos sexos, comprar preservativos en las tiendas de conveniencia, pero en su momento, mediados de los ochenta, el uso de la prenda implicaba, para las mayorías, un atentado a la virilidad.
En términos culturales, algo similar ocurre con el cubrebocas, más allá de las molestias que ocasiona portarlo, la animadversión que muchas personas muestran al estilizado pañuelo, tiene las características de un trastorno de ansiedad, el cual, alguna explicación debe tener.
El asunto es que, sin importar los síndromes del respetable, el señor presidente tiene la obligación de convertirse en un referente pedagógico, es decir, predicar con el ejemplo.
Para muestra, tenemos al comandante Castro que, a pesar de ser un adorador de los habanos, dejó de fumar para apoyar la campaña contra el tabaquismo. Cuestión de moditos.