A Eduardo Daniel con admiración y respeto
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Del ladino del año 2000 al de los días que corren, ¿recuerda usted al candidato Fox?
Sí, el guanajuatense que, en la contienda presidencial del año 2000, se convirtió en factor de la debacle política y electoral del PRI y el alza del PAN cuyos momios lo refrendaron cerradamente en la Presidencia de México.
Dicharachero, insolente, políticamente incorrecto dirían los clásicos, irreverente, dinamitero de la investidura presidencial, el de las botas de charol con frac y el beso a la mano de “mi reina” como llamó a Sofía de Grecia y Dinamarca, Reina Consorte de España, Vicente Fox Quesada se instaló en su momento como el peor Presidente de México.
No se le recuerda obra importante y de beneficio para el país, pero igual nada que haya hecho en perjuicio de México y sus instituciones. Solía blofear y mentir.
¡Hoy, hoy, hoy!, repitió terco en aquella reunión del 23 de mayo del año 2000, cuando se pospuso el debate para el viernes siguiente, en la que Cuauhtémoc Cárdenas estuvo al borde de perder la paciencia y le exigió seriedad mientras Francisco Labastida Ochoa no sabía si reír o levantarse de la mesa y abandonar ese encuentro.
Y cuando vísperas de conmemorarse la promulgación de la Constitución General de la República, aseguró que no propondría ninguna reforma y mucho menos una nueva Constitución, pero en su discurso del lunes 5 de febrero de 2001 lo propuso al Constituyente permanente.
De este asunto, quizá recuerde usted que en este espacio le conté que fue factor para que Marta Sahagún pidiera mi cabeza y me cambiaran a cubrir la fuente de la Cámara de Diputados porque no era grato en Los Pinos, porque llamé mentirosa a doña Marta y al licenciado Vicente Fox. Una discusión en Palacio Nacional cuando había concluido la ceremonia del 5 de febrero.
Pero, bueno, la señora Marta mandaba y, como en estos días que corren, solía aplicar una sui generis censura a las empresas comunicación y a los reporteros que no eran afines a la casa presidencial. Regañaba a reporteros porque no le gustaban sus notas o recomendaba a los directores cambiar al reportero asignado a la cobertura presidencial, como ocurrió en mi caso y, a decir verdad, me alegro de ello porque acompañar a Vicente a sus giras y actos públicos me provocaba pena ajena. En fin.
Sin duda, Fox Quesada era y es un ladino. No creo equivocarme de la aplicación de este adjetivo cuyo uso está inscrito en la historia nacional para calificar a quienes son taimados, sagaces o astutos de suyo para conseguir lo que se proponen.
Vicente Fox se propuso ser Presidente de México y lo logró valiéndose incluso de abandonar su cargo de gobernador de Guanajuato y se apoderó del PAN para lograr la nominación, igualito que el licenciado López Obrador, quien ha llegado al segundo aniversario de haberse apoderado de las instalaciones de Palacio Nacional porque vivir en Los Pinos era fifí y no quería dormir en la recámara en la que durmieron los odiados neoliberales y conservadores que le antecedieron en el cargo. Bueno, no todos…
Este 1 de diciembre como es usual habrá análisis relacionados con el gobierno del licenciado Andrés Manuel. Habrá espacios de discusión, mesas redondas, programas en los que estos canijos intelectuales y dizque líderes de opinión se enriquecieron en esos tiempos de vino y rosas, criticarán al señor presidente.
Malvados personajes orgánicos que gastan el tiempo en hablar mal de Andrés Manuel, porque no les cuadra que por órdenes de él, Dos Bocas haya sido salvado de la inundación y se inundaran zonas pobres, porque “primero (que se jodan) los pobres”.
Insolentes periodistas y reporteros de los inmundos pasquines en los que se publica libremente y se soslayan o de plano evitan las disertaciones de historia patria del licenciado presidente, las mentiras cotidianas, tantas que, cuando se celebró la conferencia mañanera número 500, una empresa seria, ajena a filias y fobias de la 4T, contabilizó ¡más de 32 mil mentiras!, sí, como leyor usted, 32 mil mentiras dichas por el licenciado López Obrador.
Y una de ellas, grave porque fue ofrecer un equitativo futuro educativo a miles de jóvenes médicos generales recién titulados, aspirantes a cursar una especialidad, sí, ser médicos especialistas para cubrir ese déficit que tiene México, creo que más de 200 mil, evidenciado con la pandemia de coronavirus.
Mire usted, en la conferencia mañanera del pasado martes 26 de mayo, el licenciado se echó un rollo que tenía matices de verdad. López Obrador puntualizó:
“(…) Porque se apostó a privatizar la educación y utilizaron como excusa para rechazar a los jóvenes que querían ingresar a las universidades o a especializarse que no pasaban el examen de admisión, cuando eso no es cierto, no es que no pasaran el examen de admisión, es que no había cupo, no había espacio porque no había presupuesto para las universidades públicas, para la formación de los especialistas.
“¿Qué vamos a hacer nosotros?
“Lo anuncio, ya todos los que quieran estudiar especialidades van a tener manera de hacerlo. En el nivel de especialidades no va a haber rechazados.
“¿Qué vamos a llevar a la práctica?
“Si no tenemos la capacidad en México… Porque se fue deteriorando el sistema de enseñanza de nivel superior y de especialistas médicos, se fue haciendo menos, se fue desatendiendo, y otras cosas también que tenemos que aclarar, ver cómo se practicaban los exámenes de admisión, o sea, todo eso se tiene que revisar y si hay errores, corregirlos, pero vamos a hablar de eso.
“¿Cuántos presentan examen para entrar en una especialidad en un año?
Entonces entró al quite el doctor Jorge Alcocer Varela, secretario de Salud del gobierno de la 4T y desde su ronco pecho, que imagino también no es bodega, prometió:
“Se presentan, en este año se van a presentar, se presentaron ya más de 52 mil candidatos para poder optar por especialidades médicas.
“(…) El enfoque ahora, como ya dijo el señor presidente, va a ser completo. Uno, no rechazarlos, porque todos los que deben de presentar llenan el requisito de ser médicos generales, y en algún momento señalé que el ser médico general ya es una distinción, seis años de estar trabajando y haciendo, inclusive ahora en el COVID, algunas participaciones como ya saben, como recuerdan, que motivaron que aquellos que están trabajando en comunidades tengan mayor puntuación, dos puntos de lo que se requiere para poder sumar a lo del examen, pero ahora también aquellos que tienen participación en COVID, esto es como un estímulo”.
Bueno, Andrés Manuel se atrevió a blofear y dijo que habría presupuesto para beneficiar hasta 30 mil becados en países en el extranjero, quienes a su regreso a México deberán trabajar en un hospital público.
Pero. Ladino, el pasado jueves 5 de noviembre, el licenciado López Obrador matizó su oferta y, vísperas de que más de 50 mil jóvenes recién titulados como médicos generales presentaran el Examen Nacional de Residencias Médicas –sábado y 8 de noviembre–, dijo que su gobierno abrirá por primera vez 18 mil 929 nuevas plazas.
Y, en la mañanera de ese jueves, Alejandro Svarch Pérez, jefe de la Coordinación Nacional Médica del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), recordó que en promedio en los últimos 20 años, de 43 mil aspirantes que presentaron el examen para ingresar a una especialidad médica sólo se aceptaron nueve mil 300, dejando fuera al 80 por ciento. Y dio la pauta para que el licenciado López Obrador saliera bien librado de la mentira de mayo.
De continuar rechazando a 80 por ciento de los aspirantes, dijo Svarch Pérez, “continuaríamos teniendo 0.9 médicos especialistas por cada mil habitantes. En 2030 tendríamos 13 mil 581, y con el despliegue de ahora, más de 27 mil, lo que nos acerca a la meta de 3.4 países de la OCDE”.
Entonces, entró en escena Andrés Manuel y refirió que, “de todas maneras no llegamos (…) es tanto el rezago que va a llevar más tiempo, fue mucho el daño. Fueron cuatro décadas perdidas. Todo el periodo neoliberal se dedicaron a saquear al país, se apoderaron del gobierno, lo secuestraron y lo convirtieron en un comité al servicio de unos cuantos. Todo era negocio, era lucro, el pueblo no les importó”.
La culpa a los de atrás. ¿Por qué mintió Andrés Manuel? ¿Por qué ofrecer antes de enterarse de lo que ofrecía?
El sábado último se conocieron los resultados del Examen Nacional de Residencias Médicas y más de 30 mil jóvenes médicos están, sin duda, decepcionados frente a un personaje que miente todos los días, que ofrece el maná y cierra los ojos frente a una realidad que lo acompaña en sus periplos por el interior del país.
Ya no hay esos despliegues voluntarios de simpatizantes que le aplaudían; las encuestas carecen de credibilidad porque la voz en la calle discrepa del top ten. A los jóvenes médicos que, como Eduardo Daniel y Samantha se quedaron a dos puntos de la aceptación, mi admiración y reconocimiento porque insistirán en ser especialistas para, ellos sí, servir a la sociedad en general. Segundo año de gobierno. ¿Y? Por cierto, ¿usted le cree a López-Gatell? ¡Yo tampoco!
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