* Llegan a la conclusión de que debe establecerse una doble cuenta: aquella que se reporta año con año como ejercicio del presupuesto de egresos de la federación, y la que responde a la realización de los proyectos y programas que se ejecutan fuera de programación y al margen del ejercicio presupuestal. Cuando los números no cuadran, se sanciona a los responsables de uno o varios tramos del operativo. Pregunten, si no, a Gutiérrez Rebollo y García Luna
Gregorio Ortega Molina
Reunir todo el poder sin lograr toda la autoridad equivale a medio gobernar, o a no poder hacerlo. Imposible saberlo todo, pero sí puede preguntarse todo.
Sólo los que participaron en la entrega-recepción del gobierno saben cómo lo recibieron y en qué estado lo tienen hoy; únicamente EPN y el presidente de México conocen los términos de sus últimas conversaciones y lo que en ellas se trató, a menos de que el mandatario saliente padezca de las mismas obsesiones y debilidades de Richard M. Nixon, y conserve grabadas las conversaciones sostenidas en sus oficinas.
Resulta difícil saber si se conversó de todos los temas, o si uno de los interlocutores nada quiso saber de esos asuntos que le causan erisipela, debido a su cristianismo evangélico, o nada más porque se pasa de taimado. Siempre puede eludir la responsabilidad histórica con el argumento de que no fue enterado o no le avisaron, o simplemente echar a culpa al pasado. Pero resulta que en el poder los sucesos de ayer adquieren actualidad hoy. Yogui Berra lo supo bien: esto no se acaba, hasta que se acaba.
Lo que sí es verídico, pero resulta imposible de consignar, es que el dinero negro procedente tanto del comercio informal como de las diversas modalidades del crimen organizado fue manejable, hasta que se sumaron las enormes cantidades que produce el narcotráfico y algunos derivados, como el contrabando de armas. Esos recursos en efectivo fluyen y, supongo, se llevan cuenta, pues de otra manera la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) no hablaría de las cantidades que mencionan, que pueden no ser exactas, pero sí muy cercanas a la realidad. Para eso sirven las estadísticas, y de alguna manera puede separarse el gasto fiscal del otro, del que no existe, pero cómo ayuda.
Si efectivamente así sucede, alguien debe administrar y dar seguimiento a esos recursos, para que lleguen a su destino y cumplan la función política, social y administrativa a la que fueron destinados. Reciclar en la economía formal ese enorme flujo de dinero fresco, pero negro, requiere de conocimiento, habilidad y responsabilidad, para no desequilibrarla, y sirva a los objetivos previstos, unos con antelación, otros sobre la marcha.
Supongo, entonces, que llegan a la conclusión de que debe establecerse una doble cuenta: aquella que se reporta año con año como ejercicio del presupuesto de egresos de la federación, y la que responde a la realización de los proyectos y programas que se ejecutan fuera de programación y al margen del ejercicio presupuestal. Cuando los números no cuadran, se sanciona a los responsables de uno o varios tramos del operativo. Pregunten, si no, a Gutiérrez Rebollo y García Luna.
Naturalmente nada de lo anterior es comprobable. De eso se trata, que no pueda seguirse el rastro, puesto que los únicos que deben saber cómo y por qué se opera de esa manera, son los que instrumentan, por un lado, y los que supervisan, por el otro.
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