Joel Hernández Santiago
El demócrata Joe Biden es, a partir del 20 de enero, el presidente de Estados Unidos de América por cuatro años. Esto, luego de un proceso electoral en 2020 complicado como pocas veces en su historia reciente. Sobre por los impulsos violentos del republicano Donald J. Trump que se niega aún hoy a reconocer su derrota.
Y por lo mismo, pocas veces hemos visto cómo se desfiguró allá lo que durante años era, digamos, el ejemplo de sistema democrático impoluto. El sistema que se ostentaba como ejemplo mundial de eficiencia, de cultura democrática de solidez y con una ciudadanía madura y consciente de sus derechos y obligaciones democráticas.
Sí, han ocurrido hechos complicados y hasta extravagantes, como fue el caso de la renuncia obligada del republicano Richard Nixon el 9 de agosto de 1974 y luego los desfiguros del demócrata Bill Clinton y su affaire Lewinsky en 1998.
Lo ocurrido el 6 de enero en el Capitolio estadounidense y, sobre todo, la incitación de Trump a que sus seguidores salieran a las calles a reclamar “su triunfo” y que acudieran al recinto legislativo, configuró uno de los momentos más increíbles y bochornosos en la historia de esa Nación.
En todo caso el 20 de enero es el cambio y las relaciones con México tomarán un nuevo camino, luego de que el gobierno conservador y de derechas de Donald J. Trump había encontrado la fórmula para que un gobierno que se presume de izquierda y anti conservador le fuera consecuente durante los dos años recientes, el de México.
Esto por muchas razones ya semiocultas o evidentes, como fue el negarse el presidente mexicano a reconocer el triunfo de Biden ‘hasta que los resultados fueran oficiales’, a pesar de que la mayoría de los países del mundo ya habían mandado –según el protocolo internacional- su saludo de felicitación al que ya era inminente triunfador electoral en EUA.
Ya antes hubo algún “mohín” de disgusto por parte de Biden cuando el 8 de julio el presidente mexicano decidió ir a Washington en plena campaña electoral, lo que se consideró por los Demócratas estadounidenses como una forma de apoyo al Republicano Trump.
Hoy la situación parece que se complica para el presidente mexicano. Aún no termina el gobierno de Trump y hace unos días el secretario de Estado, Mike Pompeo lanzó una seria recriminación por lo que consideren “las recientes acciones regulatorias del gobierno mexicano –que- han creado una incertidumbre significativa sobre los procesos regulatorios de México, especialmente con respecto al sector energético, y han dañado el clima general de inversión de México”.
Además, el grupo de negociaciones de Biden con su parte mexicana fue marcada por lo que los estadounidenses consideran una falla de procedimiento, pues anteriormente los presidentes de ambas naciones entraban en comunicación para establecer mecanismos de transición de interés común. “No ocurrió en esta ocasión” afirmaron.
Luego, el mismo embajador de EUA., en México, Christopher Landau, afirmó que “México no aceptó un donativo del gobierno estadounidense de aparatos de detección de armas no intrusivos, para frenar el tráfico hacia nuestro país.”
Si. Ya se sabe que los estadounidenses no dan paso sin huarache y que probablemente los favores que proporcionen generan obligaciones de la parte mexicana. Sin embargo corresponde a la parte diplomática solucionar estos diferendos y llegar a acuerdos que beneficien a las dos partes, pero sobre todo, en nuestro caso, a México.
Pero lo más reciente es la decisión del gobierno mexicano de retirar los cargos que la fiscalía de EUA habían fincado en contra del general Salvador Cienfuegos, quien fue detenido el 15 de octubre en el aeropuerto de Los Ángeles, bajo cargos de lavado de dinero y otros relativos a narcotráfico.
Luego de un proceso en el que la DEA realizó las acusaciones; de su traslado de Los Ángeles a Nueva York para seguir ahí su procedimiento y luego de que la autoridad estadounidense decide enviar al General Cienfuegos a México para que el gobierno de acá llevara a cabo el proceso legal con las pruebas aportadas por la DEA así como con la investigación que acá se llevaría a cabo…
Pues nada, que salió libre sin cargos. El presidente de México acusó malos procedimientos de la DEA, que se integró una mala investigación y que nada de lo hecho allá estaba bien. Así que felicitó la decisión de la Fiscalía mexicana. Y dio a conocer la versión “pública” de la carpeta de la DEA.
Por supuesto esto no cayó nada bien ni a la DEA –lo que no tiene por qué ser—, pero sobre todo es claro que el gobierno de Biden –su gente- están tomando nota de la actitud mexicana de frente a una nueva etapa de relaciones…
Le queda claro a Biden la solidaridad de AMLO con Trump, su apoyo, su reticencia a reconocerle, sus mensajes al gobierno de EUA, con el tema Pemex y Cienfuegos… la DEA y más.
Para el gobierno mexicano vienen tiempos difíciles de relación con el gobierno de EUA. Y sí. Aquí lo que importa es el interés de México, bajo toda circunstancia; pero para ganar a favor nuestro se deben utilizar las reglas de la diplomacia y del trato entre naciones, con la ley en la mano.
Será difícil para AMLO esta nueva etapa. Él tiene en contra que no se dejó asesorar en materia diplomática para conducir el trato mirando por los intereses de México, y no sólo de su gobierno.
Los intereses de México están antes y después de Trump o de Biden, aun así, lo que sigue es una enorme-titánica estrategia diplomática para recomponer la situación y conseguir beneficios para nuestro país sin aristas y sin piedras en el camino. Ya veremos si Marcelo Ebrard lo consigue.