Por: Héctor Calderón Hallal
Revisando las redes sociales ayer, el suscrito halló el ‘post’ de una frase célebre de Peter Drucker que un contacto hizo el favor involuntario de publicar y que dio pie para la elaboración de la presente entrega: “La mejor forma de predecir el futuro, es creándolo”… frase que tiene una enorme precisión filosófica, como es incalculable también su puntual utilidad pragmática en el país y en los tiempos que vivimos.
Se debe empezar recreando la frase de Drucker, para abrevar por la principal hipótesis de este texto que es: la lingüística en la política y la fuerza de las construcciones lingüísticas (que no de las ideas), en gobiernos populistas como el de México actualmente.
Y es que nunca como hoy en México, se necesita reconocer desde el interior de la sociedad, del gobierno y desde lo más recóndito de cada ciudadano, que todo, absolutamente todo, está aun por hacerse; que la pandemia, con este nuevo decrecimiento de casi 9% anual, nos remitirá a cinco o diez años de retraso económico y que, en general, el sentido hacia donde se mueve el mundo, no es el que pregona el gobierno de López Obrador.
El destino hacia donde quiere ir la sociedad mexicana, liderada ya por gente jóven, preparada, obligada y sobre todo pragmática, no es el de aquel México de las construcciones lingüísticas ´pegajosas´ y utópicamente superficiales:”Prohibido prohibir”, “Hacer el amor y no la guerra”, “No al autoritarismo”, “Abrazos no balazos”, entre otras.
Una terna de variables no contempladas, conjugadas en menos de 72 horas, deben haberle mostrado a AMLO y a su gobierno, que una cosa es la política de hace 50 años, sustentada en gran medida por la fuerza de los discursos, del “verbo”, de la lingüística… y otra muy diferente es la realidad de enfrentarse a “lo que hay” cuando se es gobierno o autoridad.
Un vórtice polar que trajo las nevadas más intensas de los últimos diez años a Texas y la decisión del gobierno de esa entidad sureña de la Unión Americana de decretar no vender gas natural al extranjero; a la que se suma la decisión, acaso por revancha, de la española Iberdrola, de tampoco venderle gas natural al Gobierno de México, luego de haber sido públicamente vilipendiada y calumniada por el Jefe del Estado mexicano, ponen a por lo menos dos entidades fronterizas como Chihuahua y Coahuila, al borde de una crisis de salud pública, por la necesidad de esperar a que salga el sol y se derrrita la nieve que se ha acumulado en las calles. Lo que está previsto para el próximo sábado 20 de febrero… mientras tanto a calentarse con leña, a cocinar de igual forma en muchos casos, a iluminarse con cachimbas… como en el siglo 19.
Todo por la impericia… o quizá negligencia, de un Gobierno integrado por individuos que no estaban preparados aun para ser autoridad. Está quedando eso ya muy claro. Aunque en buena hora se les dio la oportunidad de llegar al poder dándoles el voto, para conocerlos; ahora está llegando el momento de enviarlos a la “banca política” a reflexionar y a madurar por 3 o 6 años, a seguir construyéndose a sí mismos como opción política.
A saber:
El pasado 10 de agosto (2020) AMLO declaró que “analizaba seriamente vender gas excedente a Asia”, bajo el argumento de que en sexenios pasados, (las administraciones) compraron gas al por mayor, “pero que actualmente no se requiere o se necesitará hasta dentro de 30 años”.
Hoy, la vida le da a López Obrador una gran lección: Que no sólo estaban equivocados quienes le antecedieron en el Gobierno… sino que él también y abrumadoramente más equivocado que los gobiernos de los que él llama erróneamente los ‘neoliberales’.
Equivocados los gobiernos anteriores, porque no fueron capaces de construir inmuebles o redes de almacenamiento del gas natural y también porque no hicieron lo necesario para provocar autosuficiencia en ese recurso natural y no tener que llegar a estos momentos.
Pero equivocado también López Obrador y su “Cuarta Transformación”, porque volvió a evidenciarse, no sólo como neófito al frente del Gobierno mexicano, sino como un individuo que ejerce el poder (o cree ejercerlo) en base a declaraciones, a construcciones lingüísticas y no en base a acciones concretas.
Sí… ¡Cuánta razón le asiste a Peter Drucker!… el autor de “El fin del hombre económico”, cuando dice en su frase lapidaria “La mejor forma de predecir el futuro, es creándolo”; trabajando desde hoy, con acciones concretas, tangibles, no con poses demagógicas ni con ‘chifletas estruendosas’ contra sus detractores, ni con fundamentos ideológicos… mucho menos con resentimientos, ni desahogos personales hacia quien no comparte sus ideas.
Creímos haber votado en 2018 por un líder sensato, activo, responsable, productivo y parece que nos equivocamos: votamos por un hombre “atrapado en sus propios prejuicios”, quizá en su propia tergiversación de la idea que tiene de la política.
Decir que el presidente es ‘puro verbo’, cobra sentido cada día que lo conocemos más.
Las versiones que se han escapado de los ‘muros celosos’ de Palacio Nacional en el sentido de que el Jefe del Ejecutivo no tiene alguna gira a alguna entidad federativa, que son por cierto escasas en comparación a anteriores presidentes, sólo atiende la conferencia ‘mañanera’, después de la extenuante y ‘productiva’ reunión del Gabinete de Seguridad… es decir, a excepción de las mañaneras y la mini reunión del gabinete de seguridad, AMLO no hace nada oficial el resto del día. La conferencia ‘mañanera’ es la instancia de gobierno suprema del actual ‘régimen’, paradecirlo en su propio esquema lingüístico.
Por cierto, siempre se ha sabido que el Estado Mayor en anteriores administraciones, ‘hacía envejecer´ o hasta ‘enfermaba de muerte’ a los presidentes en turno, por la abultada agenda de trabajo y desplazamientos diarios. Faraónicos o no los modos, era un hecho que ser Presidente de México, implicaba, diario, un exceso de trabajo y productividad. Hoy, al parecer ya no es así.
Los ‘nuevos paradigmas’ implican una imaginaria ‘dictadura del hedonismo colectivo’, por encima de la razón y la funcionalidad.
En la ´mañanera’ se toman las ‘grandes decisiones’, se le toma el pulso a la nación con las preguntas que se le hacen al mandatario y se corrige el rumbo –en el acto- de lo que no funciona.
Ahí mismo, el mandatario acuerda con sus subordinados, se les notifica o se les avisa del cumplimiento o avance de las instrucciones dadas en ‘mañaneras’ anteriores, gira instrucciones o precisiones desde la mañanera a sus colaboradores ausentes o enfermos, etcétera…. Un verdadero caos administrativo. Todo se circunscribe a la palabra, al verbo, no hay formalidad ni memoria alguna. Menos planificación, ni protocolos, ni método.
“A ver Jesús (Ramírez,el Coordinador de Comunicación Social)… ¡No tendrás la nota/gráfica/cartón aquel de la fecha fulana, para enseñarles cómo se hacía tal o cual cosa en tiempos del ‘viejo régimen’, ‘prianista’, neoliberal… digo, para que vean que no somos iguales….¡Eso ya calienta!”… Puras construcciones lingüísticas, puras frases hechas, puros formulismos de cartonistas viejos, críticos del gobierno en los setentas u ochentas… la esencia de “Rius” y “Naranjo” elevadas a los altares discursivos oficiales, como axiomas imperturbables de la nueva moral pública.
Entre razonamientos tipo “consignas cecehacheras” y veneraciones a una forma de hacer política que ya se extinguió en el mundo, López Obrador desde las cómodas conferencias matuinas diarias, siente que ‘gobierna con eficiencia’ al país.
Invoca su propia idea de lo que es la política, con esas construcciones lingüísticas de cuya eficiencia, hasta hoy, todos los mexicanos –seguidores o detractores- tenemos culpa.
Y es que hay que decirlo: que al presidente le ha funcionado, hasta hoy, esa forma de gobernar en base a la lingüística, al verbo… sin poder aun materializar el verbo en acción contundente, tangible.
Y hemos permitido que así sea el Presidente, sin ponerle un límite.
La teoría de los ‘marcos mentales’, desarrollada por Goerge Lakoff, el principal lingüista y científico cognitivo dedicado a la política en las últimas décadas,
Lakoff, uno de los investigadores de la llamada ‘Teoría Neural del Lenguiaje’, junto a Noam Chomsky, sostiene que evidentemente las palabras construyen. Las frases tienen cimientos. Un mensaje público detona reacciones en el cerebro: marcos conceptuales de imágenes.
Aquí hay coincidencia con el análisis del Maestro Fernando Vázquez Rigada: López Obrador ha podido construir esos ‘marcos mentales’ que sus opositores no han logrado derribar, porque cometen un error inconsciente, que es repetir palabras y argumentos del tabasqueño, ya sea para criticarlo o como referencia y, al hacerlo, se reafirma inconscientemente el razonamiento de AMLO.
Si nos damos cuenta, López Obrador no usa los marcos conceptuales de sus adversarios ‘fifís’, por lo que no da margen de reafirmen esos posicionamientos que están en su contra.
Eso pudiera explicar los cada vez más bajos pero aún importantes niveles de aprobación del Presidente.
Un gran error de la oposición a AMLO y a Morena, es repetir o asumir sus argumentos, Eso lo reafirma subliminal y formalmente en el debate político cotidiano.
Y otro gran y definitivo error, es seguir cubriendo o dándole tal importancia a la Conferencia ‘Mañanera’;… sobre todo en un formato como el que prevalece hasta hoy, que de ´diálogo circular’ no tiene nada. Es un monólogo unipersonal y que se autopromueve electoralmente.
Las palabras siempre cobran un sentido efectivo en la mentalidad del oyente. No tienen desperdicio. Sea quien fuere el emisor de esas palabras.
Dos de las más comunes y que han posicionado a AMLO hasta hoy son:
Que quien no esté con él, es porque es reaccionario o conservador… o ‘neoliberal’ o mepresario rapaz, mezquino, que promueve la desigualdad, el ‘clasismo’, porque es un ‘machuchón con privilegios de la burocracia dorada’… de la de antes.
Nada tan falso como eso.
Otra… que todos los periodistas son’chayoteros’en México… También rotundamente falsa… y sin embargo casi llega a convencer a sus oyentes AMLO, a fuerza de la repetición.
Así que mientras la política en México siga siendo regida por el verbo y no por la acción, seguiremos siendo un país condenado una narrativa ‘permanentemente inacabada’… sin un colofón satisfactorio; y siempre confinados al mismo libro, a la misma obra…. Y lo que sería peor: al mismo autor.
En nuestras manos romper ´de tajo’ con esa dinámica o empezar a exigir una comunicación más seria y comprometida de parte del Presidente de la República.
Porque ha quedado demostrado que AMLO y la 4 T… son ´puro verbo’.
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