Andrés Manuel López Obrador y su ya muy cacareada y publicitada Cuarta Transformación de la Nación no ha podido, no ha permitido, no ha querido o no ha sabido combatir a cabalidad y de frente el fenómeno irreversible de la corrupción que impera en el ámbito de procuración, impartición y administración de justicia, no obstante las palabras de promesa y esperanza expresadas en el ayer.
México lleva décadas y los gobiernos del neoliberalismo y de esta cuarta transformación han pretendido e intentado, mas no logrado, realizar todos los actos a su alcance para que la gran crisis de corrupción que padecemos alcance en el hoy características de holocausto.
Nuestra amada República a la cual años atrás al hacer alusión a ella se decía que era el ‘’cuerno de la abundancia’’, desgraciadamente dicha expresión quedo prendada en la historia, pero también olvidada.
Las azucaradas y empalagosas mieles de la corrupción endulzaron y desgraciaron a nuestra Nación.
En fin, nuestro muy querido y respetado México, en esta Cuarta Transformación de la República sigue inmerso no solo en la gran corrupción política, sino también en la enorme y creciente corrupción de la justicia, donde agentes del ministerio público, fiscales, jueces, magistrados y uno que otro ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación siguen haciendo de las suyas debido a esa contaminación ética de sustancial importancia, ya que debido a ella se ha permitido, consentido, tolerado e impulsado, en esencia, que en múltiples recintos de justicia, sin casi excepción alguna existan y sigan operando diversos y múltiples actos de corrupción, por ende, quiérase o no reconocer, se ha dado continuidad a dicho fenómeno de inmoralidad.
Bien sostiene el Foro Independiente de la República y la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México A.C. que con carácter de urgente debe expedirse desde ya un mandato de índole político substantivo en el que se proponga el encarcelamiento ipso facto de todos aquellos indecentes togados que profanaron, pisotearon e insultaron el alma de la Nación al prostituir a la justicia.
Por todo ello se infiere que nuestra justicia sigue envenenada y contaminada, nuestra cacareada democracia se encuentra gravemente enferma, por todos aquellos actos que deshonran y deshonraron a la justicia, por desdicha a la autoridad no le importa un comino sanear nuestros recintos, como tampoco le importa ni le interesa el porvenir y el destino histórico de nuestro México.
Contaminación de la justicia y corrupción política son un binomio imposible de superar en los tiempos de transformación que padecemos.
Lic. Alberto Woolrich Ortiz
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio de Abogados de México A.C