* En Hidalgo, la diputada federal Jannet Téllez, ya recorre cada región para alentar a los simpatizantes de la 4T a sumarse al que aparece como un “Plan B”, rumbo al 2024, pues al decir de la legisladora, sigue instrucciones nada menos que del Presidente, para concretar un verdadero cambio
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez/@ortigoza2010
Especial de Expediente Ultra
Mientras los adversarios de AMLO se preparan para la Madre de Todas las Batallas Electorales y hacen una coalición sui géneris para enfrentar a Morena, los estrategas del primer mandatario ya preparan la mudanza: algunos diputados federales, alcaldes de ciudades importantes, diputados locales y líderes de izquierda, comienzan a plegarse a Redes Sociales Progresistas (RSP), lo mismo que al lado de la malformación ideológica llamada Fuerza México.
El anunciado choque de trenes de “Va por México” vs “Juntos haremos historia” puede quedar en el historial político como lo que pudo ser, pero nunca fue, o como un distractor en la guerra electoral, mientras la verdadera batalla se libra en otro frente muy distinto.
Los resultados electorales en Hidalgo y Coahuila, en octubre pasado encendieron las alertas en las áreas de inteligencia del gobierno federal.
Los analistas del otrora Cisen, hoy Consejo de Seguridad Nacional, entregaron un análisis muy detallado del escenario futuro de Morena. Diagnosticaron que el ahora partido oficial no aprendió a ser partido y, por el contrario, no pasó –igual que su matriz, el PRD- de ser un movimiento de grupúsculos, tribus y camarillas; que nunca podrá ser verdadero partido de masas que funcione orgánicamente como tal, porque prevalecen las luchas intestinas y la confrontación permanente.
Que los responsables de la operación política morenista le fallaron al presidente. Que las disputas intergrupales y la descalificación a ultranza, habían dañado seriamente a los candidatos del color guinda y por eso los resultados electorales fueron pírricos. Todo eso, entre muchos otros elementos de juicio que expusieron quienes entregaron el análisis diario para la toma de decisiones en esa área estratégica.
Sin embargo, en la otrora poderosa secretaría de Gobernación, una dependencia que fue reducida al 30% de su personal, acotada en responsabilidades y supeditada a los vaivenes del todopoderoso secretario de Relaciones Exteriores, sus analistas no comparten el escenario de que en Morena se avecina una crisis.
Allí consideran que las encuestas favorecen ampliamente el trabajo presidencial; que “los otros datos” que ellos tienen no auguran un escenario catastrófico ni mucho menos. Explican que con un nivel de más de 60 por ciento de aprobación Presidencial, Morena y sus aliados pueden sortear cualesquiera coyunturas y derrotar a “la mafia del poder”, donde están agazapados los “conservadores” y mutan los “fifis ”.
Sin embargo esas dos visiones encontradas comienzan a ser rebasadas por una inédita operación política gubernamental silenciosa; varios políticos obradoristas preparan su salida de Morena para ingresar a RSP y transitar por un camino de la mano del presidente. El obradorismo, otra vez, cambiaría de partido.
Como muestra un ejemplo: los famosos “Siervos de la Nación” ya se preparan en cada sección electoral para que existan uno, dos o varios responsables, según el número de electores, para “cantar o informar” de los resultados al presidente de la República.
El viejo sueño salinista de los Comités del Programa Solidaridad, tal parece que fue “hackeado” y puesto en práctica con otro nombre. Si la intentona fracasa, el colapso electoral para Morena está en puerta.
En los pasillos políticos, los diputados de Morena empiezan a quejarse que tienen pocos apoyos para sus huestes y que todo indica que el interés reeleccionista de los diputados en San Lázaro fue la gota que derramó el vaso e irritó al presidente. Que en varias dependencias federales empezaron a cerrar la puerta de la gestión y los apoyos. Que muy pocos obradoristas pueden sortear esos candados. De pronto, en Morena comenzó una guerra interna con graves consecuencias.
Como si se tratara de un guion bien establecido y minuciosamente ensayado, en casi todos los estados donde habrá elecciones en junio próximo, hubo protestas, inconformidades, descalificaciones, denuncias y señalamientos poco ortodoxos.
Guerrero desató la debacle. Las filtraciones, primero y posteriormente, acusaciones y denuncias, dañaron al candidato del presidente. Un senador que se ahoga en la inmundicia de sus actos y cobardías. Un político que cada día causa más animadversión y rechazo. Un actor político de Morena. Un personaje con vínculos tan siniestros que ya rasgó la investidura presidencial. Su caída es cuestión de tiempo y con ello buscarán oxigenar al partido.
De forma inédita en Morena las bases rebasaron al incipiente liderazgo. Un liderazgo párvulo que solo obedece consignas y, en ese tránsito, no respeta los propios estatutos; tampoco el trabajo de partido y solo pretende posicionar a los amigos y protegidos en detrimento del clientelismo electoral, mecanismo por cierto, en que se basa toda la operación de Morena.
En Hidalgo se inició algo así como “la marcha de la lealtad obradorista” (sic), con la diputada federal Jannet Téllez, quien ya recorre cada región hidalguense para posicionar a su nuevo Partido. Una morenista “de cepa”, que decía defender “con su vida” a la 4T, hoy se apodera del liderazgo y promueve a RSP como el nuevo instituto político de la trillada “transformación” del supuesto cambio verdadero. Una legisladora que invita grupos de adeptos y se jacta que sigue “instrucciones” del señor presidente.
Así están las cosas rumbo a junio.