Joel Hernández Santiago
Muy desafortunada la defensa que hacen, tanto el presidente de México como el dirigente del partido Morena, del candidato y la candidatura al gobierno de Guerrero, Félix Salgado Macedonio.
Y lo es porque el asunto es indefendible en tanto voluntad popular y porque sí, en efecto, debe ponerse este asunto en los terrenos del procedimiento legal y, desde ahí, cuando se determine inocencia o culpabilidad, será cuando se sepa si los guerrerenses deciden votar por este candidato, o no; mientras tanto se debe retirar esta candidatura.
Pero nada, que contra viento y marea, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está empeñado en que Salgado Macedonio sea candidato. Y como gusta de expresarse en términos populares esta vez lo defendió de una forma que le ha sido más perjudicial que benéfica.
Lo hace siempre. A lo largo de sus larguísimas campañas para conseguir la presidencia del país ha utilizado términos y dichos populares. Encontró su momento culminante cuando en marzo de 2006 le asestó al entonces presidente de México, Vicente Fox Quezada: “¡Ya cállate, Chachalaca!”.
En muchas ocasiones ha puesto apodos a sus adversarios o a quienes supone adversarios, aunque no lo sean, son: “Fifís”, “Conservadores”, “Neoliberales”… “Borolas” (a Felipe Calderón)…
Algunas veces estos dichos se le han revertido, como ocurrió con aquel desafortunado “Me canso, ganso”; o como cuando dijo “Fuchi-caca”…
De todos modos su nivel de aceptación en México aún es alto y, por lo mismo, se siente seguro de que estos errores son y serán ‘prueba superada’. Está bien. En todo el mundo es importante contar con jefes de Estado fuertes y sensibles a los impulsos sociales y de gobierno. Una fortaleza que radique en la voluntad ciudadana, leal y legal y claramente democrática.
Pero frene a este empeño oficial, pronto estalló el reclamo colectivo. Una y mil veces grupos de mujeres señalaron al candidato presidencial y de Morena como presunto violador de mujeres en el pasado. De hecho se señala que hay varias denuncias legales en su contra, algunas de ellas desechadas porque el asunto “prescribió” por razones de tiempo u otras modalidades.
Pero esta vez la ola creció. Los reclamos de esos grupos de mujeres tanto de Guerrero como de todo el país son cada vez más numerosos y más enfáticos. Y a estos reclamos se sumaron ya los de distintos grupos y personajes de la vida pública, intelectual, académica y del arte, nacionales.
Y frente a estas exigencias cada vez más crecientes por impedir esta candidatura ocurre lo inesperado: una defensa a contracorriente de este personaje tanto desde Palacio Nacional como del dirigente del partido, Morena, Mario Delgado.
Pero ésta cayó en error cuando el mismo presidente asestó a todos: “… ¡Ya Chole con campañas promovidas en contra del senador!”.
Y acusó que ‘grupos conservadores que han “dominado” a los medios de comunicación y “controlan” la opinión pública apoyándose en expertos y analistas, como ha sucedido con la campaña contra Salgado Macedonio’.
“Porque por eso es importante la historia. Los conservadores, así como fueron a buscar a Santa Anna, luego fueron a buscar a Maximiliano más tarde, 10 años después, y siempre es lo mismo. ¿Y cómo se apoyan? … ¿De parte de quién?…
Mala figura retórica. La sola advocación del “Ya Chole mató a su perico” –según nos enseña el escritor Gerardo de la Torre–, causó indignación no sólo entre quienes repudiaban públicamente esta candidatura de Morena para el estado de Guerrero. También a muchos que ni siquiera se habían asomado al tema pero que con esto se han puesto alerta por esa frase que parece más una expresión de fastidio o de amenaza que de diálogo político para detener la andanada crítica.
Y esa misma frase ha sido retomada por muchos para advertir, al mismo tiempo, que “¡Ya Chole con el “Pacto Patriarcal!”; “¡Ya Chole con el pacto de impunidad!”, “¡Ya Chole con el machismo!”, “¡Ya Chole con la violencia y el feminicidio!”… Y así a más.
El presidente de México está en un punto crítico y, por lo mismo, debe ser cuidadoso y sensible a la voluntad colectiva y ser defensor de las leyes. Y las leyes no sólo atañen a hechos que como en este caso son imputados y que se tendrían que probar, como también el procedimiento en los partidos políticos que deberían garantizar que sus candidatos acuden a sus campañas sin asomo de duda.
Insistir en que todo hecho público que acuse, deberá prevalecer la presunción de inocencia. Aunque, en este caso, ocurre que desde hace varios años estos señalamientos han sido puestos en manos de la justicia pero por alguna extraña razón, según se lee, han sido hechos a un lado.
Hoy es la oportunidad tanto para el presidente de México, como para el presidente de Morena y para la 4-T, de demostrar que se escucha el llamado de la gente de a pie; sin animosidad de ninguna parte y con todo el derecho democrático de pedir y dialogar en torno a una decisión que atañe a todo el país en su aspiración democrática, al sistema de partidos y a la construcción de una Nación.
Ojalá que los actores políticos que tienen vela en este asunto tomen una decisión democrática y no caprichosa o voluntariosa. Y nunca más un “¡Ya Chole!” que tanto daño causa a la confianza pública.