CIUDAD DE MÉXICO.- El lunes 22 de febrero de 2020, el Coronavirus SARS-CoV-2 llegó a México en un avión proveniente de Italia. El gobierno mexicano lo confirmaría seis días después, el 28 de febrero, y luego de dos semanas, el 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud declaró a nivel mundial la pandemia de la terrible enfermedad del Covid-19, cuyo brote surgió en China a fines de 2019.
Pese a la voz de alerta, el presidente Andrés Manuel López Obrador ignoró el llamado, lo tomó a broma e invitó al pueblo a salir, a abrazarse, “no pasa nada”, dijo, y se negó a usar el cubrebocas y a guardar la sana distancia, aunque luego él mismo tendría que admitir lo grave de la situación y tuvo que cambiar su discurso por el “quédese en casa” aunque ya miles de personas habían muerto por seguir las imprudentes recomendaciones de quien debería de haber predicado con el ejemplo.
De acuerdo con La Opinión de México, la pandemia del Covid, en poco más de un año, no sólo ha matado en México a 200 mil personas, según estadísticas oficiales, aunque estimaciones más precisas indican que el costo humano es tres veces mayor, sino también congeló y cambió la vida de millones de personas y la del planeta y sumió a la humanidad en un letargo interminable de incertidumbre y miedo, con efectos socioeconómicos que aún no pueden dimensionarse.
En contraparte, la ciencia tuvo avances enormes, con una producción masiva de estudios y el desarrollo, en un tiempo récord, de una docena de vacunas, varias de las cuales ya están en México: Pfizer, Astra Zeneca, Sinovac, Sputnik, entre otras, y hay muchas más en proceso de autorización.
EL PRIMER CASO DE CONTAGIO EN MÉXICO
El primer caso de Coronavirus se detectó el 27 de febrero de 2020, aunque la Secretaría de Salud lo confirmó un día después junto con dos más, cuando actualizó la información en su conferencia diaria sobre el Covid-19.
Ese día llegó el Coronavirus a México, como el primer caso de sospecha de un hombre hospitalizado en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER). El infectado, originario de la Ciudad de México, había regresado de un viaje a Italia, país que, para ese entonces, ya sufría los estragos de la pandemia.
El 28 de febrero de 2020, en la conferencia mañanera del presidente López Obrador, Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Secretaría de Salud, confirmó el primer caso de una persona contagiada en el país con el virus SARS-CoV-2.
Señaló que el caso “sospechoso” era originario de la Ciudad de México y toda su familia, compuesta por cinco personas más, estaba en aislamiento en el INER, con síntomas leves.
“El individuo está en condiciones de salud estable, tiene una enfermedad leve, leve se refiere a que no tiene neumonía, tiene los síntomas parecidos a un catarro, de hecho, indistinguibles a un catarro, no tiene enfermedades previas, es un individuo joven, de modo que es de muy bajo riesgo”.
En la misma conferencia, se informó que había otro caso sospechoso en Tamaulipas y que se iban a implementar las medidas que había establecido la Organización Mundial de la Salud.
En ese momento, se identificó solamente como una infección respiratoria de la que sólo Brasil, en Latinoamérica, tenía casos, lo que convirtió a México en el segundo país de América Latina en tener pasos positivos de Covid-19.
El tiempo transcurrió, mientras la apatía y desorganización del gobierno federal originó que se disparara la pandemia y con ello vino la sobresaturación de los hospitales, la escasez de medicamentos, la falta de camas, la crisis por la falta de oxígeno.
Todo ello sin faltar las escenas dramáticas, estrujantes, de la gente que veía morir a su ser querido, a veces en la calle, sin que pudiera hacer nada o bien, ingresarlo a un hospital casi con la certeza de no volverlo a ver y ni siquiera poder velarlo para darle cristiana sepultura, además de tener que esperar hasta días para que cremaran a su familiar y le entregaran sus cenizas.
Y mientras, el cantinflesco discurso y la postura incrédula, seguían siendo bandera de los incrédulos López, Obrador y Gatell.
El 4 de junio de 2020, López-Gatell, luego de coincidir con su jefe que el cubrebocas no era ninguna garantía de no contagiarse del Covid, y por lo mismo su uso era inútil, declaró también que no pasaba nada y que un panorama realmente “catastrófico”, sería llegar a la suma de 60 mil muertos en el país, situación que era improbable que sucediera.
Bajo esa perspectiva transcurrió el tiempo, sin que la cúpula del actual gobierno tomara las medidas pertinentes para evitar contagiarse, como resultado el primero en caer, de quien había minimizado la contingencia sanitaria, fue el mismo Andrés Manuel López Obrador.
LOS MÁS INCRÉDULOS TAMBIÉN RESULTAN CONTAGIADOS
El 24 de enero de este año, se anunció que el Presidente, de 67 años, había dado positivo al Covid y a partir de ese momento quedaba aislado; sin embargo 12 días después, el 8 de febrero, en un video difundido por la misma Presidencia se vio a López Obrador, sin cubrebocas, paseando por los pasillos de Palacio Nacional, diciendo que se sentía bien y que en breve reasumiría sus obligaciones como mandatario.
No se le observó tembloroso, pálido, decaído, ni con síntomas que pudieran evidenciar que había sido atacado por el mortal virus y menos de dos semanas después, reapareció en su conferencia mañanera.
Había vencido al temible virus, no se sabe si fue gracias a los amuletos y fetiches de los que ha presumido, a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, a las limpias de sus chamanes o a su envidiable fortaleza que asegura tener, lo que le permitió salir airoso de tan difícil trance.
El caso de López-Gatell Ramírez fue similar.
El también incrédulo funcionario del Sector Salud Federal, dio positivo al Covid el 19 de febrero de este año y fue también aislado, pero a diferencia de su jefe, que en cuestión de días anunciaba su triunfal retorno, tuvo que ser hospitalizado 9 días después y el 28 de febrero quedó internado.
La información oficial, muy restringida, indicó que López-Gatell se hallaba estable, que estaba bien, que regresaría a retomar sus actividades, lo cierto es que en 18 días no se le vio para nada.
Empero, el miércoles 10 hizo su reaparición de manera virtual, y mientras él hacía gala de su fortaleza, al igual que su jefe, en la conferencia se daba cuenta de los estragos que seguía causando la contingencia sanitaria.
Pero no fueron los únicos contagiados. Antes que López Obrador y López-Gatell, al menos una decena de funcionarios de la 4-T también dieron positivo a Covid-19.
Entre los casos destacan el del vocero de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez Cuevas; la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval; los titulares de Hacienda, Arturo Herrera; de Agricultura, Víctor Manuel Villalobos; del IMSS, Zoé Robledo, de la Profeco, Ricardo Sheffield; el embajador de México ante las Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente y el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta.
UN AÑO DESPUÉS, CUÁL ES EL RECUENTO DE LA PANDEMIA
México rebasó la cifra de 2 millones y medio de casos confirmados de Coronavirus, así como más de 200 mil personas que han muerto por las complicaciones graves de la enfermedad, señala la información oficial.
De acuerdo con la encuesta realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública, 31.5 millones de mexicanos (25% de la población) han estado expuestos al Coronavirus, pero sólo el 20 por ciento ha tenido síntomas de la enfermedad.
El resto, por su situación asintomática, no se ha dado cuenta de que pudieron haber sido contagiados y se convirtieron en portadores del virus.
LAS CIFRAS REALES DEL CORONAVIRUS EN MÉXICO
En opinión de Raúl Rojas, matemático de la Universidad Libre de Berlín, en México las cifras no son reales; hay un subregistro de al menos un 200 por ciento y para conocer la cifra real del Covid-19, en un país donde al menos ha habido 600 mil personas muertas y más de 7 millones contagiadas, habría que hacer varias precisiones.
Frecuentemente se dieron cambios en las estimaciones de las fechas del pico epidémico y de los momentos más críticos de la pandemia en el país, por lo que el número de contagios diarios que anuncian debe ser multiplicado.
“Para tener una perspectiva global de la enfermedad, habría que multiplicar la información de López-Gatell al menos 30 veces, ya que al menos en la Ciudad de México existe un subregistro de actas de defunción, ya que durante la pandemia solo un 25% de los decesos son considerados y registrados a causa del Covid-19”, remarcó.
El matemático hizo hincapié en que el gobierno dejó de publicitar las cifras oficiales de deceso, por lo que habría al menos un 100% de decesos no reportados como parte de la pandemia. Ello significaría al menos la duplicación de la cifra de muertes para obtener un acercamiento a la realidad epidémica del coronavirus en México.
El 19 de junio, por ejemplo, oficialmente se reportaron 28 mil 685 personas muertas de COVID-19, pero aplicando los parámetros calculados por Rojas esta cifra debería estar al menos en los 57 mil 400 decesos, considerando dentro de este número las actas subregistradas.
Finalmente, en el caso de los contagios acumulados y la determinación más realista de la acumulación que ha habido desde finales de febrero, el especialista calculó que para tener una perspectiva global de la enfermedad en el país, tanto de forma oficial como extraoficial, había que multiplicar la información de contagios 30 veces.
MÉXICO: PRIMER LUGAR EN MUERTES DE PERSONAL MÉDICO
México, según estadísticas a nivel mundial, es el país con el mayor número de personal médico muerto, por el poco interés del gobierno federal en dotar a doctores, enfermeras, camilleros y demás personal de todo lo necesario para enfrentar el Covid, pese a ser el primer frente de batalla contra la pandemia.
A la fecha se asegura que todo el personal médico ya fue vacunado, aunque hay testimonios de que en muchos hospitales, sobre todo en los enclavados en provincia, en los sitios más apartados, aún queda gente del sector médico por vacunar cifras del organismo Amnistía Internacional, indican que nuestro país es en el que mayor personal sanitario ha muerto tras contraer Covid-19, con al menos mil 400 fallecimientos confirmados.
A lo largo del tiempo que ha prevalecido la contingencia sanitaria, se han dado innumerables muestras de inconformidad de dicho personal y aún hay cientos de hospitales cuyo personal carece de lo indispensable y tiene que proveerse, por cuenta propia, de lo necesario.
VACUNACIÓN: EL RETO MÁS COMPLICADO DE LA 4-T
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), de diciembre de 2020 hasta mediados de marzo de 2021, se han suministrado en México un total de dos millones 400 mil 57 dosis de vacunas contra COVID-19, que representan un avance del 75% de aplicación, de los 3 millones y medio de dosis recibidas.
El Plan Nacional de Vacunación contra COVID-19 que se aplica en México, consta de cinco etapas: Primera etapa: diciembre 2020–febrero 2021, para personal de salud de primera línea de control de Covid-19.
Segunda Etapa: febrero–abril 2021, dedicada a vacunar a personal de salud restante y personas de 60 años y más.
Tercera Etapa: abril–mayo 2021, enfocada a personas de 50 a 59 años.
Cuarta Etapa: mayo–junio 2021, personas de 40 a 49 años.
Quinta Etapa: junio–marzo 2022, asignada para el resto de la población.
A nivel de escritorio y papeleo, se podría decir que se marcha a buen ritmo en la aplicación de la vacuna, sólo que hay una abismal diferencia con otros países en los que el proceso de vacunación avanza a pasos agigantados.
En Estados Unidos se aplican diariamente un millón de vacunas, aproximadamente, mientras que en México se administra un promedio de 60 mil.
La Noche Buena de 2020, el 24 de diciembre, México se convirtió en el primer país de Latinoamérica en iniciar la vacunación de su población contra el Covid; sin embargo, según el portal www.ourworldindata.org es uno de los que menos dosis aplica en el mundo y el desafío es vacunar en México a 100 millones.
Así, mientras la pandemia sigue activa, comienza el nuevo reto: vacunar a más de 100 millones de personas. La esperanza está fincada en que se mantenga el flujo de vacunas, en medio de una rebatiña mundial, el acaparamiento y la distribución inequitativa por parte de los países poderosos.
Pocos países en el mundo, enfrentan un desafío como México para vacunar a su población. La geografía se extiende en una orografía extensa e irregular, con zonas controladas por el crimen y en condiciones de extrema pobreza y desigualdad social.
A fines de febrero de este año, López Obrador pidió a su homólogo de Estados Unidos, Joe Biden, que compartiera las vacunas.
Jen Psaki, vocera de la Casa Blanca, rechazó de forma contundente esa posibilidad: “No, el Presidente ha dejado claro que está enfocado en que las vacunas sean accesibles para cada estadounidense. Ese es nuestro enfoque”. Así o más claro.
De alguna manera, comienza el cobro de facturas ante la soberbia mostrada por López Obrador hacia Joe Biden cuando se negó a reconocerlo, como la mayor parte del mundo, como nuevo Presidente de los Estados Unidos, sin contar que una y otra vez mostró su inclinación a Donald Trump, que tanto insultó a México ante la pasividad, si no es que mansedumbre, de López Obrador.
AM.MX/fm
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