* Secuestrado por el Grupo Universidad y la familia del Superdelegado, Abraham Mendoza, Morena terminó por marginar a sus militantes en el Estado; con encuestas que nadie conoce y la imposición de gente como Francisco Xavier Berganza, acusado de violentar mujeres como Félix Salgado Macedonio, sus bases ahora ven absortas como fundadores locales como Navor Rojas,son enviados a contender a otros distritos dando preferencia en Pachuca a la ex líder sindical, Lidia García, presunta cómplice de Gerardo Sosa en la autorización de los 150 millones de dólares que trianguló en el extranjero y supuestamente destinados para el pago de jubilaciones en la UAEH
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez
Especial de Expediente Ultra
Morena juega a los peligrosos volados electorales con las dos caras de una misma moneda: en el anverso se encuentran el sello del Grupo Universidad haciendo mancuerna con el superdelegado, Abraham Mendoza Zenteno, obedientes a los dictados del líder nacional y sus imaginarias encuestas, Mario Delgado; en el reverso, luchan por evitar la desintegración de su inacabado alumbramiento ideológico, los morenistas de base y algunos dirigentes que impulsaron el nacimiento del nuevo partido en el estado, como el ahora candidato a Diputado Federal por Tepeapulco, Navor Rojas Mancera, desplazado ilógicamente de la candidatura por el VI Distrito de Pachuca, por la ex dirigente de los académicos dela Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Lidia García Anaya y actual legisladora diputada en San Lázaro.
Para los líderes nacionales del partido guinda, así como a los grupos fácticos hidalguenses, los ideales y principios morenistas han tenido el mismo fin pragmático que el papel de baño, de otra forma no se explica cómo teniendo un personaje del calibre del ex regidor independiente y suplente del senador Julio Menchaca –con probada presencia en Pachuca–, se le enviara a contender por Tepeapulco.
Si la intención es tratar de hacerlo perder, quienes han venido ralentizando el crecimiento político de Rojas Mancera, pueden recibir un tiro por la culata: Navor es un político capaz y de comprobarse aquello de que “el que es perico donde quiera es verde”, un triunfo sobre el crecido Héctor Meneses Arrieta –que ya anda vendiendo la piel del oso antes de haberlo cazado–, terminará elevándolo al rango de líder moral de una golpeada y humillada militancia.
Esto constituiría un duro golpe a los planes futuristas de aquellos que insisten en jugarle las contras no solo al sentir de sus bases sino a la lucha anticorrupción de su propio presidente. Cuya Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), envío a Almoloya al que se pensaba intocable y todopoderoso, Gerardo Sosa Castelán, cuyo proceso apenas y comienza.
Enviar a la reelección a Lidia García Anaya parece ser un doble error: la legisladora hizo un pobre desempeño en San Lázaro y los únicos méritos que se le conocen fueron el hacer los arreglos para que Sosa Castelán usara el foro de la Cámara de Diputados para tratar de convencer al país de su inocencia.
Pero lo más delicado radica en la investigación que se le sigue al ex capo del Grupo Universidad, donde es evidente su complicidad como dirigente sindical, al haber permitido el cobro del ocho por ciento de los salarios de sus representados en la Máxima Casa de Estudios, para armar la justificación perfecta al líder de la Sosa Nostra, quien argumenta que los 150 millones de dólares que trianguló en bancos del extranjero, tenían como origen este fondo destinado para las “jubilaciones y pensiones” de los trabajadores de la UAEH.
Fachada a la que García Anaya contribuyó dando entusiastas pincelazos.
Si piensan que Santiago Nieto, titular de la UIF, no tiene en la mira a la García Anaya como parte fundamental del engranaje de corrupción en la Universidad del Estado, se equivocan sus promotores. Además, la sociedad pachuqueña no ha olvidado los desplantes y bravatas que la entonces candidato al VI Distrito Federal de la Bella Airosa, hizo cuando las autoridades detuvieron con un arma calibre .38 y kilo y medio de marihuana –¿para su consumo?–, a su hijo Alberto Issac.
En ése momento y asesorada por la “Sosa Notra”, Lidia García trató de confundir a la opinión pública al decir que las acusaciones contra su vástago eran producto de un ataque político, que se estaba dando en medio de una contienda electoral.
La ex dirigente sindical como otras tantas rémoras del Grupo Universidad, llegaron a sus curules no por méritos propios sino montados en el Efecto Obrador, pero ahora las cosas se le pueden complicar porque la lección de octubre pasado, parece que no fue considerada a la hora de volver a imponer candidatos impopulares y de dudosas capacidades.
Morena sigue haciendo agua no únicamente por la toma de sus oficinas centrales, sino porque muchos de sus militantes y seguidores se encuentran seriamente indignados por ser usados como peones de un ajedrez donde les tocan solo migajas de un suculento pastel que es repartido por grupos bien identificados como el Grupo Universidad y la familia del Superdelegado, Abraham Mendoza.
Muchos que de buena fe pensaron que habría democracia interna, se vienen a enterar que personajes acusados en el pasado de violencia de género –similar a la de Félix Salgado Macedonio–, como Francisco Xavier Berganza, van en primer lugar de las pluris sin siquiera despeinarse. Y otros más que han sudado la camiseta a ras de suelo como Navor Rojas, son enviados a distritos ajenos a su entorno político.
La moneda está en el aire y el electorado decidirá por cuál cara de Morena apuesta en junio próximo.